Mi Amor: No lo Mereces
Autor: MON
GéneroRomance
Mi Amor: No lo Mereces
"¿Qué pasa, Viola? ¿Te has olvidado de mí porque no me has visto en mucho tiempo?", preguntó Rachel.
Al escucharla, Viola Lyons tragó saliva nerviosamente. Por alguna razón, sintió frío en todo el cuerpo.
"Se...señorita Rachel, bue...buenos días. No sabía que había regresado", tartamudeó la mujer.
Rachel dio un paso hacia adelante. "Así es. Ya regresé y, esta vez, he vuelto para quedarme. Ve a preparar mi dormitorio, por favor", le ordenó ella.
Bajando la mirada, Viola frunció los labios sin saber qué responder. '¿Su dormitorio?', se preguntó la empleada para sus adentros. Rachel ya no tenía una habitación propia en esa casa. Alice había ocupado su antiguo dormitorio.
Sin embargo, Viola no pudo decirle eso en voz alta. En el pasado, si algo similar hubiera sucedido, ella no habría dudado en decírselo. Pero, ahora, Rachel parecía haber cambiado mucho, pues se había convertido en una mujer muy aterradora. Por eso, Viola le tenía tanto miedo que hasta le costaba respirar frente a ella.
"¿Hay alguien en casa ahora?", preguntó Rachel. Enseguida, miró a su alrededor y vio que el diseño del jardín frente a la casa no había cambiado en los dos últimos años. Todo seguía igual que antes.
"Su padre y su esposa están aquí, y también la señorita Alice", respondió Viola.
"¡Genial! Eso me va a ahorrar el esfuerzo de ir a buscarlos", dijo Rachel, mientras pasaba por el porche hacia al interior de la casa.
Dentro de la sala de estar, Alice estaba jugando con un collar de diamantes que tenía alrededor de su cuello.
"Mamá, ¿cuál me queda mejor? ¿Este o el otro?", preguntó la joven.
"Niña tonta, el otro es más caro. Si vas a asistir al banquete del señor Sullivan, deberías usar algo que se vea más ostentoso", le respondió su madre. De pronto, la mujer de mediana edad agarró el collar que estaba en la mesa de centro, el cual parecía más caro pues tenía incrustaciones de zafiros, y suavemente lo puso alrededor del cuello de su hija.
Alice miró el collar de zafiros y tocó la reluciente gema central. Al ver lo hermoso que lucía en su cuello, ella no pudo evitar sonreír.
De pronto, bajó la mano y caminó hacia el otro extremo del sofá. Se sentó junto a un hombre de mediana edad y lo agarró del brazo.
"¡Papá, mira! Se ve hermoso, ¿no lo crees?", preguntó Alice, mientras parpadeaba con sus hermosos ojos.
Jack Jenkins miró a su hija y acarició su cabello. "Mi hija es la mujer más hermosa del mundo. No importa qué uses, ¡siempre te verás preciosa!", exclamó el hombre.
Al escuchar esas palabras, Alice puso una sonrisa cálida en su rostro. "Si mi mamá te escucha decir que soy la mujer más hermosa del mundo, se pondrá celosa", bromeó la joven.
De pronto, Caroline Jenkins intervino: "¿Por qué estaría celosa, niña tonta? Disfrutas burlándote de mí, ¿no?".
Sonriendo, Jack tomó la mano de su esposa y se rio entre dientes. "Para mí, tú y tu madre son las mujeres más hermosas en el mundo", agregó él.
En respuesta, Alice se apoyó en su hombro y le sonrió. En cambio, Caroline solo bajó la cabeza porque se sentía un poco tímida al escuchar sus halagos.
Todo iba bien hasta que repentinamente se escucharon unos largos aplausos.
La felicidad en sus rostros se disipó en el aire cuando vieron quién estaba parada en la puerta.
Rachel estaba ahí, inclinando la cabeza ante ellos de forma sarcástica. "¡Qué familia tan feliz! Estoy demasiado conmovida por esta escena. ¿Usted, qué piensa, señor Torres?", preguntó ella.
De camino a la casa, Andy se había enterado de que Rachel había estado sufriendo durante los últimos años. Al principio, él creía que, incluso después de la muerte de Elisa, Rachel estaba teniendo una vida cómoda porque se había convertido en la señora de una familia rica después de haberse casado con Victor, un magnate de los negocios. Sin embargo, nada era como parecía.
Andy se llenó de rabia al ver lo felices que estaban Jack y su nueva familia. Pero solo se quedó allí de pie, mirándolos con una expresión de indignación y enojo.
"¡Rachel! ¿Qué estás haciendo aquí?", le increpó Alice, quien fue la primera en reaccionar.
Después de reírse de ella, Rachel la ignoró, caminó hacia el sofá y se sentó.
Mientras tanto, Andy sí escuchó la pregunta de Alice. Entonces, siguió a Rachel, se paró detrás de ella e intervino:
"Señorita Jenkins, esta es la casa de la señorita Bennet. Si ella quiere regresar, tiene permitido hacerlo cuando quiera".
"¿Y tú quién te crees que eres? ¿Acaso estaba hablando contigo?", lo regañó Alice y lo fulminó con la mirada.
Cortésmente, Andy le respondió: "Soy su abogado personal".
Alice resopló con desdén. "Todo el mundo dice ser abogado en estos días. Rachel, ahora que Victor te ha echado de su casa y no tienes adónde ir, ¿crees que puedes volver a vivir aquí solo porque contrataste a un abogado? ¡De ningún modo! ¡Vete de aquí! ¡No eres bienvenida en esta casa!", le ordenó la joven.
Luego de decir eso, Alice se paró y trató de agarrar el brazo de Rachel con la intención de arrastrarla hasta afuera.
Pero, para su sorpresa, Rachel no solo logró esquivarla, sino que además le arranchó tranquilamente el collar de zafiros que tenía puesto, aunque ahora estaba manchado de sangre.
En ese instante, Alice tuvo una sensación de escozor detrás del cuello, lo que la hizo lanzar un quejido de dolor, pero solo se dio cuenta del ataque cuando se limpió la sangre con su mano.
"¿Cómo te atreves?", gritó Alice, pues estaba perdiendo los estribos. De inmediato, trató de golpear a Rachel, pero esta ya había previsto lo que Alice estaba planeando. Justo antes de que su mano pudiera alcanzar su rostro, Rachel la sujetó de la muñeca y le dio una patada en la rodilla, dejándola caer en el suelo.
Tras haber caído de rodillas abruptamente, Alice gimió de dolor.
"¡Hija!", gritó Caroline y rápidamente fue a su lado para ayudarla a levantarse. Nunca imaginó que la desgraciada de Rachel se fuera a atrever a pegarle a Alice.
Rachel solo se quedó mirando el collar en su mano. "Si mal no recuerdo, se supone que este collar es mío, ¿no es verdad?", preguntó ella.
Con una cara pálida, Alice apretó los dientes y trató de recuperar el collar. "¡Eso es mío!", le reclamó.
Sin embargo, Rachel la esquivó nuevamente y se recostó en el sofá. "Este collar vale al menos varios millones de dólares. Alice, ¿no me dijiste que no tenías dinero ni para comprarte un vestido que valía solo diez mil dólares? Incluso me manipulaste para que yo te lo comprara, ¿ya lo olvidaste? ¿Cuándo te volviste tan rica como para tener un collar tan caro como este?", la cuestionó Rachel.
Esa declaración hizo que la cara de Alice se pusiera horriblemente pálida. "¡Ese no es asunto tuyo! ¡Ese collar es mío! ¡Devuélvemelo o llamaré a la policía para que te arresten por robo!", exclamó la joven.
Recostada en el sofá, Rachel se cruzó de piernas y no dijo nada por un largo momento, solo se quedó mirándolos a los tres en silencio.
Alice estaba asustada por la forma en que los miraba. De repente, se acordó de lo que Rachel le había dicho hacía tres días. '¡Te haré sufrir por lo que me has hecho hoy!', recordó.
"Sabes, los zafiros son piedras preciosas muy raras. Por eso, cada zafiro tiene grabado a láser un número de serie especial. Si dices que este collar es tuyo, debes saber cuál es el número de serie, ¿verdad?", dijo Rachel en un tono burlesco.
Alice se quedó estupefacta. '¿El número de serie? ¿Los zafiros tienen números grabados? ¿Cómo se supone que sé eso?', pensó la joven. Ella acababa de tomar el collar del joyero que Rachel había dejado en casa.
Luciendo un poco culpable, Alice replicó: "¿Quién le presta atención a un estúpido número de serie cuando compra un collar? ¡El número es demasiado largo para recordarlo!".
"Ah, entonces, no lo recuerdas, ¿no?", preguntó Rachel. A ella no parecía importarle lo que Alice le había dicho. Con una sonrisa sarcástica en el rostro, Rachel continuó burlándose de su hermanastra:
"Está bien. Pero, como tú has comprado este collar, debes tener un certificado de tasación, ¿cierto? El número de serie también está escrito ahí. Una vez que venga la policía, simplemente saca el certificado y muéstraselo".
Alice comenzó a entrar en pánico. En un tono vacilante, ella tartamudeó: "Yo...yo...".
"¿Tú qué? ¿Ahora me vas a decir que perdiste el certificado de tasación?", le increpó Rachel. Ella sabía perfectamente que todo era una farsa de Alice, así que continuó: "No importa si has perdido el certificado. Al fin y al cabo, la policía lo investigará".
En ese instante, el rostro de Alice se ensombreció por completo.
Al notar que ella se había quedado en silencio, Rachel hizo una pausa y, segundos después, le preguntó: "¿Qué te pasa? ¿No querías llamar a la policía para arrestarme por robo? Adelante, llámalos".