LA REBELDE PRISIONERA DEL CRUEL ALFA
signo de preocupación por mi bienestar, pero me ignoró por completo. Para este momento, ya no tenía las man
e - le dije c
rme y se encog
no lo que se te dará
por su pecho, mirándolo a los
ha hambre - repetí, intent
ado, para volverse a
te mueres de hambre - respon
uchadas, y si seguía así, iba a morir de inanición. Así que, con todo el dolor en mi alma
co en la mano. Lo tomé y, para mi sorpresa, dentro había algunas
o esto que has hec
entó a
lograr lo que quiero, así que come b
o. Me sentí como un cerdo al que
o gentil contigo por gusto?
iba a alterarme con él, al menos no en esta oca
acer lo mismo, pero Eirik se sentó a mi lado. Lo volteé a ver y lo empujé. No d
- le dije, señalan
o caer sobre su pecho. Yo trate de alejarme,
ermes con Olaf - me dijo
re sus brazos. No quería perder otra noche
era vez que duermes con un
a y lo miré, lu
o con muchos mejor
gó el e
die, eres una me
render lo que me había tratado de decir.
, pero yo sí que tengo
erpo, ya que este emanaba calor, y la noche estaba muy fría. Poco a poco f
volviéndole el beso con pasión. Admito que el olor de este hombre me estaba volviendo loca, había algo en él que me atraía como un imán. Las manos de Eirik se deslizaron hasta mi trasero, apretándolo con fuerza. Me separé un poco de él y me s
una voz femenina
orazón. Me quedé en shock, toqué la flecha con mi mano y miré hacia abajo.
do sus afilados dientes. Yo me quedé quieta, en su espera. Levanté mi garganta y dejé que él la d
é a ver de dónde provenía, y allí de pie mir
n, golpeé lo que sea que me estaba abrazando
asa? ¡Me golpeaste
ando, mientras otros estaban aún dormidos. Volví a mirar a Eirik y este tenía los ojos azules. R
ntó, tratando de acercars
e de mí
era demasiado macabra. Yo me había deja