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Wallis Simpson, jaque a la corona

Capítulo 4 La vida en negro

Palabras:3545    |    Actualizado en: 12/10/2022

ITU

DA EN

que visitaban la ciudad, tras firmar un sustancioso contrato con alguna otra empresa que les proporcionaría pingües beneficios. Antes de aband

para una misión que superaba las pretensiones que madame Wung, podía siquiera soñar en sus más osados sueños. Era su mejor cliente y cuando este

ias olorosas, creaban una atmósfera que invitaba a viajar a otros mundos, en que el opio, era el encargado de transportar a quien se atrevía a salir del mundo en que habitaba. Todo en aquel lugar exudaba exquisitez, que a Wallis le fascinaba, como si siempre hubiese llevado dentro un hambre insaciable de lujo, que acabaría por conseguir en grado sumo. Madame Wung, tenía órdenes estr

ung, a lo que Wallis correspondió de la misma manera.-Su cliente debe sentirse cómodo y relajado en todo momento, sin que nada despierte su recelo, ni lo alarm

cho cosidos en las escamas, proporcionándole al vestido una luz discreta y elegante. Cuando estuvo dentro de él, que se fundió con su cuerpo como una segunda piel, salió y dio una vuelta completa

ni tan siquiera la fecha de su nacimiento. Madame Wung sonrió adivinándole el pensamiento y le pidió con un gesto de sus manos, que le siguiese. La condujo a una habitación enteramente decorada al estilo chino, mucho más minimalista y encendió unas varas de incienso, que pronto con su fragante olor, llenaron el aire que respiraban ambas mujeres. Madame Wung se acercó al armario de puertas de madera

go este perfume es tan especial, que solo unos pocos pueden captar su arom

seducción aprendidas en casa de madame Wung, le proporcionarían la ventaja precisa para ser ella quién llevase a partir de entonces, las riendas de su vida. Nunca más un hombre gobernaría su destino. Su madre al nacer dijo unas escuetas palabras y ella las había hecho suyas de manera un tant

a, la ofensa tácita de sentirse pobre e inferior en su nivel de vida. A partir de ahora elegir al hombre con el que compartir su vida sería su misión, más importante. El segundo día Wallis, más segura de lo que debía llevar a cabo, se introdujo en una bañera de cobre llena de agua tibia, con sales de baño que emanaban un aroma embriagador, que reconoció enseguida, era

on voz autoritaria y firme

albornoz para de nuevo llamar a sus servidoras. Ellas le secaron y vistieron antes de presentarla a madame Wung. Esta la esperaba impaciente

s días podremos ponernos en marcha, para dar comienzo a nuestra primera

iero que me responda con sinceridad y exact

jando la mirada le respondió co

odo, para lo que a nosotros nos interesa, que es pasar lo más desapercibido posible…deberá abandonarl

ser echado del local, cuando el alcohol lo dominaba, sin que pudiese siquiera levantarse por sus propios medios. Walis asintió con gesto triste y comprendió que su vida seguiría sin aquel hombre s

ela y siga al pie de la letra las instrucciones de madame Wung,

su habitación y pensó en todo lo que le estaba ocurriendo y con una serenidad inusual, analizó cada detalle, cada momento, deduciendo lo que de ella se requeriría a partir de aquel instante, que resultaba ser un punto de inflexión en

ayer y desea su compañía…espero que se hagan muy buenos amigos,-le su

ados en plata y oro. Wallis dejó que su menudo cuerpo, delgado se acoplase a los cojines y presentó una imagen que a pesar de carecer de belleza, fascinó a Michael Granjers. Este se sentó a su lado y acercó la nariz a su cuello para oler aquel extraño perfume, que jamás había penetrado sus fosas nasales. Wallis recordó entonces la

cuerpo femenino, en busca de una excitación que no tardó en producirse. Los suspiros de placer de la mujer se entremezclaron con los gemidos del hombre que cabalgaba sus caderas, aferrando suavemente los pechos de ella que en sus manos semejaban desaparecer, a causa de su tamaño. El sudor hizo su apa

sultado, tan altamente satisfactorio, alcanzado por la señora Simpson. Estaba

e ella recibió iluminándosele el rostro, siempre terso ye inexpresivo. Dejó que cayese en su mano el contenido de la bolsita y unas pequeñas piedras muy brillan

e y se retiró satisfecha. Los gastos quedaban ampliamente cubiertos y las ganancias eran considerables. Los tres diamantes extra, le p

ían captar miembros para sus incipientes servicios de inteligencia, aun muy lejanos de lo que serían a posteriori en los años de la guerra fría. Con un vaso de vozka amediado entre sus manos,, Vladimir sonreía aviesamente como considerando las posibilidades que una hembra de aquella categoría podría proporcionar a sus superiores ahora que estaban formando un cuerp

acitados para servir de durmientes, de manera que puedan ser uti

pasándose el dorso de la mano por los labios para limpiarse los rest

stoy harto de captar a mujeres carentes incluso de ideología que solo buscan conocer occidente y si pueden fugarse de la Unión de Repúblicas Social

í no me parece nada descabellado sacar a la, luz las porquerías de esos malditos enemigos del nuevo orden mundial…caerán tarde o temprano. Wallis tiene todas las capacidades y

precisas ayuda en alguna disciplina sabes que cuentas con mi ayuda incondicional,

con un sonoro golpe, dando por terminada la conversación abruptamente. Vladimir lo imitó y dándole una

a. Nadie hubiera sospechado que los comunistas no le resultaban simpáticos en absoluto. Ahora su mente se desvió hasta hallar en este e

a de una cuenta prácticamente ilimitada en cuanto a gastos para su uso personal. Salía de vez en cuando en el Buick negro que Robert había dejado a su disposición a fin de que se integrase en la ciudad y conociera de primera mano las costumbres que deberían se

diese ser ella misma. Una de las chinas que le servían entró y se inclinó reverentemente, para comunicarle que su benefactor acababa de llegar y solicitaba ser recibido. Le sorprendió que llegase tan entrada

o imprescindible, hemos de partir en secreto hacia Pekín, ahora sus dos servidoras bajo la estricta supervisión de la señora Wung, le ha

mortifica…¿porqué me eligió a mi? No me conocía

n el conocimiento de su persona y fui descubriendo unas cualidades y ambiciones que comenzaron a componer en mi mente, una imagen muy proclive a nuestros intereses, teniendo en cuenta su deseo de rodearse de orden, lujo, su amor por l

arios halagos y entendió que aquel hombre, la estaba preparando para

asegura que se halla lista para usar sus armas de mujer, mejor que ninguna otra, por lo que le ruego que se cubra con un abrigo, ya que la noche está fría y nos siga, nos vamos de Hongkong. El Buick negro le condujo serpenteando por las calles vacías de los suburbios, hasta llegar a calles centrales,

lemania por el denigrante tratado de Versalles. No tardaremos en devolverles el trato que nos dan, no tardaremos…-añadió con rencor mal disimulado Robert ley. Iremos muy apretados en la cabina que ha sido diseñada pa

pre hasta el final señor Ley…adelante,

tálico, hacia el cielo oscuro de Honkong. Rugía como un león y sobre las nubes bajas, le pareció a Wallis haber alcanzado el ci

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