Relatos del Olimpo
ó para acteon; no es un crime
es habían matado tantos animales que las
on y el sol arreciaba El jo
e. Caza gloriosa. Mejor esperamos al alba gris para volver a la tarea como nuevo
de acuerdo y se aca
e de la montaña oscura de pi
ondo de esta gruta estaba la boca de una cueva como esculpid
estanque golpeado a la perpetuidad por una c
esfuerzo y el calor de la caza, Diana iba a ref
su carcaj de flechas y su arco descordado. Otra se e
peinaba el largo pelo de la diosa. Enmarañado por la caza la reco
anis, llenaban de agua grandes jarras para ve
das de las bocas de las jarras bajo el techo segura de la gargafia, cua
in miedo, pero llevando por un destino cruel cuyos
a un lado de la cueva, entró a la cueva y bajo los helechos que
ole en un tumulto de agua. Y al fijar los ojos vio que est
e algo. Miró con más atención. Las ninfas
pechos dándole la espalda. Mirándolo por encima del hombro Diana enrojeció como una nube del alba en esa gruta
as a la mano
lo lanzó contra los ojos asom
r que me viste de
largo y estrecho y sus orejas se hicieron puntiagudas y con pelo, sus manos pezuñas sus brazos largas