La Cicatriz de un corazón
cho tiempo. El olor a desinfectante, mezclado con la humedad metálica de la sangre y los ecos de pasos apurados, le golpeó
s él... -dijo, co
s, enfermeros y médicos intentando organizarse frente a la sala de observación. El murmullo era un torbelli
si buscara enemigos en cada esquina. El sudor le empapaba la frente, la camisa estaba pegada a su piel, y cada músculo de su cuerpo vibraba de tensión. Cuando uno de los médico
o de Clara. -Nadie pued
o de instante que separaba a los psicólogos de vocación de los que
ijo con voz firme, aun
retroceder. Clara entró despacio, sin brusquedad. Cerró la puerta tra
echo como si esperara un ataque. Clara reconoció el patrón: despersonalización, flashback severo, episodio de estrés postraumático en su fase más cruda. Lo había estu
hacia él, como si se presentara ante un an
en un tono grave y constante- No es
s abismos de miedo y furia. Clara d
do arde -continuó- Pero no. Estás en un hosp
asmas que solo él podía oír. De pronto agarró la bandeja de instrumentos de al lado y la hizo
ás fuerte, el tono de alguien que co
si su mente se esforzara en enfocar
cuerdas mi voz? -pregun
ficultad, los labios secos, pero sus ojos emp
recuerdas? Estaba caliente, como ahora tu piel. No
. Clara sintió el filo del fracaso
n esta sala. No hay balas, no hay bombas, no ha
a en el aire, un puente tendido. Ethan la miró, jadeante, como si calculara si confiar o
rro. -Uno, inspira. Dos, su
ó el gesto, al principio descoordinado, luego más acompasado. Sus hombros bajaron lentamente, s
e él. Con extremo cuidado, posó la mano sobre su antebrazo. El contacto fue
urró, con v
irme, pero con dulzura
hacia adelante, y Clara lo sostuvo con toda la fuerza que pudo. Sintió sus temblor
piraciones, mezcladas en un mismo compás. Cuando Clara levantó la mirada, los méd
su hombro. -No quería vo
marea de emociones. Lo abrazó un poco más
lí. No voy a de
sado, aunque sus cicatrices aún lo persiguieran. Clara lo ayudó a recostarse con suavidad en la camilla. Señaló a los médi
da sobre la suya. Por dentro, se repetía que debía mantener distancia profesional, que aquel hom
ado a uno con tanta crudeza, con tanto filo humano. Y en medio del caos, comprendió que estaba entrando en u
ía a ser la misma. Ethan no era solo un exmilitar con cicatrices: era una herida abier
, supo con una certeza incómoda que ya est