Grandes Esperanzas
ta Havisham, y me dirigió numerosas preguntas. Pronto recibí fuertes golpes en la nuca y sobre los hombros, y mi rostro fue
e que si describía a la señorita Havisham según la habían visto mis ojos, no sería comprendido en manera alguna; y aunque ella era, para mí, completamente incomprensible, sentía la impresión de que cometería algo así como una traición si a
rruaje a la hora de tomar el té, para que le diese toda clase de detalles. Y tan sólo el temor del tormento que me auguraba aquel hombre con sus ojos de pes
chook en cuanto se sentó junto al fuego y en el
ervando que mi hermana se apresu
.- Muy bien no es respuesta alguna. Explíc
y con la frente manchada de cal a causa de los golpes sufridos contra la pared de la cocina, el hecho es que mi obst
decir que
arrojarse sobre mí, y yo no tenía ninguna defensa, porque Joe estaba o
Deja a este muchac
a vuelta para situarme frente a frente, como s
ideas, dime cuántas libras, chelines
les, repliqué lo mejor posible y con un error de unos ocho peniques. Entonces el señor Pumblechook me advirtió
cuarenta y tres peniques. Después d
lo
, que, en realidad, ig
la cabeza, muy enojado ta
s peniques equivalen a siete cheli
ni
le con
instantáneamente un par de tirone
ok y que le dejó desconcertado. - Bueno, muchacho- dijo en cuan
o cruzó los braz
y morena-
ío-?preguntó
y de ello inferí que jamás había visto a la señorita Ha
blechook, engreído. Ahora va a
me gustaría que estuviese usted siempre aquí para do
te a preguntar? el señor Pumblechook. - Estaba sentad
ora Joe se miraron uno a otro
tapizado de t
el y una botella de vino en una bandeja de oro que hizo pasar por la ventanilla del coche
s all-í?preguntó el
perros-
eños o
no con otro por unas costillas de t
ja de
ora Joe se miraron otra vez,
do sometido a la tortura, y en aquellos momento
reguntó mi hermana- .En la habi
miraron
ue me disponía ya a hablar de cuatro corceles ricamente en g
guntó la señora Joe. -¿Qué
coche sedán. Ya sabe usted que ella es muy caprichosa, mucho...,
alguna vez en él? - p
jamás he sido admitido a su presenc
ía que usted había habla
mblechook que cuantas veces estuve
a de madera? No me digas ahora que no conoces este detalle. Sin embarg
s con band
mismo me asombro al recordar l
?- repitió
una bandera azul, yo una roja y l
tachonada de estrellas doradas. Además, todo
ó mi hermana. ¿De d
, conservas y píldoras. Además la habitación no entrab
iendo la cabeza con grave.- Pardo lo que he pod
én, vigilando, al mismo tiempo que plegaba con la
tivas estaban indecisas entre afirmar la existencia de aquel aparato extraño o de un oso en la fábrica de cerveza. Pero ellos estaban tan ocupados en discutir las maravillas que yo ofreciera a su consideración, que eludí el p