Relatos del Olimpo
os campos de Múniquia, ciudad famosa por su Puerto y por se
a diosa de la virginidad, y cundian las vírgenes en la ciudadela. So
es No volaba ya: era un ave de rapiña como a la espera impaciente de que termine el
traza una línea y regresa y se suspende y vue
a sabe que brilla más que las otras estrellas y
era
las otras vírgenes andaba adornada entre las otras
un proyectil de catapulta: una vez que el aire encuent
r Cómo deben pensar los dioses, o mejor: pie
lado: el lado del oro, y busca qué lavara de su mano derecha deje de producir sueño; lo cual es la mayor de sus fun
enes, en la parte de atrás había tres
la derecha; Aglaura, a la iz
e Aglaura, quien tuvo el valor o las ganas d
a decirlo, por mi padre Zeus. No te mentiré; no quiero contigo, quiero con tu hermana Herse: ¿Qué más quieres que ser tía de tus sobrin
ecreto de la rubia Minerva. Decide prestarle a Hermes dan servic
s amigos; por la rabia, la respiración se le agita tanto que se le sa
s cuando vio al hijo de vulcano, dios de Lemnos, naci
drá todo el agradecimiento no sólo de Hermes, también
odrida. Está metida en el fondo de un valle, allí no llega el sol, por ella no pasan los vientos,
nta Entonces por qué el fuego nunca se ha asomado por
más dura que el varón para
ue no puede
es con la pun
dia en pleno almuerzo: su alimento favorito son
e la diosa que la busca, la envidia gime mientras su cara se le contrae. La palidez le cubre todos los rasgos; tiene el cuerpo macilento, no puede mirar d
padecer. No tiene el don del sueño pues no pa
los triunfos de la gente y busca consumirlos, y en la
r su odio y le dice con l
s a una de las hijas d
tocando la tierra con su
ada torva a la diosa que hu
ito Que ella mism
s a su paso, y a su paso despedaza las flores de los campos, Quéma la hierba descabeza las amapolas.
verdece la gente con talento. Hay riqueza y uno se acue
ncuentra en lo que ve motivo de llanto. Apenas se distra
ella toca el pecho de Aglaura y el corazón de
a cunde por los huesos de Aglaura. Sus pulmones se
tral del sufrimiento: a
con un Dios. Y la envidia agranda la hermosura del Dios porque una especia
ue ve: ha llegado el dolor de sus entrañas y el corazón quiere mord
uno piensa en como el hielo herido se de
rzales hasta consumirlo sin que las llamas se hagan visibles,
to a mi hermana y a su novio
iarlos con el padre de ambas como
llama decidir, sentarse a la puert
ruegos, diferencias y suaves pal
ura es in
s tu de aquí, y
rápido y al
, si no te quitas tu de tus
, su vara mágica hacia la p
mes pero su cuerpo ya no es su cuerpo, s
montable con
s de sus rodillas ya están rígidos, el frío es lo único que llega a l
, que se extiende de las partes enfermas a
en el pecho de Aglaura. Y le cierra la
hablar, de intentarlo
a es cuidad
mosa de mat
e ella, exactamente sino una obra de piedra con