Esposa falsa
o estuvo lamentándose de su situación sin intentar hacer nada al respecto, pero
e revisarlo, lo sacaron, Ricardo miró como s
ndo la mano del paramédico qu
r los vidrios de su rostro
haré ―el paramédico rodó las pupilas hacia arriba y se encogió de hombros. Ricardo caminó con dif
ido sobre una camilla, tenía un collarín puesto y a
y se ubicó lo más lejos posible de Luz, en un rincón cerca de la puerta para no estorbar la labor del paramédico, vio que en el suelo estaba tirado
la vida a su hija ―dijo el joven de overol
reguntó incrédulo sin qui
―hizo una pausa y frunció los labios ―la niña no pu
en aquellas circunstancias, Ricardo Ma
illa al momento del impacto, quizás hubiese salido volando hacia el parabrisas del auto, eso hubiese sido fatal, pero es
―¿qué le parece si en vez de estar imaginando cosas, se pone a trabajar? No deb
o implicaría que era el peor padre del mundo. Sabía que no era un buen padre, estaba más que consciente de eso, pero no abrochar las malditas co
cuerpo el día que la
iste como un ánge
que nunca más sentiría en
e congeló en
e rompió y p
luntad en mis pensamientos
s, son el castigo por no
ción alguna de recuperarla, soy un cascarón
tuviera viendo. Cerró el cuaderno y lo puso debajo de su brazo. Le pareció que quien había escrito aquello,
había rogado de rodillas que se llevara su vida y no la de Mirella le había prometido regalar todas sus riquezas a los pobres si le devolvía la vida de su esposa, ya había firmado el cheque a nombre de un convento que se dedicaba a ayudar a las personas sin casa, le juró
alcanzado un rayo ―su hija está bien. Está fuera de peligro ―Ricardo sintió que s
saldría con procedimientos burocráticos, pero Ricardo estaba acostumbrado a
aun
dministrativo, Llamaré al gerente de la clínica ahora mismo ―dij
oquín, uste
a hora en que a todos los pacientes les dan de alta ―seguía rebus
uscando su teléfono y no encontrarlo comenzaba a irritarlo ―las lesiones en la columna
la explicación del doctor para estar seguro de que verdad había entendido lo que este acababa de decirle. Seguía buscando su teléfono, ya sabía que no lo tení
vo la sensación de querer llorar desde que le médico le habló de "fracturas en la columna" y de "capacidad motriz afectada". Se llevó ambas manos a
ría permanen
iendo que vaya casa, tome una ducha. Descanse un poco y vuelva mañana. Ahora Luz está sedada y no despertará. Por primera vez en mucho tiempo, Ricardo aceptó una sugerencia que no quería aceptar, lo hizo s
alivio ―el hombre,
ediato que estarían en la mejor clíni
ensombreció, sus rasgos eran muy parecidos a los de Ricardo, pero sus mejillas eran regordetas, tenía una barba tupida pero bien cuidada, negó enérgicamente como
no, Ricardo. No beb
sos delincuentes que atrapas? ―lo desafió Ricardo mi
no eran solo palabras, Gustavo era quince años mayor que Ricardo y desde que tenía uso de razón, fue la ´nica figura patern
oquín solo agachó la mirada. Ricardo notó lo grande que estaba su barriga, le pareció inconcebible que un policía pudiera estar en aquel estado de sobrepeso. Tienes que acompañarme al gimnasio Gus, esa barriga no se ve bien ―dijo trat
uién s
nombre en la primera página de diario que comenz
―¿no me digas que una chica ha conquis
to suyo por accidente y no se dónde puedo contactarla. Es una monja,
dejar el trabajo por un s
dí el mío en el accidente y necesito pedirle a Sharon qu