RESURRECCION: El Misterio de Victoria. LIBRO II
ernado en Canadá. Recuerdo que, en vísperas de mi partida, mis abuelos maternos discutí
porque en mi interior sabía qué pasarían años para volverlos a ver. Ese dolor aún está latente y revive al evocar los fragmentos de la escena: cada frase que salía de aquella disputa, la angustia en las miradas de mis abuelos chocando con la frialdad de mi padre. Aprendí en ese instante
solo bastó que yo saliera de sus entrañas para que ella dejara de respirar. Su nombre era Ángela, y me amó tanto desde que estaba en su vientre que no le importó dar su vida por mí, incluso su último aliento de vida lo usó para pronunciar mi nombre: Victoria. Luego de aquellas palabras murió. Desde ese momento la sonrisa de mi padre se apagó y fue sustituida por u
de simples pesadillas. Percibí algo extraño que no podía ver claramente, esa misteriosa presencia me vigilaba. Ese tipo de sensaciones se fueron intensificando con el paso de la infancia a la adolescencia, y despertó definitivamente esa noche. Cerré los ojos con fuerza, aferrándome a la almohada cuál escudo protector, hasta que
ritar, estaba congelada; por alguna razón ese ser que invadía mi alcoba sintió mi temor logrando que me dejara en cuestión de segundos en mi lecho nuevamente. Lo único que pude alcanzar a ver después de unos minutos fue el reflejo de un hombre alto que se alejaba disolviéndose en la noche como una humarada, acompañado de un sus
é pa
cupado revisó el cuarto sin encontrar nada, luego se
estaba muy alterada como para comprender la seguri
aso no oyes a los perros? ¡
puedo quedar contigo hasta que te duermas -luego giró hacia Matilde (ese era el nombre de la cocinera) para indicarle que podía seguir durmiendo, seguidamente se acomodó en un lado de la cama y me abrazó. Ah
no servían de nada. Por más que yo tratara de acercarme a él, no lograba arrancar de su rostro inexpresivo un gesto amable que me animara como el de aquella noche. Esos intentos fallidos me agotaban, así que, mataba mi frustración refugiada la mayoría del tiempo en casa de
extrañas, que, según ella, podían calmar cualquier angustia o dolor, ya que eran especiales, eran recetas antiguas heredadas de sus antepasados indígenas. Mientras oía sus historias siempre me preguntaba: puesto que esas bebidas eran tan efectivas, ¿por qué no se la ofrecía a mi papá para que volviera a ser el mismo de antes? Tal vez, así hubiese desistido de la locura de enviarme lejos, pero eso nunca sucedió. Lo irónico era que, aunque mi padre se enamoró perdidamente de mi madre, a él no le gustaban las costumbres d
os paternos que habían fallecido en un accidente automovilístico se la habían heredado por ser hijo único; a ellos nunca los conocí en vida y mi madre tampoco tuvo la oportunidad. Esto me hacía suponer que mi familia desde un inicio había estado marcada por la desgracia. Los únicos par
perfecto desconocido para mí, así como yo lo era para él. ¿Cómo no podía quererme? En mí corría su sangre y la de la mujer que amaba, pero sus actitudes esquivas me demostraban que él no lo veía de esta manera. No obstante, ahora todo aquello no es más que un recuerdo. Lo que, si viene a mí, y no solo como algo de otro tiempo, son las palabras hacia mi abuela antes de partir con mi padre al aeropuerto.
alejes de su familia! Deja que crezca junto a nosotros -Mi padre se mantuvo en sile
y continuó dando media vuelta para subir al carro, p
ble de nada, cada quien nace con un destino escri
qué mi padre debía temerme? Luego mi abuela se apartó de mí, abrió su cartera y me entregó un papel donde estaba e
alejen de mí! -sus palabras sonaban cortadas por el llanto. - Nunca olvides que te queremos. En ti hay algo especial y diferente, te esperan muchas cosas que deberás enfrenta
a en llanto. Me quedé mirando a través de la ventana, quería grabar muy bien los rostros de mis abuelos, aferrándome con fuerza a aquellas imágenes que se iban desdibujando mientras avanz
enía para enfrentar lo que me esperaba en ese internado tan lejano, que sería mi hogar durante cinco años. Qué iba a saber que ese dolor sería suave comparado con lo que me tocaría vivir y descubrir. Esta es la historia de mi vida, y de
re, antiguamente creía que la muerte era el final de tod