LA REBELDE PRISIONERA DEL CRUEL ALFA
perando el inminente momento en el cual me
estaban acomodando los troncos y la
en un cerdo y lueg
gritar y muchas pe
me convertirá e
llos creyeran que yo fuese una bruja. ¿Una bruja?
rtirá en cerdos a todo
rápido en mi otra vida y de una manera tan hor
valiente -dijo con una
co y miré a otro lado, pero fue peor; las miradas de esas personas er
infeliz!
a manera, la preocupació
se supone que eres una bru
miré
ste puto lugar se
que estaba tirada en el suelo,
va o te quema
torcha, pero era inútil;
uedo concentrar. Si me desamarras, t
ha y yo seguí soplando, como
lueve -me
ara y el bastardo
overá muchís
necesitaba que él
mentiros
ó aún más. Yo cerré
ueva ya!
ra mi mejilla. Yo abrí los ojos y lo miré;
ame -l
r a cántaros. Él se acercó a mí y me quitó las ataduras; yo caí como un b
ate -me
igroso. Miré de un lado a otro y empecé a correr. Si me queda
té de detenerme, fue imposible y terminé dentro del agujero. El olor a carne podrida inundó mi
grité con de
ada vez que intentaba trepar, era empujada hacia abajo.
grité con
gujero, se puso en c
ra pide que la lluvia se detenga o m
lancé a la cara; el barro se escurrió
y yo lo voy a d
fosas nasales. Esto ya estaba siendo demasiado; necesitaba salir de aquí y no hablo del puto hueco, ¡hab
ame, sé que está
rré de inmediato. Él empezó a subirla ha
ligrosa
co tenía ganas de huir, ya
n feo animal si te
son
domaré y me darás todo
pero entonces un par de hombres se acercaro
la otra manada se es
era obvio que no eran buenas noticias.
anla -o
ombres allí iba a tocarme, pero yo n
en paz!
gar, cueste lo que cueste. Corrí hasta que pude ver un bosque, corrí a prisa hacia él, pero fui tumbada por algo que me golpeó en
mía. No sé cómo lo hice, pero me levanté de un salto y corrí. Tal vez era inútil querer correr, pero no me iba a quedar allí esperando a ser devorada por esa bestia. Sentía el corazón a punto de estallar en mi
odo, pero seguía adelante, impulsada por el puro instinto de supervivencia. Sin embargo, un paso en falso me hizo perder el equilibrio
ía mucho tiempo. Miré desesperada a mi alrededor, buscando cualquier cosa que pudiera usar para defenderme. Mis man
sus dientes afilados refleja
y te juro que te g
retroceder, hasta que mi espalda se estrelló contra algo. Volteé la cabeza lentamente y miré sobre mi hombro.
e! -grité
brazos, como si pesa
bruja Eirik? -preguntó el
s lobos se unieron a nosotros, algunos se veían he
una bruj
í mis manos para no lastimar mi rostro, pero la
estamos buscando, Ivar no hubiera luchado como lo hiz
rgo, pero lo que más destacaba en él eran sus ojos. Unos brillantes y aterradores ojos azu
te juro que te hec
e acercó más a mí, y de un
pero sé que contigo conseg
sero. Respiré profundamente, tratando de calmarme; odiaba a este infeliz, y si de ve
-le grité
estaba segura de que lo despreciaba, tanto que me desconocía a mí misma. Las lágrimas de frustración emp