Te mereces todo mi amor
Autor: Ania Tepfer
GéneroModerno
Te mereces todo mi amor
¿Siete veces? ¿De verdad esa era la cantidad de veces que tuvieron sexo?
Ante esto, Edmund sintió que estaba comenzando a perder la compostura.
"Kathy, ¿no dijiste que él ni siquiera te gustaba?".
"Sí. Ciertamente solía pensar que era muy molesto, pero...", respondió Kathryn, fingiendo timidez, "Él me confesó su amor anoche. Dijo que me amaba con toda su alma y que quería pasar el resto de su vida conmigo. Creo que me apresuré a juzgarlo y lo malinterpreté. De hecho, para ser honesta contigo, ahora pienso que Willard es un buen hombre".
Incapaz de seguir reprimiendo su ira, Edmund la interrumpió y espetó con dureza: "¿Y qué hay de mí? ¿Has pensado en mí?".
Con un cúmulo de emociones atormentándolo, él se humedeció los labios y continuó: "¿Cómo puedes estar enamorada de él? Y bueno, si las cosas son así, ¿entonces qué pasa conmigo?".
"¿De qué diablos estás hablando?", Kathryn frunció el ceño y añadió en voz baja, "Willard es mi esposo y estamos legalmente casados. ¿No es normal que me enamore de él? Finalmente encontré al hombre de mi vida. ¡Si realmente te preocupas por mí, deberías estar feliz por lo que me está pasando!".
¿Era en serio? ¿Debería estar feliz por ella?
Edmund apretó los dientes con frustración e iba a decirle algo más cuando Kathryn lo interrumpió.
"Rayos, se está haciendo tarde. ¡Tengo que prepararle la cena a Willard!", con eso, ella salió de su auto, sacó sus bolsas de compras de la cajuela y entró a la casa.
Al principio, Edmund no le había creído una sola palabra, pero cuando reconoció el logotipo en las bolsas de compras que Kathryn llevaba, la ira comenzó a invadirlo poco a poco.
Se trataba de una conocida marca de ropa interior, la cual era particularmente popular por su sensual lencería.
¡Eso significaba que ella la usaría cuando hiciera el amor con Willard!
Edmund estaba furioso pensando en esto cuando su celular comenzó a sonar con una llamada de Caylee.
En cuanto la línea se conectó, ella preguntó ansiosamente: "¿Has visto a Kathryn?".
"¡Todo es tu culpa!", Edmund exclamó enojado, "¡Kathryn y Willard tuvieron relaciones y ahora son una pareja feliz!".
¿Cómo diablos había podido haber ayudado indirectamente a Willard debido a la pésima idea de Caylee?
Cuando escuchó las palabras del hombre, Caylee sintió como si alguien le vaciara un balde de agua helada encima.
"No me interesa cómo lo logres, pero tienes que hacer que Kathryn se case conmigo. De lo contrario, ¡me aseguraré de que te arrepientas de haber nacido!".
Kathryn le pidió a Norah que preparara una cena romántica a la luz de las velas, y cuando todo estuvo listo, la dejó salir temprano.
Luego, fue al dormitorio y se puso uno de los sexys conjuntos de lencería que había comprado esa misma tarde.
¡Era imposible que Willard se le resistiera!
En la oficina del CEO de Grupo Ellsworth, Marcus, el secretario, entró con una taza de café que había preparado y la colocó obedientemente sobre el escritorio.
Entretanto, Willard estaba sentado en la silla principal y miraba por el ventanal, absorto en sus pensamientos.
A pesar de que llevaba más de siete años trabajando para él, Marcus todavía no podía adivinar lo que pasaba por su mente cuando se ponía así.
"Está comenzando a anochecer, señor Ellsworth. ¿No cree que es hora de irse a casa a descansar?", sugirió respetuosamente.
¿Irse a casa?
No fue hasta ese momento que las palabras que su esposa le dijo más temprano ese día aparecieron en la cabeza de Willard, haciéndolo sentirse dudoso.
Entonces, enseguida se puso de pie y dijo: "Sí, creo que tienes razón".
Pero tan pronto como se levantó de su asiento, Caylee tocó la puerta de su oficina y entró a paso firme.
Al verla, Marcus preguntó cortésmente: "Señorita Ramsey, ¿qué la trae por aquí?".
"Willard, ¿puedo robarte unos minutos? Necesito hablar contigo sobre algo importante", mirándolo fijamente, Caylee agregó, "Se trata de Kathy".
La mención de Kathryn despertó el interés de Willard, quien cuestionó: "¿Qué sucede con ella?".
"Mi prima siempre fue la consentida de su padre desde pequeña, y por eso vengo a decirte que no fue su intención lo que hizo ayer. Te suplico que no malinterpretes a Kathy, después de todo, ella no es una chica fácil. Es solo que como creció con Edmund, sigue teniendo una conexión especial con él...".
Aunque Caylee estaba supuestamente defendiendo a Kathryn, había un mensaje implícito e incriminatorio en sus palabras.
La expresión severa de Willard no cambió, pero sus ojos se volvieron sombríos al darse cuenta de lo que la mujer estaba insinuando.
"Te pido que no...".
"Gracias por venir a explicar lo que sucedió en nombre de tu prima", viendo a Cayleen con indiferencia, Willard respiró hondo y añadió, "Sin embargo, Kathryn es mi esposa, así que no necesito los consejos de nadie".
Caylee quiso responder pero se había quedado sin palabras, ¡no esperaba que el hombre tuviera esta reacción!
Entonces, Willard se aclaró la garganta y su tono se volvió más gélido cuando ordenó: "Marcus, acompáñala a la salida".
Después, se despidió de su asistente y salió apresuradamente de la oficina.
Mientras tanto, en casa de la familia Ellsworth, Kathryn estaba tranquilamente sentada en la terraza del segundo piso.
La villa con jardín en la que residían había sido preparada especialmente por Willard, y además de tener una decoración de estilo victoriano que tanto le encantaba a Kathryn, era de dos plantas y cubría un área de mil metros cuadrados.
La terraza del segundo piso también había sido lujosamente decorada. Tenía una vista increíble y hasta se podía observar el rio cercano, volviéndolo un espacio perfecto para relajarse.
Poniendo la mano sobre su barbilla, Kathryn recordó su vida anterior y se perdió en sus pensamientos.
En ese entonces, Willard nunca le dijo que la amaba, pero sus acciones fueron suficientes para mostrar cuánto la cuidaba y adoraba.
Para empezar, si no la quisiera, jamás habría gastado tanto de su tiempo y energía en ella. Sin embargo, la mujer había sido demasiado tonta para darse cuenta.
Cuando salió de su aturdimiento, Kathryn consultó su reloj y vio que ya casi eran las ocho de la noche.
Dado que su marido aún no volvía a casa, ella sacó su teléfono y le envió un mensaje: "Cariño, ¿a qué hora regresas?".
Willard iba bajando las escaleras cuando recibió el mensaje y lo leyó.
Sorprendido, él parpadeó varias veces y clavó su mirada en el piso con emociones encontradas.
¿Qué diablos estaba tratando de hacer esta mujer?
Volviendo a sus sentidos, Willard se apresuró a la terraza.
Tan pronto como lo vio, Kathryn levantó la vista y le dedicó una brillante sonrisa: "Hola, cariño. ¡Qué bueno que llegas!".
Al ver a su esposa, Willard se quedó boquiabierto.
Kathryn llevaba puesto un camisón color rojo ardiente, cuyo pronunciado escote acentuaba sus pechos regordetes y su cintura esbelta, haciéndola lucir más sexy que de costumbre.
Se veía tan hermosa y sensual que Willard estaba mudo, su manzana de Adán se movió y sus largas piernas se pusieron rígidas.
Satisfecha con la reacción de su marido, Kathryn parpadeó inocentemente y dijo: "Ven, siéntate. El bistec se está enfriando".
Luego de mirarla de arriba abajo, él caminó hacia ella, se quitó la chaqueta del traje y la colocó sobre sus hombros.
Entonces, tosió torpemente y murmuró: "Está haciendo mucho viento esta noche. Ten cuidado o te resfriarás".
Kathryn no pudo evitar fruncir levemente el ceño. ¿Era posible que un hombre fuera tan ajeno al sentido del romance?
¡Con razón no había podido ganarse su corazón en su vida anterior!
"No tengo frío", Kathryn se quitó la chaqueta del traje y la dejó a un lado con decisión, "Bueno, pues yo sí tengo hambre. ¿Qué te parece si empezamos a comer?".
Pero Willard no respondió. En cambio, miró hacia la terraza donde las cortinas flameaban suavemente con la brisa, además de notar que todo estaba hermosamente decorado.
Después, fijó sus ojos en la mesa, donde había comida occidental, vino tinto, velas encendidas, rosas frescas...
Aunque no tenía sentido del romance, él se percató de algo, así que hizo una breve pausa y preguntó: "¿Preparaste esto especialmente para mí?".