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Los príncipes de la mafia danesa

Capítulo 4 André

Palabras:4307    |    Actualizado en: 08/08/2022

to de aquellos ojos magnéticos que en ese momento estaban fijos en mí. Podía perderme en esa mirada una eternidad y nunca sería su

sentido momentos antes cuando me creí en peligro,

e no estaba segura que él hubiera escuchado,

suavemente con su pulgar. Cerré los ojos dejándome envolve

e para pegarme a su cuerpo. Sentir su torso caliente contra el mío, fue la sensación más gratifican

dejé llevar por el momento, por la necesidad que tenía de él. Llevé mis manos a su nuca y enredé mis dedos en su cabello sedoso que estaba ligeramente más corto que la última ve

ima no era suficiente para apaciguar la lav

uertes golpes en la puerta seguido de un f

e acabas de hacer?—Era mi madre y era evi

ndré con los ojo

ienes que e

rta y ya está —apuntó

de la mano, tratando de llevarlo al interior de la habitación. Podía esperar en el armario o en el baño hasta que tranquilizara a mi madre. Sin embargo, pese

, tu madre debería empeza

los

mi madre se escuchaba

ar de su mano, sin éxito. André rodeo

io lado y enarcó una ceja —. Salgamo

enta de que no me encontraba sola en la habitación. — ¿De qué estás hablando? ¿Cómo vamos a salir?

como si nada, mientras yo

—No podía ver el rostro de mi madre, pero estaba segura de que en ese momento es

capaz de poner mi vida en sus manos con los ojos cerrados. Su sonrisa se amplió, mostrá

do se apartó de mí y co

! ¿Íbamos a

taba haciendo. Recurrimos al viejo e infalible truco de las sábanas at

erifiqué la altura a la que nos encontrábamos

nte mi comentar

da te pasara —Acunó mi rostro entre sus man

vez con una sonrisa de

bajo, esperán

contra el muro de la mansión, mientras formaba aros de humo de cigarro por la boca. Viggo era para André,

me segura, pero la realidad er

y todo el plan de escaparnos para di

io

aba de vez en cuando, haciéndome tambalear ligeramente; André me sostuvo por la cintu

e los hombres estaban pendientes de lo que pasaba en el interior de paldset. Aún así debíamos darnos prisa; no estaba segura de cuánto tiempo tardaría algui

estaba tan nerviosa y con la adrenalina hasta el tope que no me había detenido a pensar que si salía así podía hasta pescar una hipotermia. André se deslizó por la tela con mu

, pero el hecho de que él estuviera tan serio y

o de miedo al saber que h

ie

é con el rostro desencajado de Tanya, quien paseaba sus oj

sto —comenté, llevándome una man

ás haciendo? —preguntó

estaba llena de petulancia —. Esta noch

ré. No era un secreto que ese par aún no terminaba de congeniar del todo; como ya lo había dicho, Tanya era dem

so mañana a primera hora. Los chicos y tú se q

edes andar por a

dije, haciendo referencia a Viggo y a los demás h

er

o quiero que la furia de Sten

dé cuenta de que huiste en medio de su preciada fiesta

no le informan de mi fuga. —

ante durante

na táctica acercándose en la distancia —Regresa a la fiesta y actúa nor

rada principal, donde los coches de los invitados habían sido aparcados, cubrí mi rostro con el cuello de mi abrigo, el cual era suficientemente amplio para cubrirme hasta por debajo de los ojos. Algunos de los guardias hacían una pequeña reverencia cuando pasába

del vehículo de André, que, estratégicamente, había dejado estacionado e

en medio del bosque que nos llevaba hasta la salida de los terrenos de paladset. El guardia en el portón, nos per

n dentro del vehículo, ya no hicieron falta nuestros abrigos. André rodeó mis hombros con su brazo y me atrajo hacía él. Recosté mi cabeza en su pecho

os encontrábamos ingresando a l

aciendo aquí?—i

cial para tí, princesse. —dijo con esa tí

n medio del bosque —comenté, mientras señalaba mi c

el asiento del copiloto, que hasta ese momento había pasado totalmente desapercibida para mí, y se la tendió a André. Dentro de

¿No es cierto? —comenté c

ño sendero que nos llevó hast

ré. Es casi medianoche —apunté, mientras observ

espondió con una sonrisa ra

os del coche estuvieran polarizados, o ni en millón de años habrí

sto ante mis ojos, siendo cubierto únicamente por un boxer negro, bajo el cual se marcaba a la perfección

uerpo. Mi piel se erizó, en parte por el contacto de su aliento caliente sobre ella, pero, sobre todo, por la manera tan erótica en la que

tación. Mantuve mi agarre sobre el suéter de lana que tenía en las manos, retorciendo la tela e

voz ronca y entrecortada. Él dejó un último y casto bes

coche, sintiendo de golpe el

mon

jeans y el suéter, sin contar el abrigo que me había vuel

limpieza exhaustiva —comentó An

o de lodo en toda la parte baja, y ni que decir de las llantas, eran

listo, se

fungía como recepción del campamento. Hacía tantos años que no había vuelto a poner un pie en ese lugar, que todo me resultaba lejanamente conocido. Habría sufrido bastantes cambios sin duda, remodelac

¡Van a sacarnos a pata

que confiabas en mí —apu

nora el hecho de que lo que estamos haciendo es ilegal —susurré para que nadie

provocando que mi cuerpo

lias? Allanar un complejo turístico serí

lmente olvidaba el mundo

kingas, iluminandolo en un color naranja brillante. Arrugué la frente, momentos después, tras despertar de mi embelesamiento. Era bastante irresponsable mantener el fuego encendido

mis pensamientos divagantes. Lo miré confundida —Aquí in

la quijada se me habría ido has

montar esto? —in

asi

ida reemplazó mi

é. Mi corazón comenzó a a

estar enamorad

era ilegal? —pregunté todavía un poco co

s en dónde pasar la noche —apuntó. Sus p

é sal

ose

estar en esa jodida cabaña

ta encontrarnos al pie de la enorme torre con forma de reloj de arena que se le

lista? —

ue no tenía más preocupaciones que el elegir la ropa de sus muñecas —¡El último en lleg

—gritó detrás de mí, tratando de alcanzarme, pero

a velocidad y comenzando a hiperventilar. Mi condición física era una autént

de dos minutos en l

soy…precavido —apu

carcajada, ganándome una

stidad, tomándolo de la mano

os a la cima, eso, y una vista maravillosa. Estábamos en Zelandia, pero, incluso desde ahí, podía ver las luces titilantes de Copenhague. El cielo estrellado era otra maravilla que nos acompañaba,

che…es…es mágico —apunté, con

por la espalda, al tiempo que des

ias —

tu llegada, un

Aunque no podía verlo, es

zante. Durante esos instantes sólo éramos nosotros, sin clanes, sin maf

frío, era de madrugada y aún faltaba mi última sorpresa, según André, y no teníamos

ntorno. Jamás había estado dentro de ninguna de ellas, las pocas veces que llegamos a visitar el parque de niños, volvíamos a la mansión al anochecer, a Sten nunca le agradó qu

ña con la mano para que caminara delante de él. Subí los escalones de la

esse —dijo, mientr

flores favoritas, peonías rosas y tulipanes blancos. sobre los muebles rústicos habían velas encendidas, que dotaban de calidez y romanticismo la habitación; en un costado, las cortinas del ventanal estaban corridas, mostrando una vista ma

a cabaña, sumergi

s? —pregunt

comenzaron a llenarse de lágrimas. Todos y cada u

ampagne que descansaba dentro de una hieler

elevando lige

gí, haciendo que nue

e yo debía tener una expresión muy parecida. Era a

nscientes del tórrido momento que se avecinaba, ese que habíamos de

as cuales terminaban siempre arremolinadas en mi vientre bajo. Me sostuve de sus brazos tratando de mantener el equilibrio, ahora que mis piernas se habían vuelto inservibles. El roce de sus labios contra mi piel sensible me hizo jadear. Él gruñó en respuesta. Sus besos recorrieron el camino de mi cuell

en ocasiones, tiraba ligeramente de mis pezones hinchados y sensibles, mientras yo me deshacía en gemidos y placer. Sentí su lengua recorrer el valle entre mis senos, siguiendo por mi abdomen y mi pubis. La humedad entre mis piernas aumentó de manera impresionante.

rda!

artícipes a sus dedos expertos, los cuales se int

— Agradecía estar en medio d

—guñó —. Quiero sa

con una sensación deliciosa. Un par de suaves mordidas volvieron a elevar mi líbido de inmediato. André sonrió triu

ronca y lujuriosa. —Quiero sentir

s. En segundos sentí su miem

Estas tan apretada. Puedo s

da centímetro de él dilata

al borde de la locura. La habitación se llenó de gemidos, gruñidos y maldiciones, hasta que mi

comodándome sobre su pecho,

No te imaginas cuánt

mociones. Entrelacé mis piernas con las de André y dejé que las caricias que

*

E LA A

.. Se llama a

herm

ítulo? La verdad es que a

tedes lo haya

leanor regrese a paladset?

*

cur

19, por lo cual no existía en la época en la que sitúa la historia, pero me pareció un lugar tan impresionante y

es qué

us comen

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