Renaciendo De Las Cenizas De Tu Traición

Renaciendo De Las Cenizas De Tu Traición

Gavin

5.0
calificaciones
42
Vistas
11
Capítulo

Desde la penumbra del balcón, escuché cómo mi prometido le regalaba los detalles de nuestra boda a su amante. Fernando le prometía a Carolina mi fecha, mi viñedo y mis sueños, riéndose mientras ella me llamaba "un mueble que ya estorba". Soporté la humillación en silencio, apretando en mi bolsillo la carta de otro hombre. Pero el límite se rompió en el aeropuerto. Mientras yo intentaba proteger mi propio embarazo secreto, Fernando me dejó tirada en el suelo, pálida y enferma, para correr tras Carolina y su embarazo fingido. Ese día, mi amor por él murió entre las maletas y la indiferencia. Desaparecí sin dejar rastro. Un mes después, cuando Fernando descubrió que el cáncer y el bebé de Carolina eran puras mentiras, su mundo se vino abajo. Me buscó como un loco, removiendo escombros con las manos sangrando tras un deslizamiento de tierra, solo para encontrarme viva, pero inalcanzable. Cayó de rodillas en el barro, llorando y suplicando perdón, prometiéndome la vida que siempre quise. "Perdóname, Sheila. Sé lo de nuestro hijo. Te daré todo," gimió, destrozado. Lo miré con la frialdad absoluta de quien ha sobrevivido al infierno. "Llegas tarde, Fernando," le dije, mientras mi esposo, un hombre que jamás me abandonaría, me tomaba de la mano. "Ya estoy casada. Y él sí sabe lo que significa el respeto." Subí al helicóptero de rescate sin mirar atrás, dejándolo ahogarse en su propio arrepentimiento.

Capítulo 1

Desde la penumbra del balcón, escuché cómo mi prometido le regalaba los detalles de nuestra boda a su amante.

Fernando le prometía a Carolina mi fecha, mi viñedo y mis sueños, riéndose mientras ella me llamaba "un mueble que ya estorba".

Soporté la humillación en silencio, apretando en mi bolsillo la carta de otro hombre.

Pero el límite se rompió en el aeropuerto.

Mientras yo intentaba proteger mi propio embarazo secreto, Fernando me dejó tirada en el suelo, pálida y enferma, para correr tras Carolina y su embarazo fingido.

Ese día, mi amor por él murió entre las maletas y la indiferencia.

Desaparecí sin dejar rastro.

Un mes después, cuando Fernando descubrió que el cáncer y el bebé de Carolina eran puras mentiras, su mundo se vino abajo.

Me buscó como un loco, removiendo escombros con las manos sangrando tras un deslizamiento de tierra, solo para encontrarme viva, pero inalcanzable.

Cayó de rodillas en el barro, llorando y suplicando perdón, prometiéndome la vida que siempre quise.

"Perdóname, Sheila. Sé lo de nuestro hijo. Te daré todo," gimió, destrozado.

Lo miré con la frialdad absoluta de quien ha sobrevivido al infierno.

"Llegas tarde, Fernando," le dije, mientras mi esposo, un hombre que jamás me abandonaría, me tomaba de la mano.

"Ya estoy casada. Y él sí sabe lo que significa el respeto."

Subí al helicóptero de rescate sin mirar atrás, dejándolo ahogarse en su propio arrepentimiento.

Capítulo 1

Sheila POV

Desde la penumbra del balcón, escuchaba cómo mi prometido perfilaba los detalles de nuestra boda... pero con otra mujer. Mientras su traición flotaba en el aire nocturno, mis dedos se cerraban con fuerza sobre la carta de otro hombre, oculta en mi bolsillo.

La risa de Carolina ascendió desde el jardín, afilada y posesiva, estrellándose contra el cristal de mi calma con la precisión de una pedrada.

Apreté el sobre de papel crema contra mi muslo, sintiendo cómo su borde rígido se clavaba a través de la tela de mi vestido.

Era de la familia de Marco.

Una propuesta. Un salvavidas en medio del naufragio.

Abajo, bajo la luz tenue de los faroles, Fernando le acomodaba el cuello del abrigo a ella. Sus dedos rozaron la piel de Carolina con una familiaridad intolerable que me revolvió el estómago.

Ese gesto solía ser mío.

Esa mirada, esa devoción silenciosa en sus ojos oscuros que ahora le ofrendaba a ella, era el ancla que me había mantenido atada a él durante cinco años.

De repente, Carolina levantó la vista. Me vio.

No hubo rastro de culpa en sus facciones. Solo una sonrisa triunfal, depredadora.

"Sheila", llamó, impostando una dulzura venenosa. "¿Necesitas ayuda con algo ahí arriba? Pareces... perdida."

Su perfume, una mezcla empalagosa de vainilla y almizcle, trepaba por el aire, asfixiando el delicado aroma a jazmín que siempre había definido mi hogar.

Fernando ni siquiera alzó la vista. Seguía jugando con su copa de vino, girando el líquido rojo, hipnotizado por el movimiento o simplemente eligiendo borrarme de su realidad.

"No", dije. Mi voz sonó extraña, como si viniera de muy lejos. "Estoy bien."

Carolina se volvió hacia Fernando, bajando el tono, pero calculando el volumen exacto para que yo pudiera escuchar cada sílaba.

"Es una pena que ella no entienda su lugar, amor. Solo es un escudo contra tu familia. Un mueble bonito que ya estorba."

Sentí un espasmo violento en las entrañas.

Fernando no la corrigió.

Simplemente tomó un sorbo de vino y asintió levemente.

Ese silencio fue una puñalada más brutal que cualquier insulto.

El aire se volvió repentinamente irrespirable, arrastrándome cinco años atrás. Al incendio en las oficinas centrales. Al humo negro, al calor que derretía la piel, a los brazos de Fernando sacándome de aquel infierno.

Me había prometido una vida juntos. Me había jurado lealtad sobre las cenizas.

Ahora, él estaba allí abajo, discutiendo fechas sobre las cenizas de nuestro compromiso.

"El viñedo en octubre es perfecto", decía Carolina, trazando una línea invisible en el brazo de él. "Usaremos la reserva que ya tienes. La fecha de Sheila. A nadie le importará el cambio de novia, solo quieren la fiesta."

El aire se escapó de mis pulmones de golpe.

Iban a usar mi fecha. Mi lugar. Mi boda.

Fernando se rió. Una risa suave, cómplice, que terminó de demoler lo poco que quedaba de mí.

"Lo que tú quieras", respondió él.

Algo se rompió dentro de mí. No fue un estallido dramático. Fue silencioso, seco, definitivo, como un hueso que cede bajo demasiada presión.

Saqué la carta de mi bolsillo.

La propuesta de Marco ya no era una amenaza distante. Era mi única salida.

Miré a la pareja abajo una última vez. Fernando, el hombre que creí amar, y Carolina, la mujer que había parasitado cada aspecto de nuestra vida.

Ya no dolía. El dolor requiere esperanza, y la mía acababa de morir entre esas copas de vino.

Abrí el sobre con manos firmes.

Aceptaría a Marco.

Y mi boda sería el mismo día. Pero no con el novio que ellos esperaban.

Me di la vuelta y entré en la habitación, dejando la puerta del balcón abierta de par en par.

Que entrara el frío. Que se llevara el maldito olor a vainilla.

A partir de hoy, ya no vivo para tu mentira, Fernando.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Cinco años de amor perdido

Cinco años de amor perdido

Romance

5.0

Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

El Pacto Roto Por La Envidia

El Pacto Roto Por La Envidia

Romance

4.3

La envidia era una bestia sedienta en nuestra comunidad, siempre hambrienta de lo que otros poseían. Nunca pensé que sus colmillos se clavarían en mi carne, en la de Estela y en la de nuestras vidas. Nos ofrecieron, a mi hermana gemela Estela y a mí, a los hermanos Vázquez, Marcelo y Efraín, como un sacrificio, un pacto. Parecía un cuento de hadas retorcido, una bendición. Pero la envidia, esa misma envidia que nos elevó, nos arrastró en picada hacia la tragedia más oscura, un abismo del que no creí que saldríamos. Estaba embarazada de cinco meses cuando unos hombres armados nos interceptaron a mi hermana gemela y a mí en medio de la noche. Aterrorizada, marqué el número de mi esposo, Marcelo, una y otra vez, suplicando por nuestras vidas. Pero él me colgó, furioso, porque estaba ocupado consolando a su "hermanita" adoptiva, Daniela, por un simple corte en el dedo. "¡Deja de hacer drama y no me molestes! Daniela está asustada y me necesita." Esa fue la última vez que escuché su voz antes de que los golpes me hicieran perder a nuestro bebé. Mi hermana Estela, mi leona, se interpuso para protegerme y le destrozaron la pierna con una barra de hierro, acabando para siempre con su carrera de bailarina. Cuando despertamos en un hospital público, solas y rotas, descubrí que Marcelo y su hermano estaban en una clínica de lujo, cuidando a Daniela como si fuera de cristal. Para colmo, Marcelo me acusó de haber "deshecho" a nuestro hijo a propósito solo para manipularlo por celos. El dolor se convirtió en una frialdad absoluta. Me limpié las lágrimas, firmé los papeles de divorcio y me dirigí a la policía para contar toda la verdad. Lo que Marcelo no sabía era que, al caer los secuestradores, confesarían que la dulce Daniela fue quien ordenó nuestra ejecución.

Cinco Años, Un Corazón Roto

Cinco Años, Un Corazón Roto

Xuanhuan

5.0

Mi sistema, tan puntual como siempre, anunció el inicio de la cuenta regresiva. [La cuenta regresiva de siete días para el regreso ha comenzado.] [Anfitriona, por favor prepárese.] Llevaba cinco años casada con Ricardo. Cinco años de promesas vacías y un corazón entregado a otra. Él acababa de entrar por la puerta, quejándose del trabajo: "Sofía, Lucía se enfermó otra vez, pobrecita. Le di algo de dinero para que viera al doctor. Este mes la cosa va a estar un poco apretada." Todos en el vecindario decían que yo era la esposa más afortunada. Nadie sabía que casi todo su sueldo se iba en Lucía, su "amiga" de la infancia. Nadie sabía que mientras él le compraba abrigos de piel a ella, yo usaba el mismo suéter gastado por tercer invierno consecutivo. Nadie sabía que mis manos, que alguna vez fueron suaves, ahora estaban llenas de callos por empujar un carrito de comida bajo el sol y la lluvia para pagar nuestras cuentas. El sistema anunció que la tarea de "conquistar a Ricardo" había terminado. No por éxito, sino por tiempo. Y ahora, me ofrecía un regalo de consolación: un boleto de vuelta a casa. A mi México. "Lucía necesita un mejor lugar donde vivir. Estoy pensando en usar el dinero que hemos ahorrado para comprarle un pequeño patio." El dinero del que hablaba era el que yo había ahorrado vendiendo comida en la calle. Antes, le habría gritado. Ahora, sólo sentía un vacío. "Haz lo que quieras" , dije, mi voz sonaba plana y extraña incluso para mí. Me había entregado mi corazón en bandeja de plata, y él lo había pisoteado una y otra vez. ¿Y ahora me llamaba sensata porque finalmente me había rendido? La mañana en que Ricardo finalmente le negó el acceso a Lucía, creyó que había hecho un gran gesto. Él me miró con desesperación y esperanza: "Sofía... ¿viste? La he dejado. Para siempre. Ahora solo somos tú y yo." Para mí, su gran declaración llegó cinco años tarde. Cuando mi cuerpo se disolvió en luz dorada para volver a casa, él apenas alcanzó a decir mi nombre. Ni siquiera sabía mi nombre completo.

Me Caso Con Tío de Mi Novio

Me Caso Con Tío de Mi Novio

Romance

5.0

Tres años. Tres largos años desde que Alejandro, el hombre con el que iba a casarme, me abandonó en el altar, alegando una ridícula "iluminación espiritual" para unirse a una secta. La verdad, sin embargo, era mucho más sucia y terrenal: no había secta, solo Laura, una mujer a la que Alejandro, mi prometido, había decidido "rescatar" de la miseria para casarse con ella y escalar socialmente, dejándome a mí, Sofía, como daño colateral. Ahora, la mansión se abre de golpe y él está de vuelta, con la misma arrogancia, y a su lado Laura, embarazada, sus ojos recorriendo mi hogar con una mezcla de envidia y triunfo, como si esta casa también les perteneciera por derecho. Con una sonrisa torcida, Alejandro anuncia: "Sofía, he vuelto. Laura y yo nos casaremos. Ella espera a mi hijo. Pero no te preocupes, siempre habrá un lugar para ti a nuestro lado, como una hermana". Escuchar su propuesta, tan audaz como absurda, me revolvió el estómago. Recordé la humillación, las miradas de lástima, las fotos de él y Laura construyendo la vida que me robaron. Mi aparente sumisión los desarmó, se sentaron victoriosos en el sofá, pero justo entonces, un torbellino de energía infantil irrumpió: "¡Mami!" Mi hijo Daniel, de dos años, corrió a mis brazos, y la sonrisa de Alejandro se congeló, su arrogancia reemplazada por el shock. Laura lo miró fijamente, con incredulidad y furia contenida. Entonces, con la inocencia pura de un niño, Daniel señaló el retrato de su padre sobre la chimenea: "¿Dónde está papá? ¿Papá no ha vuelto todavía?". Esa pregunta, cargada de un significado que pulverizó su mundo, destrozó por completo el universo de Alejandro. Su cara, petrificada, pasó del shock a una furia oscura y profunda: ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Quién era este niño?

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro