Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Novia del Señor Millonario
Extraño, cásate con mi mamá
No me dejes, mi pareja
El réquiem de un corazón roto
El dulce premio del caudillo
Renacida: me casé con el enemigo de mi ex-marido
Diamante disfrazado: Ahora mírame brillar
La noche más larga de Avy
Avy Wong observaba su reflejo en el espejo del baño del bar El Paraíso. Sus ojos hinchados y enrojecidos por el llanto contrastaban con el maquillaje que había intentado aplicar unas horas antes. Su cabello negro, siempre perfectamente peinado, ahora caía en mechones desordenados alrededor de su rostro. Las lágrimas seguían surcando sus mejillas, y con cada una sentía cómo su corazón se desgarraba un poco más.
—Mañana se casa y no es conmigo —dijo en un susurro apenas audible.
Aferrada al lavabo, luchaba por controlar los temblores en sus manos. Su mente era un torbellino de recuerdos: la amistad era un obstáculo. Las risas compartidas con Marcus, las tardes bajo el sol de verano, las noches en las que soñó con un futuro juntos. Todo eso parecía tan insignificante ahora.
Cuando regresó tambaleándose a la mesa donde la esperaba Kelly, su amiga levantó la vista y la recibió con una mezcla de preocupación y ternura.
—Avy, ya basta —dijo Kelly mientras apartaba la botella que su amiga había estado bebiendo—. No puedes seguir así.
—¿Y qué esperas que haga, Kelly? ¿Qué me levanta y aplauda en su boda? ¿Qué sonría mientras le dice “sí, acepto” a otra mujer? —soltó Avy con la voz quebrada, dejando caer su peso sobre la silla—. Duele… Duele más de lo que puedo soportar.
Kelly tomó las manos de su amiga entre las suyas.
—Lo sé, Avy, pero Marcus tomó su decisión. No puedes seguir cargando con este amor que te está destrozando.
Avy soltó una amarga carcajada.
—¿Crees que no lo sé? ¡Claro que lo sé! Pero mi corazón no entiende razones, Kelly. Él siempre ha sido mi mundo, incluso cuando yo no era el suyo.
El ambiente del bar, lleno de risas y música, parecía burlarse de su sufrimiento. Avy tomó un sorbo de agua, intentando calmar la opresión en su pecho, pero los recuerdos seguían regresando.
—Recuerdo cuando éramos niños —dijo con la mirada perdida—. Marcus me prometió que siempre estaría conmigo. Yo pensé que esa promesa significaba algo…
Kelly suspiró, resignada.
—A veces, las promesas de la infancia no sobreviven a la realidad, Avy. Y tú mereces algo más que palabras vacías.
En ese momento, Eliezer, el hermano mayor de Avy, apareció en el bar. Había llegado corriendo tras la llamada de Kelly. Al verla en ese estado, su ceño se frunció.
—Avy, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó con tono severo mientras la ayudaba a levantarse.
—¿Qué parece que hago? —replicó ella con voz arrastrada—. Estoy intentando olvidar… aunque sea por unas horas.
—Vas a terminar destruyéndote si sigues así —dijo Eliezer mientras la cargaba en brazos.
Avy no se resistió, simplemente apoyó la cabeza en el hombro de su hermano y comenzó a llorar.
—Él no me ama, Eli… Nunca me amó —susurró antes de quedarse dormida.
Horas después, mientras Avy dormía en el departamento de Eliezer, este decidió llamar a Marcus. Habían sido amigos toda la vida, pero esa noche, Eliezer sentía que necesitaba respuestas.
—¿Qué pasa, Eli? —preguntó Marcus al otro lado de la línea.
—Te llamo porque estoy preocupado por mi hermana —dijo Eliezer directamente—. Kelly me llamó para decirme que Avy estaba mal, y cuando fui por ella, estaba destrozada.
Hubo un silencio al otro lado de la línea.
—¿Está bien? —preguntó Marcus finalmente, con un tono que intentaba sonar despreocupado, pero no lo lograba del todo.
—Está dormida ahora, pero claramente algo la está afectando. Kelly dice que necesita olvidar y sanar, y yo creo que está enamorada de alguien que no le corresponde.
Marcus sintió un nudo en el estómago. La idea de que Avy estuviera sufriendo por otro hombre lo enfurecía de una manera que no entendía.
—¿Enamorada? No digas tonterías, Eli. Avy no tiene novio.