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Capítulo 8
Vibrador
Palabras:1148    |    Actualizado en: 13/04/2023

Máximo la llevó en sus brazos, desnuda, hasta el baño. Cuando Carolina intentó taparse, él se echó a reír.

"Hice algo más que ver tus pechos, Carolina. Incluso los disfruté antes".

"Sí, ya sé; pero... ¡qué grosero eres!".

Carolina tenía la cara roja de vergüenza, pero a Máximo la situación le parecía divertida. Su sentido del humor era distinto antes del accidente. Solía ser juguetón y despreocupado, excepto cuando se trataba de asuntos importantes, como los negocios.

Por un segundo, se le olvidó que seguía siendo visto como un 'monstruo' y se rio de la incomodidad de su mujer. La colocó suavemente en la bañera, que ya estaba llena de agua a la temperatura perfecta.

Carolina se lavaba el cabello a la vez que Máximo se recogía las mangas de la camisa para ayudarla con la espalda.

"¿No te vas a bañar?", preguntó curiosa, sin darse cuenta de que si el chico no se había quitado la máscara, definitivamente no se quitaría la ropa delante de ella.

"No, me bañaré más tarde". En otras circunstancias, lo habría interpretado como una invitación descarada para ir más allá, por lo que le hubiera respondido con el mismo tono. Sin embargo, se dio cuenta de que la pregunta no fue producto de malas intenciones.

Al finalizar, la llevó de vuelta al dormitorio, le secó el cabello con cuidado y se dirigió a la puerta.

"¿Adónde vas?", inquirió curiosa.

"Voy a buscarte una bata de dormir, a menos que...", se volvió hacia Carolina y le guiñó un ojo con el lado no cubierto de la cara, "prefieras acostarte desnuda".

La chica estuvo tentada de responder que no había pensado que fueran a dormir; pero no se sintió lo bastante valiente para ello, por lo que se limitó a negar con la cabeza. Aunque Máximo se sintió decepcionado, dio media vuelta y se dirigió a la habitación de Carolina para cumplir su promesa.

No obstante, al abrir el armario, se dio cuenta de que faltaba su ropa. Luego comprobó la cómoda, pero también estaba vacía.

"¿Pero qué carajo...?". Fue entonces que se fijó en las maletas en un rincón. "No es posible...".

No necesitó abrirlas para saber que sus pertenencias continuaban en el interior, como si la muchacha estuviera lista para partir en cualquier momento.

Apretó los labios, respiró hondo y se recordó a sí mismo que Carolina acababa de llegar, por lo que era razonable que no hubiera deshecho el equipaje. No tenía por qué gritarle de nuevo.

Colocó una de las maletas sobre la cama y la abrió. Una vez que empezó, ya no fue capaz de detenerse. Tomó las bragas diminutas para inspeccionarlas. No pudo evitar imaginar cómo se verían en ella. Lo que más le llamó la atención fue la mezcla de tallas normales sin ningún tipo de adorno, como las que ella llevaba ese mismo día, y las que eran reveladoras con detalles de encaje y transparencias.

"¿Lo trajo para usarlo conmigo?", preguntó, frunciendo el ceño. Ya que ella sabía perfectamente que estaba deforme debido a las cicatrices, lo dudaba. En ese momento, una idea le cruzó por la mente: planeaba usarlo con sus amantes.

Buscando un poco más, encontró una bata de dormir. Al tomarla para llevársela, cayó un pequeño objeto. Lo recogió para analizarlo y supo lo que era al instante.

Carolina esperaba mirando al techo. Apenas él entró, colocó la ropa doblada sobre la cama y apagó la luz antes de dirigirse al baño sin pronunciar palabra.

A ella le pareció extraña la actitud; sin embargo, decidió ignorarlo pensando que debido a su temperamento, podría haberse enfadado por algo de lo que ni siquiera era consciente.

En cuanto cesó el sonido del agua, supo que él saldría pronto. Ella llevaba la lencería que le preparó Nadia: unas bragas diminutas que la hicieron maldecir en silencio.

Cuando se abrió la puerta del baño, ella estaba de espaldas, envuelta entre las cobijas. La habitación se encontraba a oscuras, como el otro día. El aroma de la ducha de Máximo llenó las fosas nasales de Carolina. Era delicioso.

La cama se hundió ligeramente cuando se subió. Un momento después, su mano le rodeó la cintura para atraerla hacia sí mismo.

"No me toques", le advirtió. La chica comprendió que no deseaba que ella entrara en contacto con sus cicatrices. Aunque no podía verlas, tocarlas le daría una idea de cómo eran; justamente lo que su esposo quería era evitar esa posibilidad.

"De acuerdo", aceptó.

Los labios de Máximo le acariciaron el cuello antes de deslizarse hacia su oreja. Sin darse cuenta, ella le mostró las nalgas, consiguiendo que sonriera.

"¿Eres una perra, Carolina?", preguntó en un murmullo sugerente, consiguiendo que sus ojos se agrandaran debido a la sorpresa. De verdad, ¿le hablaría 'sucio'?

"Lo soy. Tu... perra", contestó en un jadeo.

Cuando Máximo se metió debajo de las cobijas, logró sentir el musculoso pecho contra su espalda. Su piel tibia la hizo sentir como si ardiera por dentro.

Tenía las bragas corridas hacia un lado y quiso quitárselas de una vez; sin embargo, él se lo impidió. Después oyó un pequeño ruido similar al de un motor, lo que le hizo fruncir el ceño. Estaba a punto de preguntar qué era aquello; pero sintió que algo tocaba su parte más íntima, justo en el 'botón del placer'.

Sin poder evitarlo, gimió un débil 'oh'.

"Te gusta, ¿verdad?", inquirió posicionándose en la entrada de Carolina, que gemía sin parar. "Carajo, estás tan... húmeda".

Al penetrarla, Carolina sintió ese leve estiramiento en su interior que era tan placentero. Máximo no tuvo ninguna compasión de ella y se movió como si fuera un animal, casi desesperado, luego la colocó boca abajo y le levantó las caderas.

Trató de pronunciar su nombre; no pudo. En su lugar, un gemido le abandonó la boca. Se encontraba cerca. "¡Más... más fuerte!", logró decir.

Incluso si había llegado al clímax varias veces, y su esposo no se detenía. Los temblores que la sacudieron repercutieron en él, llevándolo a la locura.

Cayó sobre ella y la abrazó con fuerza.

"¡Eso... eso fue muy intenso!", exclamó Carolina, y aunque no podía verlo, Máximo asintió con la cabeza, luchando por recuperar el aliento.

"No tenía idea de que fueras tan ardiente", señaló; ella se echó a reír.

"¡Ni yo lo sabía!".

Él la acercó un poco más.

"Bueno, no sabía que te gustaran esos juguetes", bromeó.

"¿Eh? ¿Qué juguetes?", preguntó ella, confusa. Un segundo después, entendió que se refería al pequeño y tembloroso objeto que le colocó en el clítoris. "¡Ah!, ¿tu juguete?".

"Bueno, ya sé que te gusta 'mi juguete', con el que por cierto puedes divertirte tanto como quieras. No me importa. Pero me refiero a esto de aquí. Tu juguete", dijo poniéndole un objeto en la mano. Era tan pequeño que ella no podía saber de qué se trataba.

"Pero... ¿qué es esto?".

"Tu vibrador".

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1 Capítulo 1 Cásate2 Capítulo 2 Noche de bodas3 Capítulo 3 Exigir explicaciones4 Capítulo 4 De descanso5 Capítulo 5 Se fue6 Capítulo 6 Lesionada7 Capítulo 7 Lo quiero8 Capítulo 8 Vibrador9 Capítulo 9 Lo volvió a hacer10 Capítulo 10 Doctor11 Capítulo 11 Mi mujer12 Capítulo 12 No te traicionaré13 Capítulo 13 La amaba14 Capítulo 14 Ansioso15 Capítulo 15 Visitar al médico16 Capítulo 16 Por poco la pierde17 Capítulo 17 Confía en mí18 Capítulo 18 Cuidarlo19 Capítulo 19 La familia Castillo20 Capítulo 20 Te ves más sensual que nunca21 Capítulo 21 No puedo soportarlo22 Capítulo 22 La fiesta23 Capítulo 23 Malentendido24 Capítulo 24 Encuentro25 Capítulo 25 Una distracción26 Capítulo 26 Ella golpeó al alcalde27 Capítulo 27 Seremos padres28 Capítulo 28 Confía en mí29 Capítulo 29 Engañada30 Capítulo 30 Máximo regresó31 Capítulo 31 Va por buen camino32 Capítulo 32 Otra vez33 Capítulo 33 El chisme del pueblo34 Capítulo 34 Nueva etapa35 Capítulo 35 Cenar con los pequeños36 Capítulo 36 Vas a apestar37 Capítulo 37 Esto es un error38 Capítulo 38 Los papeles de divorcio39 Capítulo 39 Buscar a Carolina40 Capítulo 40 Sí41 Capítulo 41 En la clínica42 Capítulo 42 Fuera de mi camino43 Capítulo 43 Ayúdame44 Capítulo 44 Decisiones45 Capítulo 45 Decidido46 Capítulo 46 Casi47 Capítulo 47 Mi hijo48 Capítulo 48 Recuperación49 Capítulo 49 Bernardo50 Capítulo 50 La llamada51 Capítulo 51 Videollamada52 Capítulo 52 Mío53 Capítulo 53 Juego limpio54 Capítulo 54 Aceptas55 Capítulo 55 Pequeño error56 Capítulo 56 Conspiración57 Capítulo 57 Juntos58 Capítulo 58 Un príncipe59 Capítulo 59 Atractivo60 Capítulo 60 Recuerda61 Capítulo 61 Gala62 Capítulo 62 Gala 263 Capítulo 63 Contrólala64 Capítulo 64 Sí65 Capítulo 65 Cómo está ella66 Capítulo 66 Revelaciones67 Capítulo 67 Secretos68 Capítulo 68 Regresar a casa69 Capítulo 69 Un momento importante70 Capítulo 70 Él se puso extraño71 Capítulo 71 Salir del hospital72 Capítulo 72 Disimulado73 Capítulo 73 Ayudar74 Capítulo 74 Otra vez75 Capítulo 75 Té de la tarde76 Capítulo 76 Recuerdos77 Capítulo 77 Estresada78 Capítulo 78 Encuentro79 Capítulo 79 Viajar80 Capítulo 80 Me crees81 Capítulo 81 Qué quiere ella82 Capítulo 82 Resuelto83 Capítulo 83 Cartas sobre la mesa84 Capítulo 84 Desaparecida85 Capítulo 85 Compromiso86 Capítulo 86 Compromiso II87 Capítulo 87 Un paseo por el museo88 Capítulo 88 El resultado de la prueba de embarazo89 Capítulo 89 Los preparativos de la boda90 Capítulo 90 La boda91 Capítulo 91 Muéstrame tu celular ahora mismo92 Capítulo 92 De regreso a la finca93 Capítulo 93 Emilia94 Capítulo 94 Cómo sucedió95 Capítulo 95 La verdad96 Capítulo 96 Seguir la tradición97 Capítulo 97 Respira hondo98 Capítulo 98 En el hospital99 Capítulo 99 Traición100 Capítulo 100 Mantener las apariencias