El amor forjado en mentiras silenciosas
El
un destello de actitud defensiva. Se detuvo a unos metros de mí, c
e su camisa blanca. Mis dedos temblaron ligeramente, pero mantuve mis movimientos firme
tá preocupada. Me pidió que te encontr
e la preocupación de su madre. Justo en es
con su cabello rojo alborotado, emergió de las sombras humeantes, sus ojos e
dor de su brazo. Tecleé furiosamente en mi celular: *Vete a casa, Bryan. Por f
suplicaron. *Elinor, por favor. Solo vete a casa. Estaré allí más tarde.*
todavía familiar, todavía capaz de enviar un escalofrío
como si me hubiera quemado. No le permitiría
eza que se sentía actuada. No habló, no
*No me gusta Astrid. Si te quedas con ella, me voy. Para siempre.* Fue lo primero verdad
za. *Elinor, no seas tonta. No hagas un escándalo.* Hizo una seña, sus manos moviéndose rápidamente. *Siempre eres tan buen
No es nada serio.* La estaba defendiendo, excusando
ncioso y burlón. Aparté mi mano de la suya,
dejando un vacío frío en su palma, un dolor h
detrás de él, su voz exigente, impaciente-
para gritarle a Astrid, la máscara de compostura
arrebato fue repentino, viol
staba en el callejón, Astrid aferrada a su brazo, su cabeza enterrada en su hombro, su cuerpo temblando co
zó dentro, el olor a humo de cigarro rancio aferrado a su ropa. Cerró
-murmuró, su voz
aba allí, pataleando, las lágrimas corriend
Astrid fue rá
Mi estómago dio un vuelco. Era yo. Fotos mías, semidesnuda, en el baño. Videos de mí siendo atormentada. Las imágenes, distorsionadas y borrosas, pero aún i
clinó, curioso. *¿Qué pasa?*, hizo una señ
apagando la pantalla antes de que pudiera
al.* Mis manos hicieron las señas, mi rostro una máscara en blanco. Entramos a la esc
e cuando los encontraba. Fingí no oír, no ver. Mantuve la cabeza en alto, la mandíbula apretada, la
rostro palideciendo con cada minuto que pasaba. Vio las miradas, oyó los tonos apagado
bre Astrid, agarrándola del brazo y sacándola al pasillo. Sus
rando, sollozos f
es sonando huecas. Nadie le creyó. Ni los estudiantes, ni lo
aron con los míos al otro lado de la sala. Es
dilla, me acorraló en el baño de chicas. Esta vez, no hubo bo