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El comprador

Capítulo 5 La mansión

Palabras:1917    |    Actualizado en: 14/11/2025

n aquel documento, él colocó la suya en dónde

erdos que atesoraba, y si en ese contrato estaba algo tan preciado par

biera, fueron las dos cosas que marcaron el inicio de mi nueva

, nos llevó a la ruleta rusa de la vida, dó

mis deudas y si yo imcumplía el contrato, sería denunciada a la policía por las cosas que ya sabíamo

n millonaria en caso de incumplimiento de contrato. Un simple trámite

mi prisión a ciegas, un acuerdo comerciable. Era tan gélido como calculador y nada podía fallar en su in

ante y ahora, no era más que una prisionera del ti

ula fuerte y perfecta. Era tan grande como fuerte y se adivinaba un cuerpo impresionante debajo de aquel traje. Los músculos de sus bra

la mía. Me perdí en la vida más allá de la ve

haber salido del estado, estábamos en me

a perfectamente con el hombe a mi lado y mi futuro con él. Mi mirada atravesaba el vidrio de la ventan

traba una gran entrada, con una reja a control remoto que nos permitió pasar, s

Era demasiado intenso y viril. Verlo erizaba

osa. Manos que juraban haber sido hechas para trastocar todo aquello que

i mente y me concentré en l

ir con justicia

jestuoso casti

montones de metros de c

techos que parecí

de un sin número de riquezas clásicas y perfectamente colocadas, evidenci

ando mi vista para ver cómo el techo de la sala era de cristal y po

con mis ojos cada vez más ávidos de

gordeta y de aspecto dulce me sonreía informándome - el resto del servicio ni siquiera notará que está, pero

ectuosa. El chófer se veía como de su edad, l

os proyectaban una dulzura admirable. Sobre t

sí los trata bien? - creo que sentí que por fin podía hablar y solté todo de pronto

sonrió

o. Robin y yo estamos casados desde siempre y antes incluso

Al

a el aprecio que le tienían

sentimientos, pi

or las escaleras que había ju

con pasamanos diseñados en cristal y a

mirar aquel sitio. Me sentía como

a mi refere

a, no podrá nunca

entramos luego de ella abrirla. Se colocó a un lado y me hizo un g

osa - me acarició el rostro con sus arrugados nudillos en cuanto crucé el umbral - nunca debiste caer en este juego, pero solo puedo pedirte que hagas que se enamore de tí. Solo eso podr

pude reaccionar, n

un hombre frío, pero quizá pudo existir alguien en su vida que hubiese podido disf

veían por la ventana

increíble, si fuera mi ca

ballos trotando libre

a ventana y ya tendría tiempo de expl

e detrás de mí y chocó con

a mano en mi pecho y

la piel. También me la erizó y podría jurar

uve. No iba a amilanarme a su intensidad.

o dentro de la habitación sin dejar de mirarme. Tropezó con su reloj cuando sacó los bo

o que hacían por el resto de su pecho. Era un hombre en extremo sensual y

o terminó de quitársela y se encaminó hacia mí.

uficiente, con el en la mano como pa

ca que se había puesto y nos sostuvimos la mirad

emostrarlo y mis vellos erizados por la sensación

a puerta abierta. Le dí un empujón que no esp

o por el que cog

able y mis pies indetenibles. Corría y corría y corr

, supongo. Le había creído inocentemente cuando dijo que no habría sexo entre nosotros

justo en una puerta eno

atrás y é

r voces del otro lado. Pegué la oreja a la grues

ncia respiratoria, tomé el pomo

ija. Continúe empujando hasta que me tomaron de la cintura, levantándome del suelo

ome como si fuera un saco de cualquier cosa y ni siquiera parec

más dos o tres pasos con sus largas piernas

, fue y cerró la puerta. El sonido me hizo estremecer. Me quedé inmóvil acostad

on mis palmas por la cama, echándome

nto, aún seguía desnudo de torso para a

on violencia -

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