Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
La segunda oportunidad en el amor
Mimada por el despiadado jefe clandestino
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Mi encuentro con un misterioso magnate
Me llamo Mia recién había cumplido mis dieciocho años, aunque para mí no cambiaba nada a pesar de haberlos cumplido ya que tenía unos padres bastantes serios y como decían antiguos.
Digo decían porque la gente hablaba de ellos, vivo en un pequeño pueblo por lo tanto la vida de los demás estaba en boca de todo el mundo.
Yo estaba acostumbrada a escuchar a la gente hablar de otras por la calle, pero mis padres no le gustaban nada los comentarios que hacían la gente sobre su forma de vivir y también su forma de vestirse.
Si no fuera porque en mi instituto está obligado llevar falda mi madre se negaría rotundamente a que me pusiera una.
Pero como dije es una obligación del centro por lo tanto hay mis padres no podían controlar nada.
Pero si podían controlar mi vida diaria, tanto que mi madre me acompañaba a mi instituto todos los días y también me obligaba a ir a misa cada domingo.
Había tenido discusión sobre esos temas, nada servía que hablara mi padre me regañaba mandándome a rezar por mis pecados.
Dicen que cuando cumples los dieciocho años eres más libre comienzas a tomar tus propias decisiones sin que tus padres estén tanto encima de ti, pero en mi caso era todo lo contrario.
Tristemente por ser tan extraña y tener a unos padres aún más extraños que yo no tenía ni una sola amiga, tenía suerte porque por lo menos no se metían conmigo como hacían con otros, pero si tenía que escuchar algún que otro comentario fuera de lugar...
-¡MIAAA! ¡VAS A LLEGAR TARDE! - mi madre me grita desde las escaleras por quinta vez.
Me apresuro a cerrar mi mochila cogiendo mi chaqueta poniéndomela para después ponerme la mochila en mi hombro caminando a pasos apresurados.
-¡MIAA! ¡CINCO MINUTOS TARDE! - vuelve a gritarme mi madre, otra cosa de ella que había que estar mucho antes en mi centro por si pasaba algo, supongo que son cosas de madres.
-¡YA VOY MAMA! - la grito, aunque a los segundos ya estuviera bajando las escaleras.
-Lo ves - me señala consiguiendo que la mire frunciendo mi ceño. - Por ir tarde no te colocaste bien la camiseta tapate o se te vera él sujetador - me daban ganas de poner los ojos en blanco, pero terminaría con un castigo como tantos me toco por hacerlo ya que para mi madre era una falta de respeto a la otra persona.
-Está bien mama ya me la pongo bien - la digo dando un paso hacia atrás cuando ella se apresura a colocarla a su manera.
Termino por ponerme él ultimo botón cerrándola por completo, si fuera por mi madre iría a mi instituto hasta con él cuello tapado.
Mira que la humanidad había evolucionado y avanzado bastante, pero mis padres sin duda se quedaran atrás.
Una cosa era ir cuidadosa y otra cosa era esto exagerar por todo hasta por una camiseta mal puesta.
-¿Papa? - la pregunto al no verle.
-Tu padre ya se fue al trabajo Mia - camina hacía la puerta abriéndola.
Salimos caminando hasta la parada de autobús, cuando llegamos solo pasan unos segundos cuando llega el bus subiendo las dos juntas sentándonos en los asientos de atrás.
Otra cosa de mi madre decía que era mejor ir atrás del todo porque así la gente no te estaría mirando ni intentando robar o meter mano.
¿Quién iba a querer meterme mano precisamente a mi o a mi madre?
Yo lo veía como una gran exageración, pero no podía decirla nada porque entonces se formaría la tercera guerra mundial.
Me pongo mis auriculares cogiendo mi móvil poniéndome música solo por no escuchar a mi madre.
Otra cosa también era que me tenía mi móvil controlado para que no hablara con ningún chico, según ella todas las chicas de hoy en día tenían conversaciones con otros chicos subido de tono.
Mi madre decía que iban a ir al infierno por ser tan atrevidas...
Al cabo de unos quince minutos él autobús se detiene en la parada a unos cuantos pasos de mi instituto.
Caminamos hasta la puerta de la entrada de mi centro, me quito mis auriculares guardando él móvil dispuesta a escuchar lo mismo que todos los días.
-Mía ya sabes lo que tienes que hacer - comienza a decirme colocándome ella a su manera mi chaqueta fina. - Nada de portarse mal, estar pendiente de lo que dicen tus profesores y sobre todo de las materias sabes que si suspendes un solo examen no tendrás este año vacaciones - asiento con mi cabeza intentando no poner una mueca. - Y sabes que él móvil te lo dejamos que te lo lleves por si llega a pasar algo - vuelvo a asentir con mi cabeza.
-Si mama - la digo sin más deseando que se fuera.
-Un beso mi niña luego nos vemos - comienza a darme besos en mi mejilla y me separo casi a la fuerza mirando a mi alrededor avergonzada por si nos viera alguien.
-Adiós mama - la digo cuando ella se separa de mí dejándome por fin.
-¿Qué me tienes que decir? - sin poder evitarlo ruedo los ojos, pero como agacho mi cabeza esta vez no se da cuenta.
-Te amo mama que dios te bendiga - ella hace la seña de la cruz lanzándome un beso para darme la espalda e irse.