Las Cenizas de un Amor Prohibido

Las Cenizas de un Amor Prohibido

Gavin

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Capítulo

Mi vida era un puñetazo directo al éxito. Ricardo "El Halcón" Ramírez, el exboxeador legendario de los barrios, había dejado atrás el ring pero no los negocios, acumulando fortuna y una prometida: Sofía. Todo se vino abajo con una llamada anónima, un susurro nervioso del Flaco: "Alguien vendió su información, sus rutinas, sus casas de seguridad... a los cárteles rivales". El frío me recorrió la espalda, no por el aire, sino por la traición. Y luego, el golpe final: escuché su voz, la de Sofía, la mujer que amaba, riéndose con su hermanastro Mateo, admitiendo que ella misma me había vendido. ¿El precio? Doscientos pesos. Menos que una cena. Mi vida, mi honor, reducido a eso. ¿Cómo pudo? ¿La mujer por la que dejé a mi viejo entrenador, por la que fui ciego, sordo y estúpido de amor? ¿Ella me había vendido como a un perro? El dolor era insoportable, pero la rabia, ah, la rabia era un fuego purificador. Ahora era un fantasma, muerto para el mundo, pero con una misión clara: no sería un perro, sino un lobo. Y volvería a morder la mano que me desechó. Que el show apenas comenzara.

Introducción

Mi vida era un puñetazo directo al éxito.

Ricardo "El Halcón" Ramírez, el exboxeador legendario de los barrios, había dejado atrás el ring pero no los negocios, acumulando fortuna y una prometida: Sofía.

Todo se vino abajo con una llamada anónima, un susurro nervioso del Flaco: "Alguien vendió su información, sus rutinas, sus casas de seguridad... a los cárteles rivales".

El frío me recorrió la espalda, no por el aire, sino por la traición.

Y luego, el golpe final: escuché su voz, la de Sofía, la mujer que amaba, riéndose con su hermanastro Mateo, admitiendo que ella misma me había vendido.

¿El precio?

Doscientos pesos.

Menos que una cena.

Mi vida, mi honor, reducido a eso.

¿Cómo pudo?

¿La mujer por la que dejé a mi viejo entrenador, por la que fui ciego, sordo y estúpido de amor?

¿Ella me había vendido como a un perro?

El dolor era insoportable, pero la rabia, ah, la rabia era un fuego purificador.

Ahora era un fantasma, muerto para el mundo, pero con una misión clara: no sería un perro, sino un lobo.

Y volvería a morder la mano que me desechó.

Que el show apenas comenzara.

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El video explotó en internet. Marc Solís, mi exnovio e influencer, publicó un video editado cruelmente, diseñando mi humillación pública. Fui retratada como una "trepadora" desesperada, rogando por fama. Los comentarios se desataron: "¡Qué arrastrada!", "Pobre Marc, se quitó un peso de encima". Miles de sus "leones" inundaron mis redes con insultos, memes y amenazas. Mi imagen, símbolo de mujer patética, estaba por todas partes. Mi teléfono no paraba de sonar, mis amigos, colegas, todos preocupados, pidiéndome que lo demandara, que lo desenmascarara, pero no contesté. Miraba la pantalla, una calma inquietante me invadía. Esto no era sorpresa, era una prueba. Después, Marc me llamó por videollamada, arrogante: "¿Disfrutando tus cinco minutos de fama? Tráeme un café de tu cafetería favorita, tienes una hora, transmítelo en vivo, para que mis leones vean tu 'arrepentimiento' ". Asentí, salí, y la transmisión comenzó, la gente se mofaba. Luego, Marc volvió a llamar: "Cambio de planes, quiero que camines descalza desde aquí a la fuente de la Cibeles, para que todos vean tu arrepentimiento". Sin dudar, me quité los zapatos. El dolor era intenso, pero lo soportaba no por Marc, sino por mi propia purificación. Llegué sangrando, exhausta, justo cuando Marc apareció con Ximena, su nueva conquista. Ximena me humilló; Marc la besó, declarándole su "reina". Me quedé sola, descalza, humillada. Pero en mis ojos brilló un triunfo. La prueba se intensificaba, y yo estaba lista. De repente, Ximena fingió un desmayo, y Marc, con una crueldad medieval, me ordenó: "Vas a caminar de rodillas hasta la Basílica de Guadalupe, rezando por la salud de Ximena, para expiar el daño que le has hecho". Mis amigos horrorizados me rogaron que no lo hiciera. "Lo haré" , le respondí con firmeza, "pero no lo haré por ti, ni por ella, lo haré porque es parte de mi propio camino, y cuando llegue, no rezaré por su salud, rezaré por mi propia liberación" . Marc, ignorando mi verdadero propósito, solo vio sumisión. Me arrodillé, el dolor insoportable, pero cada herida era una ofrenda a mi misión secreta. Horas después, al llegar a la Basílica, me desplomé inconsciente. En el hospital, Ximena me atacó, Marc me abofeteó, gritando: "¡Eres violenta y peligrosa! ¡Esto es justicia!". Mi mejilla ardía, pero una extraña alegría me invadió. Sonreí. "Gracias", susurré. Marc, aturdido, se fue. Meses después, Ximena enfermó, necesitando un riñón compatible. Marc apareció: "Quiero que le des tu riñón. Si lo haces, te casarás conmigo". Recordé que fui yo quien lo salvó en un accidente, no Ximena. "No", le dije. Él, creyendo que eran celos, me amenazó: "¡Entonces te haré la vida un infierno!". El acoso se intensificó, pero yo continuaba, esperando el siguiente paso. Entonces, mi destino se reveló en un sueño: la donación del riñón era la culminación de mi ascenso espiritual. Le di mi riñón a Ximena. Durante la cirugía, mi cuerpo se disolvió en luz, mi alma ascendió, y mi conciencia se convirtió en una entidad divina. Marc, sin saberlo, había sido un instrumento en mi liberación. ¿Cómo cambió la vida del arrogante influencer Marc Solís cuando finalmente descubrió la verdad de lo que había hecho? ¿Y qué significado tendría su "amor" cuando ya era demasiado tarde?

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