Juanita La Larga
personajes principales que han de figurar en la presente historia; pero me
y habilidades; la mano derecha del cacique y la subordinada inteligencia que h
s reducidos términos, si no competía, se acercaba mucho al mérito de don Paco por
bodega, pero en lo restante casi tan buena como la de don Paco. Carecía de olivares y de vi?as, pero había hecho algunos ahorrillos, que, según la voz pública, pasaban de doce mil reales, y que iban creciendo como
os, sobre ocho reales al día, o dígase cerca de tres mil cada a?o. Y esto sin contar las adehalas, p
o perfume y despertaba el apetito de la persona más desganada cuando entraba por sus narices y por sus ojos. Sus longanizas, morcillas, morcones y embuchados dejaban muy atrás a lo mejor que en este género se condimenta en Extremadura. Y tenía tan hábil mano para todo que
ar las chucherías y delicadezas que las personas pudientes y sibaríticas suelen entonces mandar hacer para su regalo; por ejemplo, los hojaldres y las célebres empanadas con boquerones y picadillo de tomate y cebolla que s
a mano ni a la mente, acudiendo a las casas de los hermanos mayores de las cofradías para hacer las esponjosas hojuelas, los gajorros y los exquisitos pesti?os, que se deshacían en la boca y con los cuales se r
uede decirse de sus excelentes gachas de mosto. En oto?o, por ser cuando se dan los mejores frutos, se castran las colmenas y está fresca la miel, se empleaba Juana en hace
ebía o quería dar algún se?or del pueblo, ya con ocasión de boda o bautizo, ya para obs
an los celebérrimos bizcochos de yema, que sólo hacían unas monjas de Ecija, de cuyo secreto tradicional no se comprende por qué arte o ma?a prodigiosa ella había sabido apoderarse. Confeccionaba, por último, varios platos de
era que Juana, sobre ser la más sabia cocinera y r
ra ella, y ella cortaba vestidos con tanto arte y pr
para sus trajes de empe?o, cuando había que lucirlos ya en una boda, ya en una fe
eite, sino que ejercía también, aunque no estaba examinada ni tenía
gaban a ella, porque jamás se le había desgraciado ninguna criatura, y porque la madre como no fuese muy enclenque, a los sei
querida y estimada en Villalegre, consiguiendo que su severa y más alta sociedad