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Los príncipes de la mafia danesa

Capítulo 3 La fiesta

Palabras:4024    |    Actualizado en: 28/07/2022

iaron de los pies a la cabeza, provocando una reacción involuntaria de mi cuerpo. T

enía la pinta perfecta de chico dominante, y a la vez encantador. Difícilmente podías resistirte a sus encantos, a esas facciones bi

nqué los dientes tan firmes en mi labio inferior,

o panda y no soltarlo; quería sentir esos labios rozand

ué sa

endida frente a mí y mi madre, escudriñándome detenidamente. Desvié la mirada de sus ojos a la copa, concentrándome en las pequeñas burbujas que se libera

aría presentarles a alguna

complicidad aún no estaba del todo extinta, entre nosotras. Todavía éramos c

cara de pocos amigos que puso Sten, sab

adre la miró con reprimenda, a lo que mi hermana s

hasta una de las mesas que se encontraban en el extremo izquierdo del luga

é por lo bajo a mi pequeña versión

Fue lo único que consiguió decir, ante

nuestra presencia. Sus rasgos, al igual que los de las personas que lo acompañaban

d con organizaciones de aquella región, ya que eran los principales fabricantes y distribuido

palmeando la espalda de mi padre, q

reciosas resaltaban en la mayoría de sus d

rigió a mi madre con

—dijo, dirigiéndose a la hermosa mujer que se encontraba junto a aqu

to volver a verte

esentarles a mis hijas —los ojos de los presentes se posaron en Grette y en mí.

aba que la ayudara a salir de alguno de los regaños de mi madre. Sujeté sus dedos firmemente, tratando de infundirle confianza,

galándonos la misma reverencia que le

lo se limitó a asentir. —. Disculpe

ombr

ú puedes llamarme por mi nombre, Ilhan, Ilhan Akdemir, líder

me había dicho que no me dejara intimidar por quien sea que tuviera enfrente, así fuese la mismísima reina de Dinamarca (Aunque, si lo pienso bien, nuestra corona pesaba más que la suya). Alcé mi

aba empezando a ponerme nerviosa, cuando volvió a reír, al igual que el r

presentarles a mis hijos —Hizo un ademán con la mano para que los jóvenes se acercaran. A esa corta distancia podía decir que eran realmente atractivos. S

trastaban con sus intensos ojos dorados. Sus facciones eran masculinas y encantadoras. Sin duda era guapo, pero, en mi

va. La palabra sonó un tanto extraña con el acento tan marcado que tenía. Su voz me dejó una sensación rara en el cuer

erá la mano derecha de su hermano cuand

o aún seguía siendo imponente. De no ser porque su padre había mencionado la diferencia de edad, perfectame

beso en el dorso de ella, tomándose todo el tiempo del mundo. Me quedé helada bajo

e los míos en ningún momento, si no hasta que su padr

piró con

en dónde se metió esa niña —comentó, haciendo a

. Son jóvenes. Es normal. —apuntó mi

mentario resultaba un poco hipócrita viniendo de mi padre,

abló mi madre, con ese tono eleg

me disculpan, voy a saludar a los demás invitados. Fue un placer —dije con una sonrisa fugaz y me apresur

—Era Nasra q

esaparecer de ahí. Los ojos intensos del futuro colíder de la mafia Turca, continuaban clavados en mí, de una forma

n usted más tarde, para conoce

de cabeza como respuesta, para desp

ia. Bebí mi champagne de un sólo trago y deposité la copa en la charola de uno de los meseros qu

pasó, ¿Quiénes son esos?, pero sobre todo, ¿Quién es él?—Acentuó la última palabra, abriendo sus ojos dramáticame

las preguntas de mi amiga, quien entornó los ojos e hizo un ge

ble de bienvenida. Más que aliados de mi familia, los Rossi eran como unos tíos para mí. Los conocía desde pequeña y, en ocasiones, resultaban in

í no hay

isa, girándome al encuentro del du

una ceja enarcada y

a de la comisura de mi labio. Santino Rossi era el típico casanova sin remedio, y nadie podía

s risas seductoras y juguetonas. Lo conocía tan bien, que esa c

a —Se quejó mi amiga, fulminan

beró una c

ampagne a sus labios y la mano libre dentro del bolsillo de su pantalón. —. Que por cierto —se dirigió a mí antes de beber—

s remedio

de qué platicar —agitó su mano en un gesto dramático, tratando de apartar a su hermano, pero él solamente pare

edecible, Fiorella… ¿Es que no puedes dejar descansar a E

fulminó co

regunté curiosa, mirando

s de nuestra alianza. Principalmente de tu familia… Según

s ese trato? —

on la

istribuidores de armas en el medio oriente. Cuentan con modelos “Exclusivos”

mi paranoia. Nadie da

hester, el padre de André. Si había alguien que estaba

a saludar a mi tí

a librar de mí, Eleanor — Arrugó la frente y

sonrisa fugaz y cansada —. H

contiguas distinguí a Ivar, su hijo menor, completamente perdido en la pantalla de una consola muy parecida a la de Grette. Mi prima Irina estaba en el extremo opuesto, con una cara de aburrimie

biera hecho un acto de presencia fugaz en la velada, para no tener que enfrentarse al sermón de su padre más tarde, y que, se

radas, no lo había vuelto a ver por ninguna parte. Repasé nuevamente el lugar, centrándome en l

eía preciosa con ese vestido dorado que le llegaba a media pantorrilla. Tanya tenía un cuerpo bien torneado a causa de los entrenamientos y una faccio

que quería hacerme ver que comprendía mi estado anímico y que me infundía apoyo. Tanya entendía

a mesa de la Bratva, llamando, de inmediato, la atención de los presentes. Mi tía Olg

erá posible que hayas crecido tanto en tan pocos meses? —Dibujé mi mejor y más ensayada sonrisa y me encogí de hombros

o de ser nativa de Rusia. Olga era algo racista, me sorprendía, en verdad, que hubiera accedido al compromiso de Irina co

de mantener tranquila a Olga Volkova era mediante

te abrazo. No tan efusivo como el que me hab

que Grette, pero el ser la única hija de los Volkov y futura líder

ojos azul claro detallaron cada una de mis facciones, mientras daba una calada al cigarro que tenía en la mano; un gesto común en

arme. En cuanto lo hice, unos gruñidos a sus espaldas me hicieron pegar un brinco.

a decir que los perros bien entrenado, podían llegar a ser un arma mortal, más peligrosa aún, que una de fuego. Tal vez por eso siempre me hab

otar el temblor

cticamente inofensivos. Sólo atacan cuando se l

tes nombres, estaba segura

Magnus y me dirigí a mi tío, a quien saludé con un beso en la mejilla —Me da gusto que tu padre te haya presenta

é la f

desentendida. Él asintió. — ¿

ecta y dirigió una mirada recriminatoria a mi padre,

Bozkurtlar? Tú lo sabes, ¿Cierto? —El alu

inteligente para saber cuál es la alianza más importa

or supuesto que lo sabía, era la misma que

atri

an en el centro del lugar. Mi madre extendió una de sus manos para que me acercara. Caminé mecánicamente h

ara después dirigirse con la misma sutileza a Guido —, gracias a la familia —Volvió a elevar su copa, esta vez en dirección al tío Alexei, quien le respondió con el mismo gesto —, y a los nuevos integrantes —Esta vez se dirigió al líder turco —. Esta noche, es

piernas

icaba eso?, ¿Qué no podría regresar a Londres?, ¿Acaso el empeño que había pues

lo sólo indicaba el inicio para el verdadero objetivo de todo

Me habían dejado creer que aquella visita era como las anteriores, para luego darme la puñalada por la espalda. De mi padre no me sorprendía mucho, después de todo, siempre había decidido sobre mi vida, con la excu

hecho entonces, con

to me importó una mierda que aquellas perso

or y subí corriendo las escaleras rumbo a mi habitación, como niña pequeña haciendo una rabieta.

pistola, que aún permanecía oculta debajo de mi vestido; nunca había disparado contra una persona, contra nada viviente, a decir verdad; estaba segura que no sería tan fácil como en las prácticas de tiro, cuando tu objetivo permanece inerte y puedes tomarte todo el tiempo del mundo para apuntar y disparar. Me rodé de la cama, hacia el lado opuesto de la ventana, utilizandóla como escudo. Me asomé s

rnal, me golpeó en el rostro y agitó mi cabello. Tampoco me importó mucho que el cl

nsesse. —Fue todo lo que dijo, ante

me desestabilizó por completo. Andr

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