Si piensan que les voy a contar otro relato más y en donde mi nombre sea el que mas se repite, ya pueden ir cerrando su libro. Me gustaría presentarme, pero esta historia no tratará de mi persona. A pesar de que tengo muchos diálogos internos, esta vez volveré a la realidad, por ello me centraré a contarle sobre las hazañas, peripecias, viajes al más allá y cosas épicas de Jenky. Y si ello me amerita no tengo porque precipitarme tan luego, comenzaré a detallarles la vida en este paraje.
En los valles del San Nikolas, la vida aún sigue su curso y las miradas de los vecinos que conforman aquel territorio siguen siendo cálidas. La llegada de la primavera ha traído consigo una jovialidad que muy pocos esperaban; pues el año anterior lo único que trajo esta estación fue una hambruna poco concebida por los más grandes intérpretes del asunto.
En sí, muchos jóvenes a raíz de esto tuvieron que migrar a la costa a ganarse el pan del día y consigo recibir un honorario que satisfaga para comprar productos de primera necesidad. Una vez conseguido este último lo enviaban a su alcurnia de primera consanguinidad.
Tanto fue la desesperación y angustia que algunos de aquellos efebos dejaron a sus prometidas y convivientes para poder sobrevivir en una tierra ajena. El desinterés en prever que algo malo pueda ocurrir también fue sus castigos pues no guardaron pan para mayo como se dice. Pero esta vez toda apunta a ser totalmente disímil.
Los sembríos ya están floreciendo y las plantas frutales están en una lozanía no antes vista por los milenials; sino por las personas del siglo pasado en donde las cosechas eran más mejores.
Aún se puede agorar como se llevarán las grandes maquinas para que hagan su función de sacar el grano de las vainas secas de los cereales. También Les de prever las esposas de aquellos agricultores llevan lis opíparos almuerzos para los que están dándole duro y parejo al trabajo tan dispendioso.
Como es común, niños y niñas también acuden a ayudar con sus pocos esfuerzos a sus padres, pues los consabidos en esta zona y como es normal en muchas partes de la zona rural, aquellos les hacen trabajar a sus hijos desde una edad en donde tienen esas ganas de ayudar. Es común la curiosidad en esta etapa.
Además, su misma filosofía de tales padres los lleva a enseñarles a trabajar desde temprana edad, pues creen que, si no hacen lo último, sus futuros representantes de su abolengo van a ser unos remolones y este último los va a llevar a la delincuencia como sucede muy a menudo en algunas partes de la zona urbana del país.
Por ello tanto hombres y mujeres aprenden a desempeñarse en cualquier trabajo que el campo otorga. Al parecer sus filosofías sobre el trabajo en la mayoría de los casos dan resultado. Pero a veces se ve alterado por la indisposición con que nacen algunos niños que en unos cuantos años se convertirán en jóvenes, que tienen por cierto una filosofía e ideología tan variada y completamente distinta a la de sus ancestros. Tanto así que su rebelión parece estar mas cerca de lo previsto.
Tal es el caso de Jenky Danko que desde que nació y fue concebido por sus padres lo trataron de una forma tan especial. Claro que para ella sus progenitores tenían que tragarse su orgullo y trabajar el doble de tiempo para darle una buena vida a este efebo, que dada las circunstancias se encuentra en esa etapa.
Las condiciones en esta zona no permiten darse el lujo de vivir tan acomodado o al menos que uno sea hijo de una autoridad de poder y que tenga buena remuneración.
Como los padres de Jenky no son tan acomodados y tampoco de extrema pobreza, sus vidas corren de una manera particular. Desde niño las caricias, los afectos y las estimas tanto de su prima Fanny como de su tía Margot no le faltaron. Siempre los buenos sentimientos hacia él, le bastaron y le aprovisionaron. A la par sus progenitores se cuidaban con diferentes métodos contraceptivos para no otorgarle un pariente más a él y con este se convirtió en hijo único como es de esperarse.
Sus estudios básicos de primaria los culminó satisfactoriamente en un colegio local estatal que se encontraba a unos escasos dos kilómetros de su apacible hogar. Claro que había otras instituciones de educación privados que daban mejores lecciones y donde se aprendía más. Pero para satisfacerlo por completo a su primogénito a uno de esos colegios le iban a matricular en cuanto comenzara a estudiar en la secundaria.