Podemos conocernos de nuevo
Autor: Alessa Cole
GéneroRomance
Podemos conocernos de nuevo
Cuando el primer rayo de sol de la mañana se filtró a través de la fina cortina, Adeline abrió los ojos. Ya había amanecido, y era hora de empezar un nuevo día, pero para ella era una nueva vida.
Como todas las mañanas, desde que se convirtió en la esposa de Brendan, tomó la ropa que este iba a llevar durante el día, la planchó y la colocó en el sofá. Luego bajó las escaleras para preparar el desayuno.
Una taza de café caliente, un huevo frito y una tostada con mantequilla, era el desayuno favorito de su esposo.
Luego de prepararlo, subió las escaleras. Brendan ya se había levantado, y se estaba colocando los pantalones. No se había abrochado el cinturón y le colgaba de la cintura. Al recordar lo que había pasado la noche anterior, ella se sonrojó.
"Anoche estabas agotada y te has levantado muy temprano. Deberías acostarte de nuevo cuando me vaya". De espaldas a ella, él le habló con voz suave pero distante, como siempre.
Adeline bajó la cabeza, agarró el dobladillo de encaje de su delantal y frotó sus dedos contra él una y otra vez. Las palmas de sus manos empezaron a sudar a medida que se ponía cada vez más nerviosa.
Respiró profundamente, y decidió soltar lo que quería decir.
"Divorciémonos", murmuró. Dejar salir esa palabra pareció haber agotado toda su fuerza.
Tras una breve pausa, Brendan siguió abotonando su camisa. Después se puso los gemelos y el reloj.
"Brendan, te acuestas conmigo para que pueda darle un heredero a la familia Clemons, que es el deseo de tu abuelo, ¿cierto?".
Incluso en ese momento, ella todavía no quería darse por vencida. El sexo de anoche fue verdadero y el placer también. Tal vez lo único malo eran sus sentimientos por él.
Se imaginó que, aunque fuera por un breve momento, quizá él realmente la amaba.
El hombre se quedó rígido un momento y después frunció el ceño.
"¿No lo tienes todo claro?".
Al segundo siguiente, vio que Adeline asentía y sonreía amargamente.
Él recordaba que su esposa siempre había sido obediente y afable. Pero ese día, parecía ser otra persona.
Bajando la vista, ella respondió: "Sí, lo sé todo muy bien. Sé que nunca te he gustado. Me odias, y cada segundo que pasas conmigo es una tortura para ti".
El sol brillaba en su pálido rostro.
Brendan vio la frialdad y la firmeza en sus rasgos.
"Así que a partir de ahora no tienes que tolerarme más. Terminemos con esta farsa. Te dejaré, así como lo quieres".
Ella eligió irse, para que él y Tiffany pudieran finalmente estar juntos.
Ya no quería ser la tercera en discordia. Estaba cansada de sentirse como una bufona poco apreciada en la corte de su propio marido. Ya se había cansado de mendigar el amor que merecía.
Así que dejaría ir a Brendan. Ya no necesitaba acostarse con ella mientras pensaba en otra mujer.
A veces, cuando estaba borracho, la llamaba por el nombre de otra mujer.
Los últimos tres años habían sido como un sueño. Pero ya era momento de despertar. No quería seguir engañada.
Al principio, Brendan se sorprendió, pero luego la miró con desdén.
Desde que se casaron, ella lo había estado complaciendo y esperaba que él se enamorara. Sin embargo, él le había dejado las cosas muy claras desde el primer día.
"No sueñes con cosas que no te pertenecen". Eso era lo que le había dicho desde un principio.
Entonces la miró con los ojos entrecerrados. Sentía que su esposa era cada vez más irracional.
Y se burló: "¿Nos vamos a divorciarnos? ¿De verdad ya lo has decidido?".
"Sí".
La chica asintió, luego sacó el acuerdo de divorcio firmado y se lo entregó. "Yo ya lo firmé. Por favor, fírmalo también y avísame cuando tengamos que ir al juzgado".
Después agarró sus maletas y bajó las escaleras.
Brendan no esperaba que hablara en serio.
Se quedó mirando su delgada figura y luego habló en un tono sin emoción.
"En cuanto cruces esa puerta, no hay vuelta atrás".
¿Vuelta atrás?
Adeline había hecho todo lo posible por demostrarle a Brendan su amor real y sincero, solo para ser herida. Ya tenía suficiente.