El aire de la Finca Castillo, el que una vez consideré mi hogar, olía a tierra húmeda y a vino fermentado, presagio de mi tumba. Acababa de dar a luz a mis gemelos y Máximo, mi esposo, se preparaba para la cruel ceremonia que en mi vida pasada nos había aniquilado. En aquella vida, su amante Luciana y su hijo murieron por mi culpa, o así lo creyó él, y Máximo nos arrastró a mí y a mis bebés hasta el cercado de los toros de lidia, donde morimos embestidos. ¡Pero ahora estoy de vuelta! Renací en el mismo día del parto, con el recuerdo de aquella agonía grabado en mi alma. Esta vez, manipulé la ceremonia para que el hijo de Luciana fuera declarado el "Primer Heredero", luego le pedí el divorcio para escapar con mis hijos. Pero la perversa Luciana me acusó de liberar un lince y de brujería, y hasta de envenenar a mi propia hija. Máximo, ciego de amor y odio, me creyó un demonio, negando asistencia médica a mi Catalina, que ardía de fiebre, y torturándome con arañas venenosas. ¿Cómo pudo un hombre al que amé tanto volverse tan cruel, tan ciego ante la verdad que le gritaba a la cara? Al borde de la muerte, sin esperanza y viendo cómo mis hijos se apagaban, mi tío, con una operación secreta, fingió nuestras muertes y nos sacó de aquel infierno, dándome una segunda oportunidad para reescribir mi destino.
El aire de la Finca Castillo, el que una vez consideré mi hogar, olía a tierra húmeda y a vino fermentado, presagio de mi tumba.
Acababa de dar a luz a mis gemelos y Máximo, mi esposo, se preparaba para la cruel ceremonia que en mi vida pasada nos había aniquilado.
En aquella vida, su amante Luciana y su hijo murieron por mi culpa, o así lo creyó él, y Máximo nos arrastró a mí y a mis bebés hasta el cercado de los toros de lidia, donde morimos embestidos.
¡Pero ahora estoy de vuelta! Renací en el mismo día del parto, con el recuerdo de aquella agonía grabado en mi alma.
Esta vez, manipulé la ceremonia para que el hijo de Luciana fuera declarado el "Primer Heredero", luego le pedí el divorcio para escapar con mis hijos.
Pero la perversa Luciana me acusó de liberar un lince y de brujería, y hasta de envenenar a mi propia hija.
Máximo, ciego de amor y odio, me creyó un demonio, negando asistencia médica a mi Catalina, que ardía de fiebre, y torturándome con arañas venenosas.
¿Cómo pudo un hombre al que amé tanto volverse tan cruel, tan ciego ante la verdad que le gritaba a la cara?
Al borde de la muerte, sin esperanza y viendo cómo mis hijos se apagaban, mi tío, con una operación secreta, fingió nuestras muertes y nos sacó de aquel infierno, dándome una segunda oportunidad para reescribir mi destino.
Introducción
Hoy, a las 18:19
Capítulo 1
Hoy, a las 18:19
Capítulo 2
Hoy, a las 18:19
Capítulo 3
Hoy, a las 18:19
Capítulo 4
Hoy, a las 18:19
Capítulo 5
Hoy, a las 18:19
Capítulo 6
Hoy, a las 18:19
Capítulo 7
Hoy, a las 18:19
Capítulo 8
Hoy, a las 18:19
Capítulo 9
Hoy, a las 18:19
Capítulo 10
Hoy, a las 18:19
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