Mi Norte Verdadero tras su engaño
ñero familiar y no deseado. Erick, con el rostro pálido y grabado con preocupación, sostenía mi mano
o consuelo, pero que ahora solo intensificaba las náuseas que se revolvían en mi estómago-. Estaba tan preocupado. El doctor dijo que colapsaste por agotamien
mente devastado. Se inclinó, pres
as una semana libre, pagada. Tú solo concént
Su actuación era impecable, su preocupación tan creíble que casi me hizo dudar de mis propios ojos. Pero las
quedaba lucha, ni energía para gritar o llorar. Simplemente observé cómo revoloteaba por la habi
da meticulosamente en mi mano. Nunca se perdió un cumpleaños, un aniversario o cualquier pequeño hito, siempre con un regalo considerado. Cuando me propuso matrimon
voz quebrándose por la emoción-. No puedo imaginar una vida
miga, había desconf
preocupación y desdén-. Es demasiado suave, demasiado encantador. Ten cuidado. -Yo, siempre la pacifi
cho en Guadalajara, yo a marketing en la Ciudad de México-, lloré durante días. La id
de derecho que Erick. Lo vigilaré por ti. Si tan solo mira a otra chica, te lo diré de inmediat
k, medio en broma: «Janessa va a ser mis ojos y oídos allá, ¡así que nada de
Eres la única p
za, de mi generosidad, de mi fe ciega. Sabían que rara vez revisaba las redes sociales, confiando en sus actualizaciones directas. Sabían que estaba demasiado ocupada, demasiado dedicada a
la mesita de noche. Vibró. Su madre. La señora Williams. Se me revolvió el estómago. Sabía que no me a
uego lo
iams -dije, mi voz
esa chica? ¿Finalmente dejaste a ese cajero automático, Clara? ¿Vas a traer a Janessa
atrapado en una jaula. «Cajero automático Clara». «Janessa a cenar». «Collar de di
r, mi voz temblando-, ¿de qu
to al otro lado, luego
ue finalmente le propondría matrimonio a Janessa! ¿Qué le hiciste a mi hijo? ¡Ustedes, las mujeres de carr
cortó en mi man
tra, llamándome cajero automático, celebrando su traición y eligiendo un collar de di
». Mis dedos, todavía temblando, lo levantaron. Estaba bloqueado. Un código de cuatro dígitos. El cumpleaños de Janessa. Mi mente recordó
tec
alla se
o y esponjoso, ahora crecido, sentado entre ellos, completando su perfecto retrato familiar. El fondo de pantalla era una foto de J
brió su historial de chat. El
. Solo aguanta un poco más. Te extraño mucho. Pero no te preocupes, ya casi somos libres. Es ta
». «Siempre quejándose de su vida en la Ciudad de México». Mi mejor amiga.
ado. El dolor seguía ahí, un dolor sordo, pero ahora estaba eclipsado por
una respues
hospital
a en
minado. Y yo estab