Relatos del Olimpo
humo, y aunque océano Ártico les estaba prohibi
olar, y era apasible e inerte en el frío, se despert
dio prisa para alejarse del calor a
la vio aterrorizado tan pequeña qué sintió que a todo su cuerpo lo abandona
aber sabido Quién era su padre, deseo que su padre hubiera roto
daval; cuando los mares desbarataron ya el timón y las cuerdas se perdier
podía
a hacia adelante, miro hacia él esté tratando de medir cuánto camin
cas seguían atadas a las riendas que él ya no tenía fuerza d
iones. El escorpión se asomó suspendiendo su cola sobre el a
del aguijón con su gran ampolleta venenosa, soltó l
o el cielo; se metieron entre las estrellas arrastrando el carro como una cola de látigo, descendieron muy bajo hast
ato; la tierra se incendió en poco tiempo, el fuego las nobles ciudades quedaron reducidas a negros muñones de piedras quemadas, naciones enteras en
el Eta y el Ida, ahora seco y a
as, todos incendiados. Y el Hemo
sano, y el Cinto y el Eri
dió com
la va al rojo vivo. Se ovillo para protegerse de la lluvia de brasas, los ojos le lloraban en el ardiente humareda y
etíopes adquirier
rto de luz parpadeante donde las ninfas de los fuentes y l
ro por la fue
e , Efiro por la
. El viejo Peneo , el Caico de Misia y el impetuoso Ismenos: sus corrien
ano que arderá
el Tajo
cabeza. Entre las montañas ardientes dejando
el infierno, asustando al rey y la Reina de ese re
submarinas emergieron como Islas multiplicándo las cicla
rriba sin vida, y los del
mbros sobre la superficie y hirviente y tres veces
ue atestaban sus cuevas sus entrañas en busca de refugio
el terror que sacudió su cuerpo sacudió la tierra e
nde están tus rayos para acabar todo lo más rápido?si mi fin ha de ser el fueg
en una rach
año,¿así es como me pagas por lograr con mi forraje bestias robustas para embarnecer el arado blando, que nutre al hombre por preparar las esencias ricas que humean en tus altares? aunque yo de algún modo mereciera todo esto, ¿porque son los mares culpables? ¿porque tu hermano Poseidón y sus océanos tienen que e
cabeza humeante como una tortuga y se metió en ella misma
ebo. Que había prestado el carro; les pidió que presenciaron como el c
truenos y lanzaría rayos; el problema era que estaba así, en las nubes no había una gota de lluvia en tod
Faetón, la explosión aspiro la bola de fu
ió girando
los, las riendas rotas, los despojos, cayeron por el espacio, ruedas destrozadas giraba
jando un rastro de vapor se precipitó a la tierra co
flujo caliente del ancho. Heridano apagó
o junto con las breves ya más fácil antes de las tres lenguas
carro de Sol, Su fuerza solo humana; y
n que no hubo nada de sol ese día ,pero los fuegos de la
a busco por toda la tierra los miembros o los huesos del muchacho. D
n sobre la tumba del hermano, clamaban sin cesar al que nunca podría ir las lo llorar
a que al fin, Faetusa, al tratar de postrarse en la ti
darla vio que sus propios pi
e los cabellos se arr
co de un árbol le aprisionaba
r sus brazos torciendose ha
árbol áspera y estriada fue subiendo por sus cuerpos ,garganta, su rostro
o a otro en terror creciente moverse de aquí p
la corteza mordiendo las ramas ,un líquido como
nos hiere, aunque somos árboles, aún so
fa como lágrimas que a la luz del sol se hicieron sólidas como el ámbar, golpeaban en las ramas grandes pa