Su Amor Imprudente, Su Amargo Final
la sala de estar. En el momento en que cruzó la puerta, Santi
-dijo s
rció. La estaba tratando co
aminar hacia las escaler
xtraña y conciliadora-. Ximena tiene un antojo. ¿Podrías prepararl
una vez había llamado su favorita, la sopa que le había preparado inn
ra mejor-. El olor a comida le da asco. -Hizo un gesto hacia el cubrebocas
ble, a diferencia del de los demás. Era un
su rostro y su son
al. Este niño es nuestro futuro. Necesitas ayud
de su Santiago pero era un completo extraño. El ch
o, su voz plana
luego aliviado. Pensó que fina
é será tuyo, legalmente. Es tu boleto para
miró a l
una con
uál
e vuelta -dijo-. El qu
só que solo estaba siendo mezq
o valor, no tenía idea de que le estaba devolviendo la última pieza de su corazón. Una e
o y fue a la cocina s
. Santiago estaba dándole fresas a X
la mesa, tomó el relicar
os, esa extraña sensación de vacío regresó. Sentía como si estuviera viend
relicario. Lo abrió y miró la
des -susurró, sus ojos
la basura. Había terminado con él. Se abrochó la cadena alrededico fue pateada y se abrió c
s como tenazas en sus brazos, y la arrastraron escaler
na máscara de pura rabia. Le agarr
lo hicis
o le recorrió
stás habla
na está en el hospital! ¡Le pusiste vino a su sopa! ¡Sabes que es alérgi