Mi Amor: No lo Mereces
Autor: MON
GéneroRomance
Mi Amor: No lo Mereces
Jack no había dicho ni una palabra desde que Rachel entró en la casa. Y cuando lo hizo, fue para hacer que se detuviera.
Al oír esto, ella lo miró, burlándose.
Hacía solo unos momentos, cuando Alice le lanzó el jarrón, Rachel notó que Jack quiso detener a su hermanastra, pero finalmente se sentó de nuevo y no hizo nada.
No obstante, cuando el jarrón golpeó a Alice, haciendo que derribara la estantería por accidente, él se levantó más rápido que los demás. En segundos, corrió al lado de ella, protegiéndola de las botellas de vidrio que seguían cayendo.
De hecho, previamente, cuando Rachel iba de camino hacia ese lugar, rememoró todos los recuerdos que tenía del pasado. Pensó que podría haber olvidado algo agradable de Jack.
Por desgracia, cuando se enfocó en recordar algo de él, no pudo traer a su mente nada bueno que su padre hubiera hecho por ella.
Ahora, tanto las palabras como las acciones de Jack confirmaban su punto.
"Papá, tengo algunas preguntas que hacer a los oficiales de policía. ¿Por qué estás tan nervioso?".
"Tú...".
Entretanto, después de haber escuchado lo que dijo Caroline, los policías sintieron que Rachel estaba buscando problemas. Entonces, uno de ellos preguntó con impaciencia: "¿Qué quiere preguntar?".
Rachel lo miró mientras sonreía.
Cuando el policía vio su sonrisa inocente y sus ojos encantadores, empezó a dudar de si realmente ella le había hecho daño a alguien.
"Señor, ¿el dueño de una casa tiene derecho a autorizar y prohibir la entrada a cualquiera en su hogar?", preguntó Rachel sin prisas. Su voz sonó como música para los oídos de los hombres.
"Por supuesto". El policía frunció el ceño porque le pareció que la pregunta no tenía sentido.
"¿Y qué pasa si alguien está viviendo en una casa, pero el propietario nunca ha aceptado que viva allí? ¿Eso se llama allanamiento de morada? Si es así, ¿debería el propietario llamar a la policía para denunciar a esa gente?". Tras sus palabras, Rachel parpadeó inocentemente.
"Efectivamente, es allanamiento de morada. Y por supuesto, el propietario debería llamar a la policía. Pero señorita, ¿por qué hace esas preguntas con respuestas tan obvias? ¡Es una completa pérdida de nuestro tiempo!". Para ese momento, la paciencia de los policías se había agotado.
De repente, Rachel chasqueó los dedos y dijo: "Gracias por su respuesta, señor. En ese caso, por favor, ayúdeme a sacar a toda esta gente de mi casa y mi problema estará resuelto".
Todos se quedaron atónitos ante su solicitud.
Caroline fue la primera en darse cuenta de lo que la chica estaba insinuando. Enseguida, con una voz poco natural, dijo: "Rachel, ¿de qué estás hablando? Sé que siempre has tenido problemas conmigo y con Alice, pero tienes que parar esto. Es más, si realmente tienes alguna queja o reclamación, házmelo saber y te prometo que cambiaremos nuestra forma de comportarnos. Y en cuanto a lo que pasó esta vez, le pediré a Alice que se disculpe contigo, ¿de acuerdo? Además, estos policías deben estar muy ocupados. No deberías...".
"Oh, no te preocupes, Caroline. No olvidaré lo que hizo Alice, pero tendrá que esperar su turno, ¿vale?", interrumpió Rachel.
Como Caroline no pudo terminar de hablar, se puso nerviosa.
En cuanto a Alice, perdió los estribos. "¡Rachel Bennet! ¡No tienes derecho a echarnos de aquí! Por el contrario, ¡si hay alguien que debería ser expulsada, eres tú!". Después de decir eso, ella se dirigió a los policías: "Esta mujer ya no es parte de nuestra familia desde hace mucho tiempo. Entonces, ¿estaban hablando de allanamiento de morada? Pues bien, ¡esa mujer está entrando en nuestra casa! ¡Deberían arrestarla!".
"¡Alice! ¡Ya basta! Tu padre es el dueño de esta casa, y Rachel es tu hermana. Como Jack todavía no ha tomado una decisión, tú no puedes...". Caroline trató de impedir que su hija hablara.
No obstante, Alice se volvió hacia su padre, con sus ojos llenos de lágrimas. "Papá, ¿de verdad vas a quedarte de brazos cruzados viendo cómo Rachel me intimida así? ¡Mírame! ¡Estoy herida! Además, desde el momento en que ella llegó, solo ha estado conspirando para echarnos de nuestra casa. ¿Quién demonios se cree que es?".
Tras escuchar a su hija, Jack se puso furioso. A decir verdad, había estado tratando de reprimir su ira desde que Rachel intervino. Pero ahora que había visto a su esposa y a su hija siendo intimidadas, el hombre ya no pudo contenerse.
"¡Rachel, lárgate de mi casa! ¡No eres bienvenida aquí!".
Esas palabras resonaron en los oídos de todos.
Al instante, Rachel sintió una punzada en su corazón y, por un segundo, casi se sintió abrumada por la tristeza.
Sin embargo, esas emociones le resultaron un poco extrañas. Para su sorpresa, antes de que pudiera siquiera empezar a analizarlas, Alice extendió la mano para agarrar su muñeca, con la intención de arrastrarla fuera de la casa.
Ante esto, los ojos de Rachel se oscurecieron. Ágilmente, giró su propia mano y agarró la muñeca de su hermanastra aún más fuerte, al punto de que se la fracturó.
"¡Ah!", gritó Alice. El crujiente sonido de sus huesos confirmó que su muñeca se había roto.
"¡Rachel Bennet!", gritó Jack.
Entretanto, los rostros de los policías se ensombrecieron. ¡Ciertamente no esperaban que Rachel atacaría a otros delante de ellos!
Lo cierto era que la débil sospecha de si realmente podía hacer daño a los demás se había disipado.
A continuación, Rachel soltó la muñeca de Alice, mirándola fijamente. Después, se dirigió a un policía y preguntó: "Señor, ha visto lo que acaba de ocurrir, ¿verdad? Ella intentó atacarme y yo me defendí. ¿No es cierto?".
"¡Le fracturó la muñeca! ¡Eso es un uso excesivo de la autodefensa!". El policía se adelantó, con la intención de arrestarla.
Después de todo, ¡pensó que si no le daba una lección, traería vergüenza a su honor como oficial de policía!
No obstante, de repente, Rachel mostró una débil sonrisa cuando Andy se paró frente a ella con los brazos abiertos. "De acuerdo con el vigésimo término del derecho penal de nuestro país, si el uso de la defensa propia de una persona causó una gran lesión, entonces se clasifica como un uso excesivo de la fuerza. En este caso, la señorita Alice Jenkins intentó herir a mi clienta, la señorita Rachel Bennet, primero. Mi clienta se aseguró de no ser lastimada, ya que no sabía lo que su agresora, Alice Jenkins, le haría a continuación. Además, ella no causó un daño excesivo a la señorita Jenkins".
Andy puso una expresión severa y continuó: "Por lo tanto, señor, lo que mi clienta ha hecho está dentro de los límites de la defensa propia".
"¿Quién es usted?". El policía se detuvo en seco, mirando a este último de arriba abajo.
De hecho, el abogado tenía razón. Alice fue la que empezó la pelea. Aunque Rachel le fracturó la muñeca, era justificable decir que solo lo hizo para evitar que Alice la lastimara más.
A continuación, Andy sacó su tarjeta de presentación y se la dio al policía. "Soy Andy Torres, el abogado de la señorita Bennet".
El oficial miró la tarjeta y preguntó: "Creo recordar que fue usted quien nos llamó, ¿verdad?".
"Sí". A pesar de estar bajo la mirada severa del policía, Andy no mostró ningún signo de timidez. En su lugar, asintió con firmeza, mirándolo fijamente a los ojos.
"¿Llamó a la policía para denunciar que su clienta había herido a alguien?", preguntó incrédulo el otro policía. '¿Con qué clase de bichos raros nos hemos encontrado hoy?
¿Acaso este abogado quiere denunciar a su propia clienta?', pensó enseguida.
"Por supuesto que no", contestó Andy.
"Entonces, ¿por qué nos pidió que viniéramos aquí?". Inevitablemente, los policías habían vuelto a perder la paciencia, y sonaban cada vez más impacientes. Sin duda, si no les preocupara que pudiera pasar algo más tarde, ¡ya se habrían ido!
"La razón por la que los llamé ya ha sido aclarada por mi clienta", respondió el abogado.
"¿Qué?", preguntaron los policías al unísono.
"Oficiales, por favor, saquen a toda esta gente", añadió Andy. Después, entregó un documento a los policías. "Expúlsenlos por allanamiento de morada".