Esposa falsa
pero en vez de eso, estaba en un lugar que al principio no reconoció. Se quitó la manta que la cubrÃa
a ―escuchó laa voz de
nos dÃas ―Sharon estaba sentada en el comedor que estaba justo detrás del sofá donde Serena se h
n un sueño profundo, me has dado un susto, creà que tenÃa u
ada, cogió el plato y se levantó ―me iré al trabajo ahora ¿necesitas que te lleve a algún lado? ―Serena lo pensó
con un hilo d
e un trapo a la mesa ―llegaré super tarde y Ricard
rena, de pronto le parecÃa que es
―explicó Sharon ―el idio
n qué trabajas exactamente?el sofá ―te he preparado desayuno ―le entregó la bolsa a Serena, pero ya no da tiempo. Serena se levantó, amabas salieron, el auto de Sharon estaba aparcado af
queda en la otra cal
renando de golpe. Serena asintió con l
s votos, no lo haré ―afirmó ―
, pecho y rostro ―Serena sonrió, le agradaba Sharon, abrió la bolsa y estuvo a punto de sacar el emparedado ―¡Oh! no. no. no cariño, lo siento ―Sharon negó enérgicame
manecieron en un incómodo sil
e. Se paró frente a la gran puerta de madera de la entrada, le dio
la llevó casi a rastras a la oficina de la madre superiora. Los pasillos del convento le parecieron más estrechos que antes, tal vez porque su cerebro ahora tenÃa algo más
cogió unas bolsas que ten
ó las bolsas, contenÃan ropa y calzado, no eran túnicas, era ropa y calzad
astaña cayó sobre sus hombros. Se puso la ropa y se sintió extraña. Era ropa modesta, recatada y s
re? ―estaba aterra
ung y se marchó tranquilo cuando le dijimos que no habÃa nadie con ese nombre aquÃ, pero unos minutos después h
―intervino la hermana LucÃa -
nos en una fila, ha revisado nuestras manos, una a una― Serena miró el lunar en su mano, era una marca de nacimiento que habÃa heredado de su madre; un lunar con fo
rostro negro con ojos rojos llameantes, fosas nasales enormes y una boca abierta que dejaba ver c
su barriga era más abultada de lo que la túnica gris dejaba ver y de la parte interna de los brazos le colgaba la piel. Era obvio que
ban de los ojos de la anciana, Serena estaba tan pasmada con todo lo que estaba ocurrie
to y la hermana LucÃa caminó hacia un viejo auto gris estacionado. La pintura estaba desvaÃda y a carrocerÃa oxidada en algunas partes. La hermana LucÃa abrió la puerta trasera e hizo un ademán indicándole que subiera, Serena lo hizode inmediato. Luego la hermana ocupó el asiento del conductor, encendió el mot
a dibujos coloridos y en blanco y negro en todas las paredes, el lugar estaba l
recÃa plástico y que apenas cubrÃa sus pequeños pechos y sus abundantes muslos, tenÃa un adorno brillan
a sacó una carpeta de un estante y le mostró un d
iró a la hermana LucÃa, y ella asintió con la cabeza, pero antes de que Serena siguiera a
e llamas Mirella Santori -anunció la hermana en un susurro y Serena sintió que todo el aire de sus pulmones se evaporaba en un suspiro -No le digas tu verdadero nombre a nadie -susurró aun más bajito la hermana LucÃa -Te amo mucho mi pequeña. Ambas lloraron ―ve, ve con la chica -la herma