Podemos conocernos de nuevo
Autor: Alessa Cole
GéneroRomance
Podemos conocernos de nuevo
"¿Ella no está en casa?", preguntó Taylor con sorpresa, luego de escuchar lo que dijo Brendan. "¿Acaso tuvieron alguna discusión? Me resulta extraño, sobre todo considerando que Adeline tiene buen carácter y además es muy obediente contigo. ¿Cómo es posible que ustedes dos hayan tenido una pelea? ¿Le hiciste algo?".
Taylor continuó preguntando, mientras su rostro mostraba cada vez más preocupación. "Brendan, ten en cuenta que a pesar de todo ella es tu esposa. Deberías ser más considerado con ella. ¿No te das cuenta de lo tarde que es? Y aun así dices tan tranquilamente que Adeline no está en casa. ¿Acaso no te preocupa su seguridad? ¿Adónde podría haber ido en este momento? ¿Sabes dónde está? ¿Y si está en peligro?".
'¿En peligro?', pensó Brendan para sí. Y enseguida su rostro se ensombreció.
Fue ella quien empacó sus cosas y salió de la villa sin mirar atrás. Incluso estaba lloviendo afuera cuando se marchó y no le importó. Él rara vez le preguntaba a ella por su familia, los Dawson. Ni siquiera sabía si su esposa tenía amigos o algún conocido cercano. Lo único de lo que Brendan estaba seguro era de que Adeline no se llevaba bien con su propia familia. '¿Adónde habrá ido?', se preguntó.
Sin embargo, se detuvo de inmediato en ese pensamiento. ¿Por qué debería preocuparse tanto por ella?
Él solo se había casado con esa mujer para tener un heredero; y a cambio de eso, los Clemons, su familia, le darían el apoyo a los Dawson. Entonces, ¿cómo podría ella realmente divorciarse de él? Seguramente todo esto era solo otro pequeño truco de Adeline para llamar su atención.
Entretanto, las palabras de Taylor también molestaron a Rex. "Deja ya de decir estupideces, Taylor. Vinimos aquí esta noche solo para divertirnos y relajarnos un rato. ¿Por qué siempre sientes esa necesidad de sacar a relucir a esa mujer? ¡Deja de sabotear nuestra noche de diversión!".
Dicho esto, él hizo señas al mesero y ordenó:
"¡Tráiganos una docena de botellas de Blanc de Noirs de Champagne Armand de Brignac!".
Rex pidió una docena de uno de los mejores champanes del mundo. De hecho, cada año se producían como máximo solo tres mil botellas y cada una costaba una fortuna. El pedido del hombre fue desmedido, pero el mesero se alegró mucho de escucharlo.
"¡Vaya, Rex! ¡Por lo visto hoy estás muy generoso!".
"No es nada. Mientras Brendan sea feliz, vale la pena".
Sentado en el sofá, este último permaneció inexpresivo. Desde la penumbra, su rostro tan escultural se veía realmente muy hermoso.
Tenía la particularidad de emanar un aura indiferente que lo hacía parecer inaccesible. Él simplemente se sentó allí y bebió de su copa lentamente.
Mientras Brendan permanecía en silencio, sus amigos sostenían hermosas mujeres jóvenes a su lado y jugaban con ellas de forma divertida.
Después de unos minutos, apareció el mesero solo con cinco botellas de champán.
"Lo siento mucho, señor. La verdad es que teníamos quince botellas disponibles esta noche, pero las clientas del salón de al lado ya compraron las otras diez. Hicieron el pedido antes que usted. Lo siento mucho".
"¿Diez botellas? ¿Cómo podrían pagar por tanto champán? ¿Quiénes son esas personas? Me gustaría verlas", espetó Rex, un poco indignado. Seguidamente, se puso de pie y salió de la habitación donde ellos se encontraban.
El bar era realmente muy amplio. Tan pronto como Adeline entró y se sentó en la barra, le pidió al cantinero que le trajera algunas bebidas. "¡Por la libertad!", brindó Myah alzando su copa, muy animada. Ellas entrechocaron las copas y se rieron, divertidas.
En la penumbra del bar, la figura de Adeline se veía muy hermosa, tenía puesto un llamativo vestido color rojo y su larga cabellera suelta la hacía lucir aún más sexi y atractiva.
Mientras tanto, una banda estaba tocando en el escenario.
Ella puso el codo en la barra del bar y luego apoyó la barbilla sobre el dorso de su mano. Mientras sorbía su bebida, disfrutaba de las canciones del grupo musical.
Muchos hombres la miraban con ojos lujuriosos, ansiosos por acercarse a ella y abordarla. Sin embargo, aunque Adeline se veía tentadora con ese vestido rojo, algo en su mirada fría la hacía parecer extremadamente distante. Así que los hombres a su alrededor solo podían contemplarla boquiabiertos, con el anhelo de tener la suerte de llamar la atención de la fascinante dama de rojo.
Sin embargo, ella solo se interesó por la música y los instrumentos musicales; incluso, desde que era una niña, sentía una gran admiración por esta forma de arte. De hecho, cuando estaba en la universidad, ella tocaba en una banda, pero luego, por alguna razón, el grupo se disolvió.
Fue una pena que se separaran.
Poco a poco, el alcohol comenzó a vibrar en su cuerpo junto con la música.
Adeline dejó su copa a un lado y luego se unió a la banda en el escenario.
Después de discutir con algunos de los músicos, la mujer tomó una guitarra y se sacudió el cabello de la cara. Al escuchar el preludio de la banda, rápidamente siguió el ritmo.
La verdad es que tocaba la guitarra con mucha destreza.
De repente, el bar se llenó de una música hechizante y cautivadora.
La atmósfera, inicialmente sobria, se disipó rápidamente y la energía en el lugar se volvió electrizante. Enseguida, todos miraron a la dama del vestido rojo en el escenario y sus ojos brillaron sorprendidos.