Esposa falsa
a de mujeres cubiertas por hábitos en blanco y negro. No conocía la vi
día recordando el momento en que llegué al mundo; hablaban de mis pequeñas manitos, de mis ojos abie
ue era tan extraña en un bebé ―agregó con la voz temblorosa, pero aquella historia ya no producía sentimientos en mí ― Enseguida se nos ocurrió nombrarte Serena ― Yo le regalé una sonrisa, o al menos creo que sonreí, de verdad lo intenté, creo que si lo hi
temor repentino, sentí aguijonazos en el estómago al recordar lo que me esperaba ―La vida que has elegido llevar no es fácil,
ez me sentía obligada a regresarle a Dios todo lo que él me había dado y la mejor forma de agradecer, era dedicándole mi vida por co
a en la cocina ayudando con la preparación de la comida, también limpiaba los pisos, lavaba ropa, cosía, bordaba, lo hacía
o todas las hermanas, pero en las noches o
que ella no se enojara. Me estremeció para asegurarse de que yo estuviera dormida, luego sacó algo de debajo de la cama, lo supe porque podía escuchar el roce seco contra las ba
maleta, era grande y vieja, la saqué con dificultad, su contenido me dejó pasmada, tuve que cubrir mi boca abierta con l
no regresó. Desde entonces, la vida fuera del convento me aterró, s
ncia y clausura y así, convertirme en una hermana de la orden. Eso era exactamente lo que iba a hacer, no había otro destino para mí, pero algo ocurrió; las cosas no sal
rgado petulante; lo que yo llamo; un imb
ma asiento; es una hist