La mujer que casi mató vive
ista de Al
é en la gran mesa del comedor, picoteando mi comida, cada bocado sabiendo a ceniza. Mi padre, sentado a la cabecera, entretenía
feró, levantando su copa. "Y Augusto, has elegido sa
ca perdía la oportunidad de recordarme sutilmente, o no tan sutilmente, mis supuestos fracasos. Mi exis
de todo. Sin decir una palabra, empujé mi silla hacia atrás, raspándola ruidosamente c
ba tal como la había dejado años atrás, intacta, un museo de mi infancia. Me hundí en el asiento junto a
cabeza, su sonrisa todavía inquietantemente dulce. "Allie,
un brillo depredador en sus ojos. "Estoy bien, Carolina", dije, mi voz pla
sí. Somos familia. Deberías estar feliz por nosotros. Por mí y por Augusto". Se sentó a mi lado, demasiado
a demasiado 'frío' para ti, ¿recuerdas? Demasiado 'emocionalmente distante
de ser rápidamente reemplazado por un puchero. "Allie, no seas amargada. S
no lo 'retuve', Carolina. Lo amaba. Tú simplemente lo recuperaste después
s celosa. Siempre lo has estado. Mi m
de mis padres? ¿Envidiar a la chica que robó el afecto de mi padre? ¿Envidiar a la chica que ahora roba a m
abalanzó sobre mí, su mano golpeando mi mejilla. La
ia. La empujé hacia atrás, con fuerza. Tropezó, cayendo contra el tocador.
ose el brazo. "¡Oh, Dios mío! ¡Mi brazo
madrastra justo detrás de él. Los ojos de Augusto se dirigieron inmediatamente a Carolina, que ahora sollozaba
usto corrió a su lado, su ro
a odiado!", gimió Carolina, enterra
stra, corriendo al otro lado de Carolina, ac
ra preguntó. Levantó la mano y un dolor agudo y pu
o que me heló hasta los huesos. "¡Cómo te atreves a ponerle una m
n nublando mi visión. Mi padre nunca me había pegado antes. No así. La cruda injusticia, el absoluto f
íos de lo que nunca los había visto. "Allie, ¿qué te p
Augusto! ¡Desde que eran pequeñas! ¡Carolina siempre ha sido
ojos llenos de lágrimas. "Creo... creo que siempre ha es
Problemas de salud? ¿De qué
te. Pero Carolina... ha sido tan valiente. Recientemente le diagnosticaron una forma muy rara de anemia aplásic
staba fingiendo una enfermedad potencialmente mortal. La pura audacia de la me
se profundizaba, de repente jadeó, sus ojos se
. La levantó con facilidad, su cuerpo ligero acunado contra
u rostro una máscara de terror. Mi padre y mi madrastra lo siguieron, gritando por el
da y fría, cortó el pasillo. Me estaba hablando
¿Por qué? ¿Por qué que
s brillando con un cálculo perturbador. "¡Y necesitarán sang
cordero llevado al matadero, completamente impotente, atrapada en una red tejida por
nte en la sala de espera, su rostro pálido de preocupación. Mi padre y mi madrastra se sentaron a su lado, ofreciend
na transfusión de sangre de inmediato. Su recuento sanguíneo es críti
. "¡Oh, doctor! ¡Somos su familia
ng y a la señora Pate ahora. Mientras tanto, ¿hay algui
í. Un nudo frío y duro se formó en
vistos de cualquier ternura persistente, reemplazados por una intensidad desesperada, casi
xigiendo. Y por primera vez, no sentí solo el corazón roto, sino un miedo puro e inalterado. Sentí que mi