Violeta con V de Venganza
res gritos de su padre, estos se fueron apagando como si se ahogaran en las llamas. Permaneció tendida boca arriba sobre el piso sucio del granero escuchando los crujidos
DÍAS
e aquella desconocida abofetear su cara ―¡Vamos niña! ―gritó la m
sintió una ráfaga de agua fría en la cara. Elella, entornó la mirada hasta que sus ojos se acostumbraron a la
u nariz era prominente y sus labios muy delgados. La ausencia de cejas sobre sus ojos negros no le ayudaban en absoluto. S
ios como un silbido, se aclaró la gargan
su lado, se levantó del suelo
taba ambas manos abiertas a la altura de sus hombros. Dio un par de volteretas con
estía harapos, no parecía una cortesana del rey. La desbordante risa interrumpió su análisis d
nta con firmeza y la mujer la miró con l
tu juicio? ―le reprochó con serieda
eta no recordaba un j
nas de telas rojas y las puso al lado de Violeta ― todas aquí fuimos condenadas en un juicio ―agregó sac
Violeta se le encogiera el estómago. U
parte cubiertas de moho, el piso era de tierra. Las pequeñas ventanas por las que entraban los rayos del sol, estaban muy arriba como para asomarse en
e empezaron a proyectar en su mente, quiso levantarse, pero no pudo hacerlo, sintió un do
ta el ombligo. Su respiración empezó a agitarse, y tuvo la sensación de que una hoguera se encendía dentro de ella mientras recordaba. El viejo establo se había inc
ante la mirada atónita de la extraña a su lado. Las quemaduras
a hasta la mitad de su cintura, lucía blanquecina con los bordes de un rojo intenso. Daba la impresión de que le habían arrancado parte de la pi
ojos, se precipitaron como si el mar se desbordara desde dentro de ella. Empezó a gimotea
oleta se sintió segura. La mujer acarició el cabello azabache de Violeta y aquel contacto la hizo gimotear aun más―llora niña, llora todo lo que puedas ―dijo l