Esposa falsa
n esa fantasía recurrente llegaba hasta alguna playa, se quitaba el hábito y lo arrojaba, el viento elevaba la suave prenda, la tela ondeaba en el aire, alejándose hasta volverse un pequeño punto en el cielo, entonces ella se sentía libre como nunca, se tumbaba en la arena, dándose un baño d
arentaba tener valor alguno, pero ese viejo cuaderno guardaba los s
emotiva por estar a punto de alcanzar la mayoría de edad y por el asunto de sus votos y no paraba de escribir. Quedó
ucía a una velocidad de tortuga, el movimiento del auto hizo que la letra le
mbas manos y no las despegaba salvo para acomodarse los anteojos. Era una mujer toda gris, de los pies la cabeza; sus zapatos eran de un
l de la hermana Lucía, era una mujer de edad, pero conservaba un aire de hermosura que daba una idea de cómo debió ser
an aretes, parejas cogidas de la mano, hombres con trajes elegantes, mujeres con ropa ajustada y tenis, todo aquello le parecía fascinante, se imaginó caminando entre toda esa gente, escuchando sus conversaciones y oliendo sus perfumes. Su vista se apartó de la gente atraída por un enorme letrero que se erigía
rada al letrero "Concurso anual de poesía. Editoril
destino" escribió
cía, Serena no supo en qué momento aquella anciana de paso lánguido había bajado del coche. La mujer le hizo una seña con la mano para que se apurase, se dio media vuelta y empezó a alejarse, Serena rodó las pupila
a ellos. Cuando pasó al lado, les echó una mirada disimulada, uno de ellos la miró y Serena sintió que todo debajo del hábito se calentaba de pronto, el chico le sonrió, Serena miró sus brazos torneados y luego clavó la mirada en el suelo y apresuró el paso, escuchó las risas de los chicos mientras se alejaba. No veía hombres muy a m
le, Serena aprovechó para abrir su cuaderno y escribir. De pronto, sintió que tiraron de su
rostro redondo, rosado y bañado en lágrimas, un par de ojos color oro o
lucía se alejaba empujando el carrito de las compras ―estoy ocup
os demás, como el buen samaritano ―¡POR DIOS! La niña tenía razón, Serena se la quedó mirando por unos segundos, llevaba ropa muy bonita que lucía n
y caminó con ella en dirección opuesta a la hermana Lucía ―¿cómo te llamas? ―le preguntó después de dar unos cuantos pasos en total si
niña recitó su nombre entero como un rez
uso un gesto de tristeza ―es huérfana ―le explicó y la pequeña Luz asintió con la cabeza. Serena recordó su reciente visita a
, como llena de resignación ―murió hace un
o que anunciara que había una niña perdida, así se encontrarían al padre irresponsable que había de
A ESA MUJER! ―gritó el hombre señalándola a ella mientras se acercaba caminando a zancadas ―¡LA QUE VA DISF
portar a Luz ―la cogió bruscamente del brazo y una chica cogió a Luz de la mano con delicadeza. El hombre que la acu