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Capítulo 9
Lo volvió a hacer
Palabras:1815    |    Actualizado en: 13/04/2023

En ese momento, Carolina se volteó hacia él, un poco sobresaltada.

"¿Qué?".

"Por favor, no te hagas la tonta, Carolina. La verdad es que odio que lo hagas", dijo él, y acarició su rostro, acercándola para darle un beso, el cual ella aceptó sin dudarlo ni un segundo. Su beso fue bastante caliente y suave al mismo tiempo, lo que la hizo sentir intoxicada.

"Mmm... Pero... Yo realmente no sé de qué...".

Ella comenzó a hablar, pero fue interrumpida porque la mano del hombre comenzó a vagar entre sus piernas.

"Qué bien se siente…", susurró él, y continuó: "Encontré el vibrador en tus cosas, Carolina".

"Pero eso es… ¡Ah! Máximo... Eso es imposible... ¡Ah!", exclamó ella, tratando de explicar.

En ese instante, los dedos del hombre la penetraron.

"Entonces, ¿cómo fue que lo encontré allí?", indagó él.

"Tal vez… ¡Ah, sí, eso es!", gritó la mujer, para luego apoyar su mano en el hombro del otro, y comenzó a cabalgar en sus dedos, al tiempo que exclamaba: "¡¡Madrastra!!".

Al segundo siguiente, él sacó los dedos que tenía dentro de la mujer y se colocó sobre ella. Debido a ello, sin darse cuenta, la chica pasó las manos por los brazos del hombre, apretando con fuerza. Así, ella sintió algo más áspero en un lado, pero no le prestó importancia. Sin embargo, Máximo se puso un poco tenso.

"Suéltame el brazo", dijo el joven, no obstante, la mujer estaba tan concentrada en el hecho de que él estaba dentro de ella que no entendió lo que había dicho, por lo tanto, repitió: "¡Te dije que me soltaras el brazo!".

En esa oportunidad, él gritó, y luego la habitación quedó en completo silencio. Tras ello, la joven escuchó a Máximo jadeando mientras tomaba sus manos y las colocaba sobre su cabeza. Dado que él tenía manos grandes, tan solo necesitaba una para mantenerla cautiva.

De esa manera, sin piedad alguna, el hombre se abalanzó sobre Carolina, haciéndola gritar de placer.

Él cayó sobre la chica, besando su cuello y murmurando palabras que ella no fue capaz de entender.

"Máximo… Pesas mucho", pronunció ella, a lo que él asintió levemente y se acostó a su lado.

"Lo siento... Tuve que gritarte", declaró él.

"No te preocupes. En realidad, no me di cuenta de que estaba sosteniendo tu brazo. Yo tan solo estaba...", luego de decir eso, ella soltó una pequeña carcajada, y agregó: "Bueno, la verdad es que es tu culpa".

Aunque la habitación estaba completamente oscura, el hombre giró la cabeza hacia ella.

"¿Es mi culpa?", preguntó el hombre, riendo. "¿Y cómo es eso, puedo saberlo?", indagó después.

"¡Tú me alteraste un poco!".

"¿Yo? Pero eres tú quien me excita".

"¡Eres de verdad muy atrevido!", exclamó ella, riendo, y Máximo sonrió. De no haber sido por la oscuridad, él no habría recordado que las cosas no eran tan buenas como parecían.

"Vamos a dormir ahora, ¿de acuerdo? Voy al baño a lavarme, ponerme el pijamas y una máscara".

"¡Ven, espera!", dijo la mujer, al tiempo que extendía la mano, para luego sentir que tocaba la piel devastada por el fuego. Debido a ello, apartó su mano al instante, y preguntó: "Ehm, ¿pero no es incómodo?".

"No es algo por lo que vaya a morir", replicó el joven, con amargura. Dado que se había salvado de una muerte segura en el incendio, la molestia de tener que dormir con una maldita máscara puesta no era absolutamente nada.

"Ehm... Si quieres, me puedo ir a mi habitación. Así vas a poder estar más cómodo", indicó ella.

Al escucharla, él suspiró profundamente. A decir verdad, sí sería más conveniente para él, sin embargo…

"No, quédate. Yo voy a cuidar de ti y atenderé tus necesidades. No pasa nada si duermo con la máscara puesta".

Al finalizar, no esperó a que ella dijera nada más y simplemente se levantó.

"¡Máximo!", lo llamó la chica en el momento en que él estaba abriendo la puerta del baño.

"¿Qué sucede?".

"Yo también necesito darme una ducha. ¿Crees que podrías...? ¿Ayudarme...?".

"Tan pronto como termine de ducharme, lo haré, ¿te parece bien?".

"Sí, está bien", respondió ella y, luego, él entró en el baño, y justo cuando cerró la puerta, encendió la luz.

Mientras tanto, Carolina se quedó en la cama, pensativa. La joven creía que el hombre parecía tener más de una personalidad. Todo lo que ella esperaba era que él no volviera a ser un imbécil por la mañana, porque si lo hacía, ¡ella lo golpearía!

Bueno, la verdad era que ella nunca había golpeado a nadie, y no se atrevería, pero le había permitido tener intimidad con su cuerpo de una manera muy abierta. Literalmente hablando.

No podía dejar de pensar en su grito cuando ella lo agarró del brazo...

'Menos mal que está todo muy oscuro. Cuando está enojado, de verdad da miedo', pensó la mujer.

Por otro lado, en el baño, Máximo dejó caer el agua sobre su cuerpo.

"Ella no parecía estar asqueada por mi piel…", se dijo él. "Sin embargo, eso tan solo se debió al hecho de que estaba locamente excitada. O quizás porque pensó que podría recibir un pago más alto por ello", agregó él.

Después de haber quedado en ese estado, incluso había sido rechazado por una mujer que contrató para que se acostara con él. Eso sucedió justo después de que Jade lo abandonara. Ella le había dicho que, debido a su condición, ni siquiera una puta lo aceptaría, ni por todo el oro del mundo. Aquello lo había roto en mil pedazos.

Pero aun así, Carolina lo aceptó tal como era. Ella lo aceptó incluso después de haber visto parte de sus cicatrices.

"Eso simplemente demuestra lo profesional que es, así que le pagaré lo que se merece. En realidad, ella no solo es valiente, sino también deliciosa", murmuró el hombre.

El simple recuerdo de su cuerpo lo hizo mirar hacia abajo y sonreír. Máximo siempre había tenido un apetito sexual exacerbado y Jade realmente no lo satisfacía, pero no le importaba, ya que la amaba. Carolina, por otro lado, era capaz de aguantar mucho más de lo que la otra podía.

Con todo eso en mente, él volvió a tocarse y Carolina lo escuchó gemir mucho más fuerte.

'No lo puedo creer...', pensó ella y, en cierto modo, se sintió triste. Si todavía quería tener relaciones, ¿por qué no la buscó? '¡Deja de actuar como una perra en celo, Carolina!', se reprendió la chica.

Tras ello, terminó por quedarse dormida y, cuando despertó, la ventana ya estaba entreabierta y Máximo no se encontraba en la cama. Entonces, ella se sentó y apartó las sábanas a un lado. Se imaginó que todo sería un completo desastre, pero no era así, ya que al parecer, él lo había limpiado.

En ese momento, la joven miró hacia el baño. Ella estaba un poco desesperada y tenía muchas ganas de ir allí. No habría tiempo para esperarlo, así que se levantó con mucho cuidado, se cubrió el cuerpo con el camisón y se fue cojeando al baño. Su pie todavía estaba un poco hinchado y doloroso.

Al salir del baño chocó contra algo fuerte y, al levantar la vista, se encontró con los ojos verdes de Máximo, quien la miraba fijamente.

"Te dije que no caminaras", pronunció él.

"Bueno, necesitaba usar el baño urgentemente", replicó ella.

"¿Ya estás lista para tomar esa ducha?", preguntó el hombre, todavía muy serio, y ella se mordió el labio.

"Eso depende", respondió ella.

Ante eso, él entrecerró los ojos hacia ella.

"¿Depende de qué, Carolina?", cuestionó el joven.

Ella sabía que él no se veía del mejor humor, pero no pudo resistirse.

"Depende del tipo de baño que pretendas darme".

Al instante, él la levantó, lanzándola sobre su hombro y ella chilló.

Por mucho que Máximo quisiera perderse por completo en Carolina, tenía algunos asuntos que atender y ella era una distracción.

Por lo tanto, el baño fue tranquilo, en la bañera, él ni siquiera le dio un beso en el cuello, así que ella estaba frustrada. El hombre notó que ella parecía estar irritada por algo, pero no entendía por qué.

"¿Qué fue lo que te pasó?", indagó él.

"Nada", respondió ella, bastante irritada. Él sabía muy bien que una mujer en ese estado de ánimo cuando decía que no le pasaba nada, no lo decía en serio. Sin embargo, la verdad era que estaba demasiado cansado como para cuestionar. Nunca fue de los que insisten en absoluto, por lo tanto, si ella decía que no era nada, él no preguntaría más.

Después de ducharla, la llevó a la cama y dijo que subirían con su desayuno. Tras ello, él salió de su habitación para buscar su ropa limpia y, tan pronto como ella se vistió, el joven se dio la vuelta para irse.

"¡Qué hombre tan extraño!", dijo ella, luego de un par de minutos.

Un poco después, ella recibió una bandeja con café y había dos cajas más. Ante eso, la chica tragó saliva pesadamente.

"No es posible que él...", pronunció ella.

Al abrir la primera caja, en efecto, vio que había un hermoso anillo de oro blanco con una delicada piedra. En la otra caja, una más larga, pudo ver un brazalete que parecía hecho de diamantes.

Carolina estaba a punto de explotar debido a la ira, pero luego recordó lo que había visto el día anterior y lo que había hablado con el dueño de la librería, así que ella sonrió.

Bastián le había mostrado fotos y todo el proyecto que estaba haciendo con los niños del pueblo, por lo tanto, ella realmente quería ayudar. La chica siempre quiso ser maestra y en la actualidad podría cumplir ese sueño. Por supuesto, eso no garantizaría su independencia económica, ya que era un proyecto sin fines de lucro, sin embargo, su pago sería saber que podía ayudar en algo.

"¡Al menos estas joyas pueden servir para eso!", se dijo a sí misma. Devolverlas o gritar, no serviría de nada, ya sabía a la perfección que Máximo era un tipo duro y testarudo, así que si continuaba queriendo discutir con él acerca de ese tema, sería tan solo una pérdida de energía. Además, ella no iba a dejar de acostarse con él, puesto que le gustaba tener intimidad con ese hombre. El simple hecho de pensar en eso ya enrojecía su rostro.

De igual manera, todavía tenía la tranquilidad de saber que Bastián estaría cerca. Ella apenas acababa de conocerlo, pero sintió una extraña conexión con él. Durante todos esos años, ella no había hecho muchos amigos, ya que la gente la evitaba. Si alguna chica se asociaba con ella, lo consideraban una mancha en su reputación, y si lo hacía un hombre, era malo para Carolina, dado que se acercaban con sucias intenciones.

"¡Pero con Bastián no existe ese problema!", dijo ella, consolándose a sí misma.

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1 Capítulo 1 Cásate2 Capítulo 2 Noche de bodas3 Capítulo 3 Exigir explicaciones4 Capítulo 4 De descanso5 Capítulo 5 Se fue6 Capítulo 6 Lesionada7 Capítulo 7 Lo quiero8 Capítulo 8 Vibrador9 Capítulo 9 Lo volvió a hacer10 Capítulo 10 Doctor11 Capítulo 11 Mi mujer12 Capítulo 12 No te traicionaré13 Capítulo 13 La amaba14 Capítulo 14 Ansioso15 Capítulo 15 Visitar al médico16 Capítulo 16 Por poco la pierde17 Capítulo 17 Confía en mí18 Capítulo 18 Cuidarlo19 Capítulo 19 La familia Castillo20 Capítulo 20 Te ves más sensual que nunca21 Capítulo 21 No puedo soportarlo22 Capítulo 22 La fiesta23 Capítulo 23 Malentendido24 Capítulo 24 Encuentro25 Capítulo 25 Una distracción26 Capítulo 26 Ella golpeó al alcalde27 Capítulo 27 Seremos padres28 Capítulo 28 Confía en mí29 Capítulo 29 Engañada30 Capítulo 30 Máximo regresó31 Capítulo 31 Va por buen camino32 Capítulo 32 Otra vez33 Capítulo 33 El chisme del pueblo34 Capítulo 34 Nueva etapa35 Capítulo 35 Cenar con los pequeños36 Capítulo 36 Vas a apestar37 Capítulo 37 Esto es un error38 Capítulo 38 Los papeles de divorcio39 Capítulo 39 Buscar a Carolina40 Capítulo 40 Sí41 Capítulo 41 En la clínica42 Capítulo 42 Fuera de mi camino43 Capítulo 43 Ayúdame44 Capítulo 44 Decisiones45 Capítulo 45 Decidido46 Capítulo 46 Casi47 Capítulo 47 Mi hijo48 Capítulo 48 Recuperación49 Capítulo 49 Bernardo50 Capítulo 50 La llamada51 Capítulo 51 Videollamada52 Capítulo 52 Mío53 Capítulo 53 Juego limpio54 Capítulo 54 Aceptas55 Capítulo 55 Pequeño error56 Capítulo 56 Conspiración57 Capítulo 57 Juntos58 Capítulo 58 Un príncipe59 Capítulo 59 Atractivo60 Capítulo 60 Recuerda61 Capítulo 61 Gala62 Capítulo 62 Gala 263 Capítulo 63 Contrólala64 Capítulo 64 Sí65 Capítulo 65 Cómo está ella66 Capítulo 66 Revelaciones67 Capítulo 67 Secretos68 Capítulo 68 Regresar a casa69 Capítulo 69 Un momento importante70 Capítulo 70 Él se puso extraño71 Capítulo 71 Salir del hospital72 Capítulo 72 Disimulado73 Capítulo 73 Ayudar74 Capítulo 74 Otra vez75 Capítulo 75 Té de la tarde76 Capítulo 76 Recuerdos77 Capítulo 77 Estresada78 Capítulo 78 Encuentro79 Capítulo 79 Viajar80 Capítulo 80 Me crees81 Capítulo 81 Qué quiere ella82 Capítulo 82 Resuelto83 Capítulo 83 Cartas sobre la mesa84 Capítulo 84 Desaparecida85 Capítulo 85 Compromiso86 Capítulo 86 Compromiso II87 Capítulo 87 Un paseo por el museo88 Capítulo 88 El resultado de la prueba de embarazo89 Capítulo 89 Los preparativos de la boda90 Capítulo 90 La boda91 Capítulo 91 Muéstrame tu celular ahora mismo92 Capítulo 92 De regreso a la finca93 Capítulo 93 Emilia94 Capítulo 94 Cómo sucedió95 Capítulo 95 La verdad96 Capítulo 96 Seguir la tradición97 Capítulo 97 Respira hondo98 Capítulo 98 En el hospital99 Capítulo 99 Traición100 Capítulo 100 Mantener las apariencias