Mi Amor, Un Ensayo General

Mi Amor, Un Ensayo General

Gavin

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Mateo vivía en un amor secreto de cinco años con Sofía, su alma gemela ideal, posponiendo incluso su boda arreglada por la esperanza de un futuro juntos abiertamente. Su felicidad se hizo polvo al oír a Sofía confesar, sin saber que él escuchaba, que su relación era solo un "proyecto" para ganar experiencia con hombres "serios" y así prepararse para su verdadero amor, el poeta Leo. La impactante revelación enfermó a Mateo hasta el punto de que Sofía, aun después de que él salvara su vida en un accidente, siguió priorizando obsesivamente la "salud" de Leo. Humillado públicamente, viendo cómo su amor era denigrado a un "ensayo", Mateo se ahogaba en el dolor de la traición mientras Sofía lo trataba como un extraño. Cada recuerdo, cada "te amo", se convirtió en una puñalada insoportable al entender que había sido un tonto utilizado para un juego cruel y sádico. ¿Cómo pudo haber sido tan ciego, tan cándido, ante la depravación de la mujer que creía amar? Sumido en la amargura, Mateo tomó una decisión irreversible: borrar a Sofía de su vida, abandonar Buenos Aires y aceptar el matrimonio de conveniencia con su amor de la infancia, Valentina, buscando paz lejos de su cruel engaño.

Introducción

Mateo vivía en un amor secreto de cinco años con Sofía, su alma gemela ideal, posponiendo incluso su boda arreglada por la esperanza de un futuro juntos abiertamente.

Su felicidad se hizo polvo al oír a Sofía confesar, sin saber que él escuchaba, que su relación era solo un "proyecto" para ganar experiencia con hombres "serios" y así prepararse para su verdadero amor, el poeta Leo.

La impactante revelación enfermó a Mateo hasta el punto de que Sofía, aun después de que él salvara su vida en un accidente, siguió priorizando obsesivamente la "salud" de Leo.

Humillado públicamente, viendo cómo su amor era denigrado a un "ensayo", Mateo se ahogaba en el dolor de la traición mientras Sofía lo trataba como un extraño.

Cada recuerdo, cada "te amo", se convirtió en una puñalada insoportable al entender que había sido un tonto utilizado para un juego cruel y sádico.

¿Cómo pudo haber sido tan ciego, tan cándido, ante la depravación de la mujer que creía amar?

Sumido en la amargura, Mateo tomó una decisión irreversible: borrar a Sofía de su vida, abandonar Buenos Aires y aceptar el matrimonio de conveniencia con su amor de la infancia, Valentina, buscando paz lejos de su cruel engaño.

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El zumbido del aire acondicionado en el aeropuerto apenas disimulaba el silencio entre Ricardo y yo; nuestro viaje a Oaxaca, planeado por meses como una pre-luna de miel, de repente se sintió como un último aliento. Justo cuando Ricardo me preguntaba si estaba emocionada, con esa sonrisa perfecta suya, vi a Elena. Venía hacia nosotros con su hija Isabella, esa influencer de viajes, la ex de Ricardo, la madre de su única conexión con un pasado que yo intentaba ignorar. La voz de Elena, demasiado alta, anunció que ellas también iban a Oaxaca, y la sonrisa de Ricardo se congeló, aunque rápidamente la transformó en una máscara de sorpresa forzada. Luego, la pequeña Isabella, con los ojos de su madre, se escondió detrás de Elena, mirándome con una evaluación inquietante, no la inocencia de una niña. Elena, con una falsa dulzura, comentó sobre mi atuendo: "Qué bonito tu conjunto. ¿Lo diseñaste tú?". Sabía que lo decía para recalcar que mi profesión era un "pasatiempo caro", algo que mi familia, y a veces Ricardo, creían. Y entonces, sin que yo pudiera procesar la humillación, Elena pidió sentarse con nosotros en el avión, alegando que Isabella "se sentía mal". Ricardo, en lugar de poner límites, solo miró a la niña que convenientemente empezó a toser de forma exagerada, y cedió. Nuestro espacio para dos se hizo añicos, y me encontré sentada al otro lado, una extraña en lo que debería haber sido nuestro viaje de prometidos, mientras Ricardo les ponía caricaturas a Isabella y Elena le acariciaba el brazo. Cuando en el avión me pidieron cambiar mi asiento de primera clase por uno en turista para que Elena y su hija pudieran estar junto a Ricardo, vi la súplica en sus ojos: "No armes un escándalo, Sofía". No dije nada, solo tomé mi bolso y me fui a la fila de atrás, sentándome junto a un extraño, mientras los veía desde la distancia. Vi cómo la mano de Elena descansaba sobre la de Ricardo, cómo él le abrochaba el cinturón a Isabella, cómo reían y murmuraban, creando una burbuja a la que yo no pertenecía. El avión despegó y Ricardo, reclinado con Elena en su hombro, ni siquiera me buscó con la mirada. En ese momento, supe que no era solo el viaje lo que no había terminado antes de empezar, sino mi relación. La humillación continuó en Oaxaca, donde Elena monopolizó a Ricardo, quien ignoró mis diseños para escucharla. Al día siguiente, me desperté sola con una nota de Ricardo: "Fui con Elena a llevar a Isa a un tour... Te amo". "Te amo", la palabra se sentía tan vacía. Entonces lo vi en Instagram: Elena había subido una foto de Ricardo con el pie de foto: "Mío". Y el comentario de mi propio hermano, Diego: "¡Cuñado! ¡Se te ve increíble! Disfruten. Elena, cuídalo bien". Mi propio hermano estaba del lado de ella. El último clavo fue el comentario de Elena, respondiéndole a alguien: "Ricardo dice que Sofía es un poco aburrida para estos viajes, que no le gusta la aventura, jeje". Sentí el aire faltarme, la humillación pública era total. No era solo Ricardo, era mi familia, era el mundo que me había traicionado. Con las manos temblorosas, abrí mi celular y busqué el nombre de Ricardo. Presioné "Bloquear contacto". Y luego, con una sonrisa amarga, cancelé su boleto de avión de primera clase, el que yo le había regalado por su cumpleaños, dejándolo varado. Mi guerra había terminado.

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