bluebirdxg
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Libro y Cuento de bluebirdxg
Una pequeña parte de mí
Adulto Joven Soy Cristi y tengo 18 años, en mi familia están mis padres, Mark y Sandy Millers. Tengo dos hermanos, un hermano mayor que yo, tiene 24, se llama Cristian y está Cristal, tiene 22 años.
Nuestra familia no ha tenido mucha suerte, nos hemos tenido que enfrentar a diversas enfermedades, primero empezaron por tíos ,tías , abuelas, primos, etc... hasta que poco a poco llegó a nosotros, quiero creer que lógicamente no es herencia ni cuestión de suerte pero ¿Por qué nos pasa esto a nosotros?
Les cuento un poco, a Cristian lo diagnosticaron a muy corta edad una déficit de atención bastante grave cosa que se pudo solucionar con el tiempo, pero para la familia fue un choque ya que para ser el primer hijo y tener eso, era complicado para llevar, era complicado procesarlo. Todo se solucionó, digámoslo así hasta que nació Cristal, a ella le fue un poco peor, bastante peor... ella tenia leucemia y vaya que le dio bastante duro a mi familia, a ella también la diagnosticaron a corta edad y digamos que todo ha sido y fue un proceso muy complicado y doloroso... Y bueno, luego estoy yo, soy la más sana de ellos dos y no sé cómo sentirme exactamente ante eso.
Mi historia es compleja de contar ya que tuve que elegir entre mi vida, la vida de mi hermana, la felicidad de mi madre y mi felicidad sobre todo, tuve que vivir en carne propia lo que es perder a un ser querido como lo era ella, les hablaré de sus bajones y de todo lo que me enseñó a mi y a mi familia sobre todo, nos enseñó la palabra amar, la palabra unión, la palabra de luchar por lo que queremos y de vivir como si ese fuera el último día. Cristal no pudo sobrevivir ya que su cáncer fue excesivamente fuerte y pudo más que ella pero no pudimos hacer más ya que su decisión también fue irse, pero ella lucho hasta el último minuto. Cómo les dije, soy la más sana y desde muy pequeña me tocaba darle muchas donaciones a mi hermana que poco a poco les iré contando, y mi lucha sobre mi cuerpo no era por egoísmo, era porque ella me lo pedía cada vez que me tocaba pasarle algo nuevo, desde un cantidad de sangre pequeña hasta una increíblemente grande.
Mi hermana se fue dejando un vacío claramente difícil para todos, no les mentiré, pero lo que quiero mostrarles en éste libro es la importancia de vivir y de la huella tan grande que puedes dejarles a esas personas que tanto amas, lo que el amor puede hacer y lo lejos que puede llegar, que a veces pensamos tanto en el cáncer que ignoramos por completo que deberíamos vivir al máximo, sin tantos reproches y sin tantas cosas, y aclaro, no digo que sea fácil porque no lo es, claramente no lo es, pero... Disfruta cada momento como si fuera el último, cada pequeño minuto, segundo u hora que pase es un milagro, es una alegría y quiero que lean conmigo como mi hermana a pesar de sufrir tanto, río, conoció, nos enseñó, amó... Porque se enamoró profundamente, cómo ella iluminó la vida de nosotros a su manera porque ella era eso, era la luz de nuestra familia, ella era las risas en la mesa, ella lo era todo para nosotros. Le puede gustar
El precio del amor no correspondido
Gavin Dieciocho días después de renunciar a Bruno Montenegro, Jade Rosario se cortó su melena que le llegaba a la cintura y llamó a su padre para anunciarle su decisión de mudarse a California y estudiar en la UC Berkeley.
Su padre, estupefacto, le preguntó por el cambio tan repentino, recordándole cómo siempre había insistido en quedarse con Bruno. Jade forzó una risa, revelando la dolorosa verdad: Bruno se iba a casar y ella, su hermanastra, ya no podía aferrarse a él.
Esa noche, intentó contarle a Bruno sobre su aceptación en la universidad, pero su prometida, Chloe Estrada, interrumpió con una llamada alegre, y las tiernas palabras de Bruno hacia Chloe fueron una tortura para el corazón de Jade. Recordó cómo esa ternura solía ser solo suya, cómo él la había protegido, y cómo ella le había confesado su amor en un diario y una carta, solo para que él explotara, rompiendo la carta y rugiendo: "¡Soy tu hermano!".
Él se había marchado furioso, dejándola sola para que ella, con el corazón destrozado, pegara los pedazos con cinta adhesiva. Sin embargo, su amor no murió, ni siquiera cuando él trajo a Chloe a casa y le dijo que la llamara "cuñada".
Ahora, lo entendía. Tenía que apagar ese fuego ella misma. Tenía que arrancarse a Bruno del corazón. Choques Profundos
Loren Ogando Todo el que conoce a Alice Harvard sabe que es una chica hermosa de admirar, es amada por la personas que la conocen, es una chica que enfrentó una realidad que no esperaba, que no quería y que si hubiera tenido la elección o tener un súper poder literal de devolver el tiempo, jamás habría permitido que el mismo tiempo se llevara de su vida a sus dos grandes amores cuando tenía seis años.
Tuvo que lidiar muy temprano siendo una niña a reconocer lo que es sentir una perdida, que las flores más hermosas se marchitan, que hay algo que siempre dolerá y nunca se olvidará, que lo que más aprecias en el mundo no es duradero. Lo que si es cierto y aunque quiera ne-garse a ello, el destino juega un papel fundamental en la vida, esto mismo la llevará a aprender algunas cosas muy importantes a amar sin miedo y a enfrentar todos esos miedos que no la hacen ser la misma Alice.
Si bien es una chica que ha sabido jugar muy bien con sus sentimientos para ser más fuerte, hay algo que siente que le falta.
¿Qué es? Comenzaré diciendo que es el romance, eso no quiere decir que no haya tenido esos amores que la hicieron suspirar desde su adolescencia, pero es algo que así como es mala en las matemáticas y se aburre rápido, así mismo le pasa en el amor, los que la conocen se preguntan que si es mala en las relaciones... ¿Por qué deja ex corazones flechados?
Esto es algo que sin pensarlo o pedirlo le llegará unido de algo que le ha huido con los ojos cerrados, como podría decirlo Alice cuando lo ve llegar con unos ojos que la hacen sentir muchas cosas que gritan te tengo, lo describiría como...choques profundos.
Entre Cenizas: Un Nuevo Pacto
Gavin El aroma familiar del mole, promesa de un futuro brillante y una beca codiciada, llenaba la cocina de la escuela mientras Sofía Romero se preparaba para el examen final.
Justo entonces, un empujón brutal de Daniela Vargas la lanzó contra la estufa, escaldándole el brazo y destrozando su plato.
"¿Qué crees que haces, gata arrimada?", espetó Daniela, acusándola de ladrona y de robar la receta ancestral de su familia, la misma que había sido la tradición de los Romero por generaciones.
Ignorando a Don Manuel, el viejo ayudante que conocía el pacto secreto, Daniela hundió el preciado cucharón familiar de Sofía en su mole, tirándolo al suelo con desprecio, mientras sus amigas se burlaban de Sofía por "coquetear" con Ricardo Vargas.
La humillación culminó en una agresión salvaje: Daniela, con la ayuda de sus cómplices, la tiró al suelo, y con un crujido nauseabundo, le rompió la mano con el tacón.
El dolor era insoportable, pero la traición de saber que Armando, el mayordomo que conocía la verdad del pacto que ligaba el destino de los Vargas a su familia, se puso de lado de Daniela, fue aún peor.
La advertencia de Sofía, "Están acabando con su propia fortuna", se cernía sobre ellos, pero Daniela solo aumentó la humillación, cubriéndola de harina.
En ese instante de abrumadora desesperación y abandono, un pensamiento le dio fuerza: Ricardo Vargas.
Ricardo llegó, interponiéndose entre Sofía y su familia, llevándola al hospital y revelando que él conocía el pacto ancestral.
"El pacto no está roto, Sofía", le dijo. "Solo está buscando un nuevo ancla. Un nuevo pacto. Entre tu familia y la mía. Mi rama de la familia."
Con la decisión de Ricardo de protegerla y establecer un nuevo pacto, Sofía, la chica de origen humilde, se levantaría de las cenizas. OPUESTOS
Eréndida Alfaro Emma Marmolejo era la típica buena niña, buena hija, buena estudiante, buena ciudadana, buena hermana, buena en todo; por eso, Fernanda Marmolejo, hermana menor de Emma, decidió ser lo que la otra no era, haciendo sufrir a los que no la querían por no lograr ser tan perfecta como su hermana, y dañando a su nada querida hermana, de paso. Pero las cosas no son como Fernanda las conoce, pues ella ni siquiera se interesa en ver más allá de lo que está frente a su nariz y, puede qué, para cuando se dé cuenta de cuál es la realidad, sea demasiado tarde para tener una vida normal. Emma y Fernanda son OPUESTOS, ¿o no? Mi Talento, Su Traición
Gavin La fábrica textil, nuestro universo, soltó una bomba: una beca para estudiar arte en España. Era un sueño, la única vía para escapar de una vida ya escrita.
Pero el mundo se me vino encima cuando, buscando consuelo en mi novio Mateo, escuché algo que me congeló: él, susurrándole a su prima Camila que mi talento era "local", que el verdadero puesto era para ella, conseguido con sobornos.
Regresé a la sala con el alma hecha pedazos, justo a tiempo para escuchar lo impensable: "Y la persona seleccionada es... Sofía Martínez." La ironía era cruel.
Mi padre me abrazaba, pero yo solo veía a Mateo, pálido, acercándose para pedirme lo imposible: "Sofía, ¿podrías... podrías pensar en cedérselo a Camila?" La traición era descarada, y el amor se convirtió en cenizas.
Con un dolor que me quemaba, me fui a España, a un taller rústico, con un mentor implacable, lejos del "glamour" prometido. ¿Podría mi talento, según ellos "local", sobrevivir en este nuevo y hostil mundo o sucumbiría ante su desprecio? El Fénix y Su Corazón Roto
Gavin El aroma a cebolla asada y cilantro, el perfume del esfuerzo de mi padre Don Pedro Ramírez, era el aire que respiraba mi sueño: una beca deportiva en la mejor academia del país.
Estaba a punto de tocar el éxito, hasta que un acto de mi supuesta caballerosidad lo torció todo.
Laura Pérez, la chica más popular de la escuela, me señaló con un dedo tembloroso y sollozó: "Él me atacó."
En cuestión de horas, mi mundo se desmoronó, mi beca se detuvo y mi apodo de "El Fénix" cambió a "El Monstruo".
Pero lo peor llegó cuando mi padre, mi héroe, murió en un "accidente" intentando limpiar mi nombre.
La culpa me carcomía, ¿por qué fui tan ingenuo?
Meses después, hundido en la miseria, los vi: Laura y Alejandro, riendo, confesando su cruel plan.
"Tu padre fue un imbécil por meterse donde no lo llaman. Se buscó su propio final," dijo ella con una sonrisa helada.
La rabia me cegó, me abalancé sobre Alejandro, pero sus guardaespaldas me arrastraron a un callejón.
Los golpes llovieron, y mientras la oscuridad me envolvía, mi último pensamiento fue: "Te fallé, papá."
Pero entonces, el familiar olor a cebolla y cilantro invadió mis sentidos.
Abrí los ojos, ileso, en el mismo callejón, escuchando el mismo grito de Laura.
Estaba en el pasado, justo en el momento en que todo comenzó.
Esta vez, no habría héroes.
Solo un Fénix resurgiendo de sus cenizas para cobrar venganza.