El comprador
mi corazón,
ía a helarm
dura y cruel. Y aquellos intensos ojos
edo. Su apariencia siniestra s
idos. Tenía una personalidad tan fría como un iceberg y los pelos se me
del efecto satáni
ía temblar casi tanto como mis manos lo hacían pero no me lo permití
lo podían confundirlos con puñales platead
ermoso como letal...
dejó sobre la mesa la bolsa con el arma del delito. Con su dedo índice daba pequeños golpes
acia atrás y me pegué a la pared. Hasta a
e? - pregunté co
a eso - sentenció co
El intento de una sonrisa bizarra se dibujó en su
do ví que lo tenía él delante, fuí a tomarlo y su mano detuvo la
su toque, el proyectaba tanto frío como calor, parecía un dem
os. Nuestras manos aún en el mismo sitio. Nuestros ojos completamente reunidos en la misma con
nero para tus deudas y vendrás cuando lo tengas - vió la duda en mi rostro y prosiguió
araña, que ni siquiera veía pero que podía sentir que se ext
ado para un fin tan macabro, que no podía escapar
recitar cada cosa que me había exigido aquel extraño hombre que había irrumpido en mi vida con grandes intensiones de quedarse hasta drenarme por completo... quien sa
e tocaba pero lo sentí inspeccionar mi cuerpo al completo y
o? - cuando oí su demandante voz, supe que Román, mi
díbula, adornada por una sensual barba y me dió as
í, como el señor Mcgregor exte
parato a su oído, sin dejar de mirar mis ojos v
as a marcar este número - aquella voz volvía a ser
más decir e
abios más de lo que me
- pasó un dedo despacio por mi mejilla y me aparté. Él también lo hizo antes de escupir un - nos vam
mpidió hacer lo qu
ía tan fácilmente y no me gusta que me den
puso sus manos en mis caderas y casi doy un bri
haciendo lo que él me hacía, me provocara s
mantuvo su distancia en cero - no voy a irme con alguie
A sabiendas que sabía cosas que yo
osición de exig
abía tanto de mí,
y ahora, de la nada, parecía e
ón de hastío. Le molestaba que lo increpara - pero tengo una personalidad que no
ncia, que no le gustaba ser desobedecido. No contaba con que yo lo desafiara y eso, me hac
ue usará ese apelativo cariñoso, que en su boca sonaba a posesión más que cariño, ni tampoco asimi
había dicho, pues yo no tenía nada
ía a qué
relamió los labios, sin dejar de mirar mi boca. Sus manos fi
sus dedos, deslizandolos por mi brazo y esta vez, se lo permití, no es que no lo hubiera hecho antes
ose a mi oído, tanto que tomó muchísimo autoc
e invasiva, no podía gustarme, no podía hacerme sentir, no podía seducirme, yo no
, acercando su boca a la mía y
na patrulla y un toque en la puerta de mi casa me
derme lo que quiero o tengo