Mi nombre es Julia Cáceres Balbuena vivo con mi madre Teresa Balbuena, mi adolescencia fue caótica porque mi madre me destruyó mis sueños de ser una adolescente normal.
No tuve infancia ya que mi madre no me dejaba relacionarme con nadie, mi mente se bloqueó al decepcionarme porque yo soñaba muchas cosas: con ser maestra de escuela, mi madre me decía que eso de ser maestra de escuela es para mujeres estúpidas que no tienen vida propia, de adolescencia un nuevo sueño era con ser médico y estudiar medicina en cuánto saldría de la secundaria iba a seleccionar en mis opciones para la universidad estudiar en la Universidad Central de Venezuela para estudiar medicina y por mis altas notas me aceptarían, pero allí mi madre de nuevo me dijo que no porque no tendría tiempo para salir a divertirme, ni viajar en avión para cualquier parte del mundo, me frustre mucho en la secundaria porque cuando salía al liceo mi madre me decía que si en esta etapa de mi vida llegase a tener algún novio me echaría de la casa, me hablo muy mal de los hombres, fue algo muy confuso para mí.
Descubrí que soy lesbiana en la secundaria desde a mediados del último año del liceo, me di cuenta de que soy lesbiana porque me estaban empezando a gustar otras niñas. Cuando terminé la secundaria, durante las vacaciones, mi madre se dio cuenta o se enteró de que soy lesbiana porque escuchaba rumores de las personas, y porque veían que mi novia me visitaba, mi madre pensaba que solamente era una compañera de la secundaria, me llevó a psicólogos y le decían a mí madre que La adolescencia puede ser un tiempo de confusión. Las hormonas, las presiones culturales y de los compañeros y el miedo a ser diferentes pueden hacer que muchos adolescentes se cuestionen a sí mismos en muchas áreas, incluidas su orientación sexual e identidad de género.
Cuando mi madre me pregunto, lo negué, y no me creyó así que me llevo a una serie de psicólogos y siempre le decían lo mismo: que la orientación sexual no es una elección, aun cuando la mayoría de los homosexuales viven vidas felices y exitosas, algunas personas homosexuales o bisexuales pueden buscar un cambio en su orientación sexual a través de la terapia, a menudo como resultado de coacción por parte de miembros de su familia o grupos religiosos. La realidad es que la homosexualidad no es una enfermedad. No requiere tratamiento y no puede cambiarse. Sin embargo, no todas las personas gay, lesbianas y bisexuales que buscan la ayuda de un profesional de salud mental desean cambiar su orientación sexual. Las personas gay, lesbianas y bisexuales pueden buscar ayuda psicológica con el proceso de la revelación de su orientación sexual o el desarrollo de estrategias para lidiar con el prejuicio, pero la mayoría opta por la terapia por los mismos motivos y problemas de la vida que conducen a las personas heterosexuales a la consulta de los profesionales de la salud mental.
En una consulta madre habla con un psiquiatra:
“¿Es la homosexualidad una enfermedad mental o un problema emocional? “ le pregunto mi madre a un psiquiatra.
“No señora, nosotros como psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la salud mental concordamos que en la homosexualidad no es una enfermedad, un trastorno mental, ni un problema emocional. Más de 35 años de investigación científica objetiva y bien diseñada han demostrado que la homosexualidad, en sí misma, no se asocia con trastornos mentales ni problemas emocionales o sociales. Se creía que la homosexualidad era una enfermedad mental porque los profesionales de la salud mental y la sociedad tenían información tendenciosa. “Dice el Doctor Miguel Ángel”
En el pasado, los estudios sobre personas gay, lesbianas y bisexuales incluían sólo aquellos bajo terapia, creando así una tendencia en las conclusiones resultantes. Cuando los investigadores examinaron los datos sobre dichas personas que no estaban bajo terapia, se descubrió rápidamente que la idea de que la homosexualidad era una enfermedad mental no era cierta.
En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría confirmó la importancia de una investigación nueva y mejor diseñada y suprimió a la homosexualidad del manual oficial que detalla los trastornos mentales y emocionales. Dos años después, la Asociación Americana de Psicología promulgó una resolución apoyando esta supresión.
Durante más de 25 años, ambas asociaciones solicitaron a todos los profesionales de la salud mental que ayuden a disipar el estigma de enfermedad mental que algunas personas todavía asocian con la orientación homosexual.
Aun así a mis 16 años de edad, mi madre no quería entender mi orientación sexual hacia las demás mujeres con todo lo que los distintos médicos le decían a ella, ella lo encontraba como aberrante e inexplicable, y así que hizo que mi hermano mayor Pedro hiciera que su amigo se hiciera mi novio, a mí no me gustaba pero lo acepté y empecé a fingir para que olvidaran lo que habían escuchado porque aun quería a mi familia y quería seguir estudiando, pero otra carrera que mi madre me escogió que esta diseñadora de moda una carrera que a mí no me gustaba.
Llegó el momento en el que mi ‘novio’ quería tener sexo y yo me negaba, le daba vueltas al asunto siempre que me preguntaba o hablaba sobre el tema, hasta que se cansó y fue y le contó a mi hermano. Mi hermano fue y le dijo a mi familia y ahí fue cuando empecé a vivir en el infierno. Cuando me entregaron mis resultados me había ido bien pero no pagarían mi matrícula de la Universidad así que tuve que decirles la verdad sobre lo que sentía por las mujeres.
Organizaron una reunión familiar para planear cómo podría volverme heterosexual y hacer que dejara de comportarme de esa manera tan horrible. La familia decidió organizar una violación colectiva y yo no sabía nada, ellos querían que pareciera que lo habían hecho otras personas. No querían que supiera que eran ellos quienes la habían planeado. Mi hermano Pedro era el líder de todo el plan y mi madre lo sabía todo porque ella siempre estuvo en contra mía de que no fuera lesbiana. Me violaron y lo malo es que salí embarazada, pero agradezco a Dios no haber sido infectada con VIH ni cualquier otra infección de transmisión sexual. Se enteraron de que estaba embarazada y sabían que abortaría así que mi hermano me mandó a casa de mis tíos porque si me quedaba en casa mi madre me ayudaría a abortar. Mi tío Alberto se aseguró de que no saliera de la casa hasta que diera a luz.
Tuve mellizos, así que pensaron que me habían curado. Mi novia estuvo ahí para mí y me apoyó durante esa época hasta que di a luz. Ella venía a casa de mis tíos y me traía cosas así que después de dar a luz.