Mi Norte Verdadero tras su engaño
sa preocupación. «¡Oh, Dios mío, Clara! ¡Estás despie
Erick de nuevo en la mesita de noche, asegurándome de que estuviera exactamente como lo había encont
erfectamente cortada en la mano. Sonrió, una expresión
. Tu favorita.
bellino de angustia fabricada, entró corriendo, con los ojos muy abiertos po
Erick me dijo que te desmayaste. Lo siento tanto, tanto que te ha
a inquebrantable. Una pequeña
ué, Janessa? -Miré fijamente a Erick, que todavía sostenía el plato
resquebrajaron. Los ojos de Erick se lanzaron hacia Janessa, un mens
ido para pensar, d
esté. Castígame. Clara se lo merece. -Bajó la c
cia. Pero levantó la mano, su palma conectando con la mejilla de Erick con una bofeta
ás feliz ahora? ¿Ves, Erick? Hiciste que Clara se molestara. Realmente necesitas ser más cuidadoso con s
uvo su expresión contrita. Luego t
do el derecho a estar enojada conmigo. Toma, com
su mano, mis ojo
z un hilo de seda, cortando la espesa tensión en la habi
rostro perdiendo todo color. Janessa jadeó, su mano volando hacia su dedo anular izqui
sesperadamente una explicación-. Clara, nena, ¿te sientes bien? Estás diciendo tonterías. Erick y yo solo somos amigos, lo sabes. Debes
itio, me miraba, su boca abrié
el jugo aterrizaran de lleno en la cara d
! -Mi voz se elevó, ganando fuerza con cada palabra-. ¿Te preocupan mis sentimientos? ¿Te preocu
lencio sofocante descendió sobre la habitación. Mis amigos, que habían estado escuchando desde
te la sandía de la cara. Se arrodilló junto a mi cama
es. No digamos nada de lo que nos arrepintamos. Iré a buscarte al
abía encontrado su voz, un
óxima semana, ¿recuerdas? ¡A encontrar el amor allí! ¡Voy a pasar todo mi tiemp
e cubrir sus huellas, sus mentiras desesperadas, eran casi cómicos. Justo en ese momento, e
ién podría ser esta vez? ¿Otro
ente rígido. Intentó empujarlo sutilmente d
, mi voz baja y pelig
ego de vuelta a mí. Su rost
a llamada de traba
la furia contenida
de sus labios. Lo sabía. Sabía que el juego había ter
u voz era t
lmente te habías librado de esa mujer mandona! ¿Ya le propusiste matrimonio a Janessa? La familia está tan emocionada de tenerla como nuestra nuera. Es mucho más refinada, mucho más
y aterrorizado gemido, sus rodillas cediendo. Se habría caído si Erick no la hubiera atrapado instintivamente, acercándola.
el dolor agudo de la traición. Era una decepción fría y silenciosa. Decepción p
de miedo y culpa-. Todo ese trabajo duro, todos esos años escondiéndose, todas esas mentiras cuidadosamente hiladas. ¿Todo para qué? Solo para ser expuestos por una llamada telefónica de su cariñosa madre. -Reí de nuevo,
con lágrimas corriendo por su rostro.
Por favor! ¡Dé
mi mano como si su ta
los a ambos, presumiendo su «amor» y sus mentiras, me hace sentir
ontrolablemente. Erick, con el rostro como una
entiende. Es anticuada. Puedo explicarlo todo.
pura e inalterada rabia, no de tristeza. Me senté lentamente, mis ojos fijos en Erick, l
ndo con una terrible claridad-. Vine hasta aquí, miles de kilómetros, para sorp
y abiertos por la incredulidad. Janessa dejó de sol
. Mi hermana. Imaginé que estarías a mi lado, en mi boda, celebrando mi felicidad. -Hice una pausa, dejando que todo el peso de mis sueños destrozados colgara en el aire-. Pero en cambio -dije, mi voz elevándose-, tuve que verte proponerle matrimonio a ella. Mi novio, proponiéndole matrimonio a mi