icon 0
icon TOP UP
rightIcon
icon Reading History
rightIcon
icon Log out
rightIcon
icon Get the APP
rightIcon

El idilio de un enfermo

Chapter 3 No.3

Word Count: 1560    |    Released on: 06/12/2017

primera, el expendedor le clavó una mirada honda y escrutadora, y le examinó detenidamente de la cabeza a los pies, preguntándose con curiosidad:-?Q

cabo de un cuarto de hora de pasear por aquel inmenso y sucio camaranchón, apareció un mozo con el rostro embadurnado también de c

eros a

edor desde la taquilla.-?Qui

epuso el mozo

a dicho a ti q

re

altaba más que estuviésemos aquí sujetos a la voluntad de los se?ores mozos!-Usted dispense, caballero-prosiguió volviendo los ojos a Andrés;-pero este mozo es más animal que el

como diciendo:-?Por mí

o por la sala co

sted factu

se?or; se

podía salir a dar algunas v

lero: el se?or gerente no tarda

che reservado, algo menos sucio que el que a Andrés le tocó en suerte. El hombre de la taquilla, después de apretar la mano repetid

s arranca

a, cual si le costase esfuerzos supremos remover el cortejo de vagones que le seguían; por ú

derramaba por él sin topar obstáculo en algunas leguas: el terreno solamente hacía leves ondulaciones. En el país donde nos hallamos, el más quebrado y montuoso de la Península, el valle de Navaliego constituye una feliz o desdichada excepción, según

estación. Allí se subió al mismo coche un matrimonio obeso que saludó cortésmente a nuestro viajero. Un hombre, calzado de almadre?as, gorro de pa?o negro y

aderas de un verde esmeralda. Andrés contemplaba con júbilo aquel exuberante follaje, que en la vida había visto, comparándolo con la empolvada pradera d

la parte exterior del

de va

L

fusión al matrimonio obeso). ?Ustedes por acá! Hace ya lo menos dos meses que no vienen a ver al chico: ya sé, ya sé

lo que dejo de

?Con esas espaldas y esas!... ?Va

pasando muy mal desde el día de San

elefante del marido.-Lo está pasando muy

ventanilla para seguir contemplando el paisaje. Al poco rato

mo espacio de campo. A trechos, sólo quedaba la anchura suficiente para el paso del riachuelo que corría por la ca?a

de la mayor apretura de la garganta, donde no había rastro de e

as ventanillas y mirar y remirar en vano,

ifica esta

e apeará aqu

?

na que las que ordinariamente despedían sus ojos revestidos de ca

de llegar a Piedrasblancas-dijo la mu

ad-dijo

lo a

é si

pedírselo? El no y

rcase. Vino el revisor, escuchó la proposición de la faz redonda y la halló un poco grave. Era comprometido para el maquinista y para él; ya

entos de su consorte. Negocio terminado. El tren pararía media legua ante

usted

esario para que marido y mujer dijesen a Andrés:-Buenas tardes, caballero, feliz

petable caudal corría por el medio: las colinas, que por todas partes lo circundaban, de mediana elevación y cubiertas de árboles. Allá, a lo lejos, los ojos del joven columbraron un grupo de chimeneas altas y de

l, mucho estrépito, muchas pilas d

iló un momento acerca d

gar al primer mozo

Claim Your Bonus at the APP

Open