Juanita La Larga
ejorado de posición y de fortuna. Tenía una criada muy trabajadora, que barría y fregaba, y bajo la dirección de las se?oras guisaba también, dejando a estas el t
ita necesitase del ejercicio corporal y de mostrar y desplegar la energía de su sana naturaleza, Juanita, aun cumplidos ya los diecisiete a?os, gustaba de ir por agua a la fuente del ejido, allanándose a ve
para Juanita, la cual divertía a las otras muchachas con sus agudos dichos y felices ocu
Su pelo negro, con reflejos azules, estaba bien cuidado y limpio. No ponía en él ni aceite de almendras dulces ni blandurilla de ninguna clase, sino agua sola con alguna infusión de hierbas oloros
unos ricillos menudos que se sustraían a la cautividad en que tenía el mo?o los más largos cabellos. Por delante, recogido el pelo, dejaba ver la tersa frente, recta y chiquita, y sobre las sienes tenía grandes rizos sostenidos con horquillas que llaman por
ta, aunque no tenía la santa ignorancia ni había vivido con el recogimiento que recomiendan y procuran otras madres celosas, no hubiese pensado todavía en cosas d
parte, más que de afecto amoroso tenía trazas de fraternal cari?o. Quien lo inspiraba, compartiéndolo sin duda por menos inoc
decidido para todo, y singularmente para admirar a Juanita, a quien consideraba y res