El funeral fue hace una semana. Aún no logró asimilar todo. Ya no lloro, pero aún tengo pesadillas de lo que fue esa noche. Pasé días enteros llorando y detestándome porque no podía desprenderme de la culpa que sentía. Podía haber hecho más. Si tan solo hubiese reaccionado más rápido. Si tan solo hubiese ignorado mis nervios y pánico. Habría podido evitarlo.
Aún recuerdo cada detalle. Aunque en un principio no lo hice, parecía que conforme pasaban los días cada detalle iba volviendo a mis recuerdos intensificándose como si quisieran atormentarme. Aún puedo sentir la sangre en mis manos, aún puedo sentir el nudo en la garganta y la fuerza con la que grité y pataleé, pero nada fue útil. Nada sirvió.
Hay momentos en los que me pregunto si de verdad lo que había pasado me había sorprendido. Era algo de esperar, pero no de esa manera. Trato de repasar los recuerdos en una manera de autocastigarme y aunque sé que no debería de hacerlo lo hago.
<< —¡Suéltame! —grité con fuerza clavando mis uñas en los brazos del hombre—. ¡Por favor, déjame ir con él! ¡Necesito estar con él! ¡Necesito salvarlo! —mi llanto cada vez se hizo más alto y fuerte como si eso pudiese convencerle—. ¡No puedo dejarlo!
Me soltó dejándome sobre el pavimento, lejos del museo junto al auto negro. Las personas salían del lugar llenas de pánico y terror, gritando y empujándose entre sí. No me importó y cuando creí que se había rendido en mantenerme fuera de aquel lugar, me quise echar a correr, pero de nuevo el brazo del hombro aprisionó mi cintura deteniéndome.
—No puedes regresar —afirmó y lo miré con rabia y enojo.
—Lo dejaste —reclamé con el rostro empapado en lágrimas—. ¡Lo dejaste!
—Tengo ordenes específicas sobre lo que tengo que hacer —se justificó.
—Necesito regresar —dije queriendo librarme de su agarre—. Fue Bastian, fue Sebastian quien lo hizo. Él planeó todo esto…
El hombre me giró tomándome por los hombros.
—¿Lo has visto? —me preguntó mirándome con el entrecejo fruncido.
Asentí y sollocé.
—Y-yo lo vi. Estaba afuera y cuando quise entrar para advertirle a Nathaniel… —me callé sintiendo el nudo y volviendo a echarme a llorar—. Déjame volver, por favor.
Las sirenas de la policía comenzaron a escucharse a lo lejos y las luces rojas y azules comenzaron a tomar posesión en el lugar. El hombre me miró y sacó su móvil marcando solamente un número después colocando el aparato en su oreja. Lo miré sin entender qué demonios hacía y quise de nuevo zafarme de su agarre, pero era tan fuerte que si trataba de correr probablemente me lastimaría el brazo.
—Llamo a todas las unidades a mi ubicación, ahora mismo. Sebastian Bachelor ha sido visto en el área y existe una presunta sospecha de que él ha sido quien ha comenzado este atentado —comenzó a decir el hombre con voz firme—. Repito, llamo a todas las unidades directo a mi ubicación. Vaughan está dentro y con herida de arma de fuego.
Temblé al escucharle decir aquello último sintiendo mis piernas flaquear, preguntándome a quién estaría llamando. Cuando volvió a guardar el móvil me sacudí.
—N-no podemos dejarlo —tartamudeé con un nudo en la garganta cuando lo vi abrir la puerta del copiloto—. Morirá si no hacemos algo, necesito volver ahí y…
Me detuve cuando me tomó por los hombros con fuerza sacudiéndome.
—Escúchame, no hay nada que puedas hacer al volver ahí adentro —dijo con crudeza mirándome a los ojos—. No hay nada que puedas hacer. Lo que él necesita es una ambulancia y ya viene en camino. Si quieres cooperar entra al auto.
Me quedé mirándolo sin confiar en sus palabras, porque era lo que cualquier persona me diría. Era lo que cualquier persona diría con una persona entrando en pánico frente a ella. El hombre me miraba con el ceño fruncido y esperando a que yo entendiera, pero en el fondo él sabía que no lo haría.
—Por favor… —rogué en un susurro mientras ponía mis manos en sus hombros—. No puedo dejarlo solo. Yo… necesito ir con él. No lo entiendes…
Negó.