Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Novia del Señor Millonario
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Mi esposo millonario: Felices para siempre
Una esposa para mi hermano
No me dejes, mi pareja
Regreso de la heredera mafiosa: Es más de lo que crees
Olivia Blake despertó con un sobresalto en una habitación que no reconocía. Las cortinas estaban cerradas, dejando entrar apenas un halo de luz que iluminaba el espacio de manera tenue. Su cuerpo estaba envuelto únicamente en una sábana, y su piel fría reaccionó al contacto con la brisa que se colaba por una rendija en la ventana. La confusión la embargó mientras su mirada recorría el lugar, intentando encontrar algo que le ayudara a entender cómo había llegado allí.
Fue entonces cuando sintió un dolor sordo en su entrepierna, una sensación que la hizo jadear y llevarse una mano al abdomen. Cerró los ojos con fuerza, y de repente, un destello de la noche anterior invadió su mente: ella, entrando en la habitación tambaleante, incapaz de enfocar del todo lo que sucedía, y un hombre que la atrapaba con firmeza, ignorando sus gritos y súplicas.
Las lágrimas brotaron de sus ojos al recordar fragmentos de lo que había sido una noche de horror. La rabia y la impotencia se entremezclaron en su corazón. Olivia apretó los puños, jurando para sí misma que encontraría al hombre que había destrozado su inocencia.
Con un esfuerzo titánico, se levantó de la cama, sintiendo sus piernas temblorosas bajo el peso de la realidad. Necesitaba vestirse, salir de esa habitación y obtener respuestas. Fue entonces cuando lo vio: sobre la cama, junto a la almohada, había un anillo de oro con un rubí en el centro. Su diseño era elegante y llamativo, algo que parecía pertenecer a alguien con mucho poder o riqueza. ¿Era del hombre que la había atacado? ¿Había dejado aquello a propósito, como una burla o una pista de su identidad?
Olivia se inclinó para tomar el anillo entre sus dedos, examinándolo mientras su mente intentaba encontrar algún significado en ese objeto. Su concentración fue interrumpida abruptamente cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe. Olivia retrocedió instintivamente, sosteniendo la sábana contra su cuerpo desnudo.
-¡Olivia!- La voz de su padre, Dereck Blake, resonó en la habitación. Su rostro estaba desencajado por la preocupación y la furia, y tras él entró Maia, la hermana gemela de Olivia, con una expresión fingida de angustia. Sus ojos se posaron inmediatamente en la cama desordenada, la sábana manchada.
-¿Qué ha pasado aquí?- exigió su padre, cruzando la habitación en pasos largos y firmes. Olivia sintió el peso de su mirada, pero no podía encontrar las palabras para explicar algo que ella misma apenas comprendía.
Los ojos de Dereck se llenaron de furia al observar las marcas en el cuello de su hija y la ropa dispersa por el suelo. Maia, a su lado, ocultó una sonrisa triunfal detrás de su mano, fingiendo sorpresa y desagrado.
Dereck señaló la cama con un dedo tembloroso por la ira.
-¡Esto es inaceptable, Olivia! -rugió-. Está más que claro lo que ocurrió aquí.
Olivia intentó defenderse, cubriéndose con la sábana, pero su voz salió temblorosa.
-Papá, no es lo que parece...
Dereck la interrumpió con un gesto brusco.
-¡No nos mientas! Todos estábamos preocupados por ti, llamándote toda la noche. Ahora entiendo por qué no contestaste. ¡Te estabas revolcando con un hombre!
-¡Eso no es verdad! -exclamó Olivia, con lágrimas en los ojos, intentando explicarse-. Yo... no recuerdo nada...
-¡Basta! -gritó Dereck, acercándose a ella de un paso firme. Con un movimiento rápido, la abofeteó con fuerza, haciendo que su rostro girara por el impacto.
Olivia soltó un sollozo, llevando una mano a su mejilla enrojecida. Maia, mientras tanto, bajó la mirada, pero la comisura de sus labios tembló con una sonrisa que apenas lograba contener. Su plan estaba saliendo a la perfección.
-Papá, por favor... -murmuró Olivia entre lágrimas-. No sé qué pasó. Alguien me... me drogó, me hizo esto...
Pero Dereck no escuchaba razones.
-¡Mira las pruebas en tu propio cuerpo! -espetó-. ¿Te atreves a negar lo obvio?
Olivia intentó acercarse, buscando apoyo en su padre, pero él levantó la mano nuevamente y le propinó otra bofetada, aún más fuerte. Esta vez, el golpe abrió su labio inferior, dejando un rastro de sangre que goteó sobre la sábana.