EL PRINCIPE DE HIELO
ía bastante inquieto, nervioso. Llevábamos varias semanas planeando el ataque, sabía que mis hombres tendrían una
ero era imprescindible atacar, el rey de fuego no podía seguir manteniendo el control del trono, su avaricia y se
tiempo se estaba acabando, algo en mi interior me hacía sentir intranquilo, de alguna manera, el vínculo que me unía a ella me permitía sentir su ansiedad, sus miedos... me costó trabajo entender
s alas y corro hacia él, subiendo a su lomo segundos antes de que el emprenda vuelo, puedo escuchar los gritos de mi gente llamándome s
la vida, la historia de mi entera existencia comienza a cruzar por mi mente, com
el reino sin saber que esto sucedería a muy temprana edad, cuando la avaricia se apodero de una persona que había jurado lealtad y protección, y termino por traicionar la confianza
arme, salí despacio sin hacer ruido, con cautela comencé a avanzar por el pasillo en dirección a la habitación de mis padres, no sabía lo que estaba pasando,de mi madre, como si le hubiesen cubierto la boca mientras la estaban lastimando. Al escuchar esto, mi cuerpo entero se heló por unos segundos, pero de inmediato entendí que no podía quedarme ahí parado, quien sea que estuviera en la habitación al final del pasillo estaba haciéndole daño a mi familia y no lo podía permitir, mis pies comenzaron a moverse con lentitud, ganando velocidad poco a poco, buscando en el camino algo, cualquier objeto que pudiese usar como un arma. Estaba terriblemente asustado, no era más que un pequeño niño, ¿Qué podía hacer yo contra unos malhechores?, pero e
e explotar, no pude pronunciar palabra alguna, deseaba gritar, correr detrás de ellos y matarlos, aún no había
ar a la recamara, quise bajarme de sus brazos y comprobar lo que mis más grandes miedos estaba susurrándome al oído, pero el intruso no me lo permitió, al contrario me abrazo de tal manera que quede completamente de espadas, con mis piernas alrededor de su cintura y mi rostro recargado sobre su hombro, no neces
n es, ni que hace en mi castillo, pero por ahora no me queda más que seguirlo. El hombre me abrazo con fuerza y comenzó a correr por el pasillo, mientras me decía "debo dejar
r los gritos de algunos sirvientes cuando sus vidas era arrancadas de su cuerpo solo p
cuchar cerca a mis enemigos. En un momento se detuvo y susurró a mi oído "¿en quién confías ahor
papá, a veces lo he escuchado hablar mal de él cuando cree que nadie lo escucha... podría ser... ¡Likantor¡, si, mi papá me ha dicho que
buscarlo, ¿dónde
á aquí, lo enviaron a proteger una alde
un supuesto ataque lejos del reino para poder desproteger el castillo, aunque aún no podía entender donde estaban los guardias reales, los que se supone que deben estar protegiendo a la familia real, ¿Dónde
l coraje y la frustración se aglomeraban en mi interior h
ontra todos ellos", yo asentí con mi cabeza, bien sabía que no tenía otra opción. Empezamos a dirigirnos hacia la salida, dejando atrás los gritos de dolor de mis sirvientes,
mento nuestros enemigos nos cerraron el paso, me percaté en el momento en el que el joven se detuvo en seco casi t
príncipe Yuvén
se había encargado por años de intentar exterminar a mi gente, a mi pueblo, un reino que fue causante de la desaparición de los reinos de arena y agua, y que por generaciones han intentado exterminarnos a nosotros también... y ahora aquí estaba, el príncipe heredo de esa detestable nación, justo frente a mí,