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El comprador

Capítulo 7 Llamas de odio

Palabras:1572    |    Actualizado en: 14/11/2025

xan

ue lo que necesitaba comprar.

e la lujuria. No me quemaría en ellas.No p

ad que me controla,

mo para venderme lo que requiero y sal

rioso conmigo mismo, por querer más de ella, que lo que ya quie

nunciar a ella. Cada paso podrido de mis

que ondula al viento de mi deseo, es todo lo que un día q

loco. Un loco que ella desquicia y el sabor de su piel

o que debería y por eso, n

asqueroso pervertido que se excita con su in

mismo día que le a

certeza, desde el mismo día en que la ví,

re

n latía desbocado por el ardor

a a terminar arrastrando a sus tinieblas, sin que pudiera defend

a que podía seducirlo,

ntención, pero puede que fuera, la única maner

ombros y me abrazó, como la madre que ya no tenía y que ahora nece

espacho por su parte de afuera y sabía perfectamente, que aquel tempano de hiel

no se compadece d

helados brazos los que quería sentir sobre mi ardiente piel en este momento... Estab

io, me quema

,la puerta se abrió y si no hubiéramos estado recost

aso yo no lo

stros cuerpos como si fuéramos in

besó el pelo. Me acarició l

do, de sentir por primera vez, que es controlado por algo más que su tormento

laro? - era la segunda ve

y claridad en

y me dejó allí, después de acariciar mi m

rriando afuera me indica

go así, en una casa como

fuera de la ventana de la ha

che y con pesar ví, como Mery gu

ituación quizá p

con inteligencia y si él, no me daba

onde unas horas antes, él explo

ltimo piso. Pero sin embargo

ta vez iba decidida y con pisadas

vez anterior y cuando abrí s

blancas empolvadas por el evidente paso

ios de presencia física, en un

tenía ventanas ni puertas. No había espacio en aquel lugar que indic

me dijo que el hecho de que yo no entendier

uí no había, ni había ha

a mi pelo y lo r

a volvien

Alexander me hubiese sacado de allí, significaba que había algo, q

voz me hizo dar un grito y un salto. Llevé la

con la linterna de mi móvil,

nos miramos con los

argo, seguía vestida como hace un rato y abrumada por l

r ni disimulo. Se dejó observa

él estaba usando ahora mismo, así que no veía el problem

ó impasible - ni siquiera sé, porque quieres que esté desnuda

tró un sentimi

una imagen rabiosa

erbo y no lo practico- gruñó para mí y se

an cerca que eché a correr. Cerró la puerta antes de acercarse a mí y cada movimien

gundo portazo del día, dejánd

aporrear puerta

entirás. No lo permitiré - su tono era raro. Parecía como

a de mi voluntad, me has humil

o. Sin dejar

millado - contestó caminando hacia mí. Por

ás obligando. Eso es humillante. - sig

me detuve sorprendida - haré

ó y desde luego, borró todo rastro de la sensac

delante de mí, sin

as botas y cada vez que sus dedos rozaban

Y cuando fue subiendo, deslizando sus manos por mis rodillas, llegando a mis muslos y rozando el borde

los. El exquisito movimiento de sus dientes pellizcando sus comisuras y los azules ojos que parecían glaciales. Me había embelesado con su toque, sus caricias a

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