Novia del Señor Millonario
Mi esposo millonario: Felices para siempre
El arrepentimiento de mi exesposo
Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Extraño, cásate con mi mamá
Los Mellizos del CEO
El dulce premio del caudillo
El réquiem de un corazón roto
Yo soy tuya y tú eres mío
Ya no te amo, Sr. Exesposo
Por Evangelina
Estábamos en el colegio, en una reunión con todos los padres de los niños que comenzaban primer grado.
En general somos las madres las que vamos a ese tipo de reuniones, al menos dentro del colegio, porque esta institución, muchas veces nos citaban en el campo de deportes del colegio, los días domingo, para que participe toda la familia.
A veces eso es engorroso, sobre todo cuando los padres tenemos que trabajar en esos días, yo misma hice mil veces malabares cuando organizaban ese tipo de encuentros para el grado de Candela, mi hija mayor.
Nos vamos presentando los padres, muchos venimos de compartir el sector de jardín de infantes, por lo que nos conocemos bastante.
Hay quienes comienzan en primer grado porque vienen de otras instituciones.
-Buenas tardes, soy nueva en el colegio, me llamo Jimena y soy la mamá de Alejandro.
Dijo una chica muy simpática.
Le dimos la bienvenida.
-Hola soy Evangelina, me dicen Evi y soy la mamá de Leandro.
Dije yo.
-Hola soy Ingrid, la mamá de Pablo.
Se siguieron presentando las madres en general y en algunos casos también los padres.
Hicimos una actividad junto con nuestros hijos y luego ellos pasaron a su aula.
Solo faltaba una hora para que salgan del colegio, el primer día de clases salían una hora antes y entre las presentaciones y la actividad compartida, ya había pasado bastante tiempo.
-¿Vamos a tomar un café?
Me dijo Ingrid, éramos muy amigas, cómo hermanas y nuestros hijos también lo eran.
La conozco desde que éramos adolescentes, es más, ella eligió ese colegio para su hijo, por recomendación mía, ya que allí iba mi hija Candela.
Nuestra amistad siguió creciendo con los años.
Sin contestarle, pero siguiendo sus pasos, entramos ambas a un bar que estaba próximo al colegio.
Nos estábamos acomodando cuando entró la chica que se presentó como Jimena, madre de uno de los chiquitos nuevos.
Antes que se acomode en otra mesa, le hicimos una seña para que se acerque a nosotras, ella lo hizo con gusto.
Charlamos un rato, de temas triviales.
-También comenzó mi hija el en jardín de infantes, mi marido no quería que la cambie de jardín de infantes, porque hizo salita de tres años en otra institución, pero es una locura correr de un lugar a otro.
-Tenés razón, en general las que corremos somos nosotras y eso nos lleva a simplificar las cosas, a veces los hombres son más irracionales.
Digo yo, que sé bastante sobre eso, sobre todo últimamente, porque estoy pasando un momento bastante delicado con mi marido…con mi ex marido.
Nos separamos hace unos meses y venimos mal desde hacía algo más de un año, según él.
Él, en un principio no lo quiso reconocer, pero la realidad es que se le cruzó otra mujer y cuándo me quiso hacer cargo a mí de su situación, me enojé bastante.
No digo que sea un mal hombre, al contrario, siempre se comportó excelente conmigo y sé que me amó, tal vez demasiado, si soy sincera, creo que me amó más de lo que yo lo amé a él.
Tal vez fue eso lo que nos separó.
Yo lo quiero, le tengo un inmenso cariño y al estar alejados, me doy cuenta de lo que me duele su traición y de que lo amo mucho más de lo que creía.
Hubiera estado toda la vida a su lado.
Es caballero, dulce, amable…pero todo se extingue, es como la lluvia que borra todas las huellas que hay en el suelo.
Edgardo es un gran hombre, hizo de todo para enamorarme y aunque se merecía ser dueño de todo mi amor y toda mi pasión, no lo logró del todo, al menos eso pensaba cuando estábamos juntos.
Lo quiero, sí, pero nunca lo pude amar como él se merecía, siempre creí que todo lo que yo le brindaba era poco, que él se merecía más.
Me doy cuenta que estuve equivocada al pensar así, porque desde que nos separamos, me siento morir.
Por otro lado, nunca nos llevamos mal, no solíamos discutir, es un excelente padre, es un hombre maravilloso.
Pero a veces el corazón manda por sobre la razón.
Mi vida es complicada, o tal vez no tanto.
Tenía 17 años cuando conocí a un chico que me sacó el aliento, moría por él.
Me enamoré profundamente, era el sueño de mi vida.
Claro, era adolescente y me dejé llevar por el muchacho que me decía bellas palabras de amor y que físicamente era el hombre perfecto.
Pasé unos meses muy felices a su lado.
Hasta que descubrí que tenía un retraso y suponía que estaba embarazada, tuve mucho miedo y lo hablé con mi amiga Ingrid.
Ella me acompañó hasta una farmacia lejana, para comprar una prueba de embarazo.
Fuimos lejos por si nos cruzábamos con alguien en la farmacia del barrio o por si el farmacéutico le contaba a alguien lo que fui a comprar.
Recuerdo que tomamos un colectivo cuando salimos del colegio, ella le dijo a mi madre que venía a mi casa y yo le dije a la mía que iba a su casa.
Con eso ganamos tiempo y pudimos ir hasta otro centro comercial.