El Juego Mortal de Amor de Mi Hermanastro
MI
re, el tintineo de las copas de champán marcando la celebración de una nueva unión. Mi unión. Los invitados se mezclaban, vestidos con sus mejores galas
ada, sin embargo, seguía desviándose hacia la entrada, un impulso primario e inquieto de buscar a un fantasma.
peó. Sofía apretó mi brazo, su sonrisa inquebrantable. Pero
estab
rror. Recuerdo empujar la puerta torcida, tratando de liberarla, tratando de calmar sus gritos frenéticos. Mi prioridad había sido sacarlpor completo, abso
entras los escombros ardientes caían sobre sus piernas. No lo había visto suceder entonces, no directamente. Había estado demasiado ocupado ayudando a
un trauma severo, una posibilidad de daño en los nervios. Pero lo había ignorado, concent
u rostro una máscara de preocupación. Estaba marcando de nuevo, con el ceño frunci
ianca siempre ha sido dramática. Aparecerá cuando
llando con un raro desafío. -Es mi hija
despectivo con la mano. -E
frío y rastrero me atenazó. Bianca siempre ca
propias respuestas murmuradas... eran sonidos sin sentido, ruido de fondo para
erfectamente tallado brillaba bajo las luces. Pero mi mente estaba
me había desarmado. Sostenía una anilla de aluminio torcida de una lata de refresco, su plata opaca brillando en la
orprendido. -¿Una anilla de lata? ¿Me estás
e a todo lo demás. Y estoy marcando mi territorio. Eres mío. Y yo soy tuya. ¿Entendido? -Hab sus ojos... era más real, más potente, que el brillante diamante en mi mano. Era un contraste crudo, un testimonio bruto agudo e impaciente. -¿D
hacerlo. No podía poner este símbolo de un futuro hueco en el dedo de Sofía, no cuando el fantasma de la promesa de la anilla de Bianca ardía ta
ega búsqueda de ella, había aniquilado a la única persona que realmente me vio, que realmente me amó. La única p
se descompuso, pura confusión. Los invitados jadearon. El rostro de mi
n mi corazón, había sido un vínculo genuino, un compromiso feroz y protector
poderoso e innegable. Cada acto de crueldad, cada golpe calculado, había sido un intento desesperado de protegerme de la aterradora realidad de que me esta
nciado, la había lisiado, la había alejado. Y al hacerlo, había silenciad
güe, intentaba frenéticamente llamar a Bianca. -No cont
o una máscara de furia. -¿Qué signifi
ncertados de los invitados, luego se posó en Corina. -B
aba en el auto, Damián. En la ambulancia. Estaba gravemente herida. -Su voz se que
ue una vez me mantuvieron cautivo en un abrazo. Las piernas que había visto torcidas y aplastadas, envueltas en llamas, mientras salvaba a otra persona.
de mi venganza, de mi indiferencia, se derrumbó a mi alrededor. Todo lo que quedaba era
n, ignorando los susurros de asombro, los gritos de enojo de mi padre. Mi corazón era un tambor frenético contra mis costillas, haciendo eco de la urgencia dentro d