Esposa falsa
ra sabía por qué anhelaba tanto tal cosa, después de todo, daba igual si tenía dieciocho o noventa y ocho; las cosas seguirían siendo iguales p
eocupadas. Le picó el mosquito de la curiosidad. Cogió el balde y lo metió debajo del escritorio,
gerando Lucía ―la m
hermana Lucía gritab
DIOS! ¿qué quieres? ¿que nos escuche todo el
ella. No le decía cualquier cosa. Serena estaaba tan blanca
en el supermercado. No sabía que la hermana Lu
o una pausa ―dices que ha s
roquín y la ha visto, la haa visto y ha
ín era un niño cuando todo eso pasó, no creo que tenga n
scar a Serena? ¿y si quiere ma
ntos de las hermanas en el convento, una niñita que caminaba por los pasillos bajo la mirada lastimera de las mojas que iban y venían, una niña
que mató a Mafer, ese mismo día eliminó todas las pruebas que lo asocia
se de que Serna existe y de que vive
su hija en el mismo lu
sin importarle un carajo. La madre Alba y la hermana
ue crees, cariño ―d
o que también saben quién es mi padre y nunca me lo dijeron para que me quedara aquí, encerrada en este horrible lugar. ¡Las odio
ensamiento alocado le cruzó la mente; tenía que salir de ahí, tenía que abandonar aquel lugar y no volver jamás
comprobar que no la habían seg
aban cerca de la fuente, cogió una escoba y fingió estar barriendo, cuando todas estuvieron distraíd
todo lo que pudiera del convento y no volver nunca más. La noche había caído, ha
ra muy extraña, iban y venían, de un lado a otro, algunas niñas vestían hermosos vestidos con brillantes llamativos,
cluso había un chico muy musculoso con el cuerpo todo pintado de verde
la cadena con la cruz que colgaba de su cuello, se sintió aterrada, la mujer estaba pálida
nsó en volver al convento hasta q
un enterizo rojo y azul que parecía plástico brillante pegado a su cuerpo, el niño le arrojó una cosa bl
e alarmó por lo mucho que mostraba, también tenía un escote inmenso y un gran sombrero puntiagu
―preguntó Sere
ero ser una bruja sexi ―la mujer dio una vuelta y a Serena le ardieron las mejill
laró la garganta ― ¿puedo ir con ustedes? Es que no sé, n
ujer sonriendo ―soy
oy Se
ehh.... ―sacó un teléfono de sus pechos y lo miró por nos segundos ―media hora más, lo dejaremos con la
opinión; me ayudarían mucho al hacerlo. Muchas gracias por leer y por favor, tengan un poco