EL PRINCIPE DE HIELO
o, estratega, primo... y humano, pues con frecuencia olvidaba comer o descansar algunas veces, por lo cual recibía fuertes reprimendas por parte de Kaysa, la jefa de servicio de mi palacio, pero,
os en la misma mesa que Prágus, de no ser por ella, en verdad no hubiese podido llevar una relación con mi primo, ella era quien se encargaba siempre de ajustar mis múltiples actividades par
o con amabilidad, dejar que su vida se moviera a su propio ritmo, sin presiones de ningún tipo, y debo admitir que sobre eso último en verdad sentía verdadera envidia, me hubiese gustado tener tiempo de jugar, para leer lo que yo quisiera, salir de paseo a caballo por el reino, de tener amigos, justo como él los tenia, pero aun así, aunque toda esa libertad y mimos podían resul
le permitiera aun tenerlo con vida, pude haberlo mandado al calabozo de por vida y de esta manera él podría verlo y visitarlo cada tanto, aunque estoy seguro que, eventualmente, terminaría por ser una pena más grande para él verlo debilitarse y decaer poco a poco sumergido en la oscuridad d
a claro para mis asesores, incluyendo a Likantor, los guardias, los nobles y mi cerebro, pero no lo era
e de caprichos a mi primo, sin importar lo que fuera que me pidiera, buscaba la manera de que le fue
reino lo seguían, casi al grado de decir que lo acosaban, pero por alguna razón, él no parecía estar interesado en ninguna, al menos no de mane
bastante molesto, tenía muchas cosas que hacer como para estar perdiendo el tiempo soportando las risitas y mir
le conocía otra faceta completamente distinta, algo menos "galante" de su parte, era algo común ver a una que otra doncella o pueblerina salir por la madrugada a escondidas de su habitación, par
tra quien, de alguna manera, se hubiese sentido obligada o engañada para saciar sus propósitos, de lo contrario
apaba a escondidas para irlo a visitar a las cuevas, más de una ocasión Likantor tuvo que regresarme en brazos a mi alcoba después de encontrarme dormido sobre el regazo de mi dragón, amaba estar con él más q
tras surcaba el cielo nocturno junto a su clan, era casi como si yo mismo estuviese volando, esa sensación era la única que me permitía dormir por las noches, ya que las pesadillas muchas veces interrumpieron
ragones se fueron haciendo cada vez más continuos, hasta llegar al momento en qu
ntrarme en tierra, pasaba cuantas horas me fuera posible sobre él,
y yo juntos éramos insaciables cuando de atacar al reino de fuego se trataba, no sé si compartíamos el odio hacia el reino de Hashim, o más bien yo lograba transferirle a Krad mi
er "demasiado rudo" en ocasiones, esto solo era con la intención de prepararlos para defender a su gente, pues Hashim había demostrado ser un monarca cruel que no se detendría hasta destruirnos p
s, para recorrer los bosques y los campos cercanos a las colinas y poder así recolectar frutos, semillas, algu
l reino de hielo. Esto funcionó durante un tiempo, sin embargo, de alguna manera, los hombres de Hashim lograron
a sea a algunos pueblos o en los bosques de los alrededores, no estab
e Likantor de mantenerme a salvo dentro de mi reino, pero qué clase de monarca
ilidad con la espada era excepcional, eso me permitía salir bien librado de muchas sit
bre el lomo de Krad, no era algo común que lo hiciera, ya que llamábamos mucho la atención y no había
dad eran menor, por lo que lo ponía en igual posición junto con mi alfa de hielo, eso
de una ocasión en el pasado, esos arrebatos habían costado pérdidas en una batalla, las cuales tenía pl
a a tener un carácter serio y distante con todas las personas a mi alrededor, sentía que estaba en deuda con mi reino y mi guardia por las muertes que se suscitaban en cada ata